Una de las premisas falsas del proceso secesionista fue que el Estado español no podría usar los instrumentos legales de que dispone para impedir la independencia ante la voluntad decidida de la mayoría del pueblo catalán y la mirada atenta de la comunidad internacional. Si la aplicación del 155 disipó gran parte de aquellas fantasías, el posible espionaje a los móviles de destacados políticos debería disipar el resto. Aunque no se confirme, incluso si se confirma que no es cierto, queda claro que podría haberlo hecho y no hay Estado que renuncie a utilizar todos los medios a su alcance para impedir una secesión. El desgaste de su imagen ante las democracias, en todo caso, se acepta como un mal menor.
Salvador Sostres, en Abc el miércoles 20 —Un viaje gratis— apoya la operación: «Lo mínimo que hay que hacer con el independentismo es espiarlo. Un Estado ha de defenderse por tierra, mar y aire cuando está siendo atacado. Es la lógica que el independentismo no entiende y por eso siempre pierde.» Ante la rueda de prensa conjunta que el martes dieron Puigdemont, Junqueras y los presidentes de Omnium y la ANC, comenta: «El supuesto resurgimiento del movimiento independentista que el conocimiento de estas escuchas tenía que suponer, quedó reducido a un deprimente hogar del jubilado.»
«Lo mínimo que hay que hacer con el independentismo es espiarlo. Un Estado ha de defenderse por tierra, mar y aire cuando está siendo atacado»
Salvador Sostres
Y el día siguiente, en el Diari de Girona —Pegasus Piqué—, dirigiéndose al votante independentista, insiste en lo mismo: «Yo sé que es fácil quejarse de Pegasus y decir que España es un Estado fascista que nos escucha y espía. Lo que no sé es si todavía quieres un Estado —el Estado catalán—, pero si lo quieres, o crees que algún día lo tendrás, debes saber que los Estados se defienden de todas las formas posibles cuando están siendo atacados (…) Ahora te duele porque es España pero piensa que si algún día Cataluña tiene un Estado, y es un Estado presentable y con determinación de perdurar, tendrá sus sistemas de espionaje y cosas peores.»
El escándalo de los escándalos
Josep Martí Blanch, en la Vanguardia el jueves 21 —Espías y bicicletas de cuatro ruedas—, resume el escándalo del llamado CatalanGate: «Los indicios son tan graves que todo lo que no sea comprometerse con una investigación que intente esclarecer los hechos y depurar responsabilidades, si las hubiere, suena a obstruccionismo interesado. La lista de damnificados es tan variopinta que incluso en el escenario más favorable para los intereses del Gobierno —que los jueces del Supremo encargados de autorizar las escuchas de los servicios de inteligencia les hubieran dado el visto bueno—, seguiríamos ante un gravísimo problema. Porque es imposible imaginar —atendiendo a la literalidad de la ley orgánica reguladora del control judicial previo del CNI— con qué argumentos podría haberse motivado la petición judicial para violar el secreto de las comunicaciones de los espiados.»
«Los indicios son tan graves que todo lo que no sea comprometerse con una investigación que intente esclarecer los hechos y depurar responsabilidades, si las hubiere, suena a obstruccionismo interesado»
Josep Martí Blanch
El gobierno central intentará minimizar el asunto y el gobierno autonómico intentará maximizarlo. Xavier Graset, en Nació Digital —De «Catalangate» a «Catalangame»—, lo llama «el escándalo de los escándalos en las democracias occidentales (…) El mayor caso de espionaje masivo que haya habido nunca en el mundo y del que se tenga conocimiento». Por ahí irán los tiros.
En el Nacional, el miércoles 20, ante del descubrimiento que España nos espía, Bernat Dedéu opina que «la noticia es que no hay noticia»: «La noticia sería que el estado que ha metido a nuestros impostores-mártires del procés en chirona por una simple ensoñación de independencia, el mismo país al que las resoluciones de los tribunales internacionales se la sudan (más que nada, porque cuando fallan en su contra la prisión ya está cumplida), el ente político cuyos portavoces han afirmado por activa y por pasiva que harían lo posible y lo imposible (a saber, lo ilegal) para impedir la secesión de Catalunya, que son a su vez los mismos que han declarado que la violencia de ETA fue un asunto menor en comparación a todo esto nuestro, nos espían.»
También carga contra la campaña de Òmnium Cultural que, con el lema «Ens estan vigilant», empezó «pocas horas después de estallar todo el asunto»: «Con actores profesionales y una tarea de producción inconfundible, no estaba hecha de ayer mismo (…) como tampoco era de ayer sino de enero de este mismo año la cuenta de Twitter @catalangate que se dedicaba a publicitarla» —¡que lo diga hasta el Nacional!—.
Concluye Dedéu: «La cúpula procesista conocía perfectamente que el escándalo de Pegasus estallaría en el momento exacto en el que sucedió (de hecho, la empresa CitizenLab llevaba muchos meses investigando el caso) y toda la sorpresa de ayer fue una de las incontables escenificaciones de victimismo paridas por los genios de Tsunami Democràtic y toda la peña que llevó a nuestros jóvenes al aeropuerto para que la pasma española les partiera el ojo… y todo por nada. Esta es la clase de peña que mueve los hilos.»
«La cúpula procesista conocía perfectamente que el escándalo de Pegasus estallaría en el momento exacto en el que sucedió (de hecho, la empresa CitizenLab llevaba muchos meses investigando el caso)»
Bernat Dedéu
¿Quién no espía?
A pesar de que las herramientas informáticas que han servido para rastrear las comunicaciones de los políticos independentistas están sólo destinadas, en teoría, a perseguir terrorismo y crimen organizado, la verdad es que si lo tienes lo usas. Y con razón según Jordi Xargayó, quien en el Diari de Girona del sábado 23 —Menys fer-se els ofesos per l’espionatge—, sentencia: «Cualquier estado espiaría a unos políticos que han intentado cargarse la Constitución por métodos antidemocráticos y la integridad territorial del país.»
