Uno de los dos activistas que han iniciado una huelga de hambre por el catalán, Carles Furriols, ha anunciado este viernes que abandona la gesta por prescripción médica. Sorprendentemente, Furriols ha asegurado que sus dos días sin probar bocado han sido productivos sobre el uso del catalán: «Ya se comienzan a notar los efectos a nivel social».
El único que seguirá sin comer será Jaume Sastre, que mantiene la huelga en la sede del Consell per la República de Vic. Profesor jubilado de Mallorca, este activista es conocido por su radicalidad en la defensa de unas islas catalanizadas al máximo. Tanto es así que hace años pedía públicamente «barcos de rejilla» para llevar a los «forasteros» a la Península. En 2014, Sastre protagonizó su primera huelga de hambre en defensa de la inmersión lingüística. La mantuvo durante 40 días y la concluyó con una pérdida de peso de 20 kilos. De poco sirvió su acción frente a un José Ramón Bauzá, presidente entonces del Govern de las Islas, convencido de que el bilingüismo era mucho más positivo para los escolares que la inmersión total en el catalán.
Por la sede de la huelga han pasado en las últimas horas las caras más conocidas de la posconvergencia. Además del ex presidente Torra, han visitado a Sastre y Furriols, la presidenta del Parlament e investigada por presuntos delitos de corrupción, Laura Borràs, acompañada de sus escuderos habituales, o el diputado autonómico de Junts Joan Canadell.