«Cualquier estado espiaría a unos políticos que han intentado cargarse la Constitución por métodos antidemocráticos y la integridad territorial del país»
Jordi Xargayó
Y recuerda varios casos de espionaje y seguimiento realizados a instancias de entidades creadas por la mismísima Generalitat de Catalunya: «No se crean que el independentismo catalán acaba de descubrir que los espías espían. Ellos lo practican desde el primer gobierno de Jordi Pujol, por mucho que ahora quieran ver la paja en los ojos de los demás y no vean la viga en los suyos. Todos estos que se están haciendo los ofendidos no tienen nada de ingenuos, ni de víctimas. Es la liturgia habitual para consumo de su parroquia.»
En el mismo Diari de Girona, Josep López de Lerma —Pegasus— dice que si fuera uno de los políticos espiados y «no saliera en esa lista de los 65, estaría muy pero que muy cabreado. Me sentiría injustamente tratado, menospreciado y despreciado». Resalta que «a las direcciones políticas del independentismo les ha ido muy bien el asunto del Pegasus (…) para tapar las muchas vergüenzas que estaban enseñando peleándose entre ellos».
«A las direcciones políticas del independentismo les ha ido muy bien el asunto del Pegasus (…) para tapar las muchas vergüenzas que estaban enseñando peleándose entre ellos».
Josep López de Lerma
Les ha ido muy bien, a saber, a la «CUP, que ya ha abandonado unilateralmente el pacto de investidura del presidente Pere Aragonès»; a JxCat, que duda si «seguir o no formando gobierno con los republicanos, o así lo dicen mientras miran si la nómina les ha sido ingresada, y que además se encuentran en plena revuelta interna en busca del más loco o loca para liderarlos»; a ERC, que «ya no sabe qué decir respecto de las potenciales ganancias de la mesa de negociación con el gobierno español»; a la ANC, «en su viaje hacia la transfiguración en una fuerza política que competirá con los tres anteriores, convirtiendo el independentismo en un gruyère importado de China», y a Omnium, «por el que uno apuesta por su regreso a los orígenes, que siempre fue de apoyo a la lengua y la cultura catalana, que no es poca cosa».
Vicent Partal, en Vilaweb, nos enseña qué enseña el Catalangate: «la continuación, por otros medios, de una lógica de enemigo que el Estado, este Estado que sería teóricamente de todos, no puede disimular», y sostiene que «en una democracia no se puede considerar enemigo a todo un pueblo ni aplicarle de forma tan indiscriminada la represión. Pero esto es algo que España nunca aprenderá».
¿A quién beneficia?
Ha sido muy citado el editorial del Washington Post del día 21 Democracies shouldn’t surrender to a future of limitless surveillance por cuanto menciona el caso catalán, pero sólo lo hace como ejemplo:
«Cuando las democracias incurren en violaciones de las libertades civiles tan flagrantes como parece haber ocurrido en Cataluña, merecen condena. Pero incluso cuando usan software espía con aprobación judicial o justificación legal, siguen causando daño al otorgar legitimidad y apoyo financiero a un producto exportado a todas partes para todo tipo de actividades ilícitas. También podrían estar socavando su propia seguridad nacional: CitizenLab descubrió que en 2020 Pegasus comprometió un dispositivo conectado a una red en 10 Downing Street, la oficina del primer ministro británico Boris Johnson.»
Y concluye: «Los peores infractores contra las libertades civiles, como China y Rusia, ya están vendiendo su propio software espía a todo el mundo. Las democracias no deberían rendirse a un futuro de vigilancia ilimitada, deberían luchar por uno mejor.»
«Los peores infractores contra las libertades civiles, como China y Rusia, ya están vendiendo su propio software espía a todo el mundo. Las democracias no deberían rendirse a un futuro de vigilancia ilimitada, deberían luchar por uno mejor».
CitizenLab
Todo el mundo da por supuesto que el comprador y usuario del software espía es el Estado español, en una aplicación inmediata del cui prodest: a quién beneficia. Pero el ex espía Fernando San Agustín, entrevistado el día 21 en Rac1, introduce una variante: Pegasus lo ha registrado otro gobierno: «A Pedro Sánchez no le interesa nada. Él busca desesperadamente tener un equilibrio y este caso le hace daño (…) El gobierno español es demasiado flojo para registrar un material como este (…) Esto ha sido grabado por otro país.»
Todas las afirmaciones provenientes de alguien que ha trabajado en espionaje han de ser tomadas con precaución, pero no hay que descartarlas sin más. ¿A quién le interesa el aumento de la tensión entre la Generalitat y el gobierno español? San Agustín apunta al país más interesado en provocar una crisis en España: «Marruecos está superinteresado en crear una crisis española. Con la crisis de la muerte de Franco se apoderó del Sáhara. Ahora el peligro es Ceuta y Melilla.»
Puede ser una maniobra de distracción, pero hay que tener siempre presente que para España desde hace décadas el principal riesgo de conflicto es con Marruecos.
EL COMITÉ (BIEN PAGADO ) QUE APORTA LA MAJADERIA DE TURNO A LOS SEPARATISTAS , AHORA LE HA DADO POR CONSIDERAR QUE EL CNI ESTA PARA HACER PASTELES. LA GENERALITAT ESTÁ PARA VIGILAR LOS NIÑOS EN EL PATIO Y MULTAR A LOS MERCADERES.
NINGUN IDIOMA MINORITARIO MERECE QUE SE LE HAGA ANTIPÁTICO Y HOSTIL