El Consell per la República nació en marzo de 2018 pretendiendo representar al conjunto de las fuerzas independentistas. ERC y CUP lo vieron desde el primer momento como un instrumento al servicio de Carles Puigdemont y se han limitado a enviar algún representante de bajo perfil, sin más pretensiones que ver qué se cuece allí. Para mantener la ilusión de unidad, se recurrió a unos cuantos partidillos —Demòcrates de Catalunya, Poble Lliure, Independentistes d’Esquerres, Acció per la República…— de nula incidencia fuera de los mentideros políticos. El pasado viernes 8 de abril se dio a conocer el nuevo gobierno de la entidad, que significa un alejamiento definitivo de los partidos.
El pasado viernes 8 de abril se dio a conocer el nuevo gobierno de la entidad, que significa un alejamiento definitivo de los partidos.
Como destaca el Punt-Avui el día 9, se trata de una nueva etapa: «Tras tres años de trabajo y sin un consenso para establecer una hoja de ruta conjunta, el Consell per la República optó por independizarse de los partidos y trazar su propio rumbo, que se ancla en la legitimidad del 1-O y en hacer efectivo su resultado.»
«Tras tres años de trabajo y sin un consenso para establecer una hoja de ruta conjunta, el Consell per la República optó por independizarse de los partidos y trazar su propio rumbo, que se ancla en la legitimidad del 1-O y en hacer efectivo su resultado.»
Punt-Avui
Chirría un poco que en la misma frase se hable de un rumbo y de un anclaje, pero seguramente la ironía no ha sido consciente. Y ya no podemos recurrir a Artur Mas, que era el de las metáforas marinas, para que nos ilumine. Si lo del «1-O», el referéndum del primero de octubre de 2017, con una participación del 43% según la Generalitat, es la suprema legitimidad, las elecciones que han venido después pasan a segundo plano, o han de ser consideradas ilegítimas. Luego nadie que trabaje en el Consell per la República debería participar al mismo tiempo en la política autonómica, pero la coherencia ni está ni se la espera.
«Nadie que trabaje en el Consell per la República debería participar al mismo tiempo en la política autonómica, pero la coherencia ni está ni se la espera.»
Reparto de carteras
Ahí está Aurora Madaula, diputada por Barcelona en el Parlamento catalán y al mismo tiempo miembro del gobierno del Consell per la República con la cartera de «Acción Política Interior» —¿desde el exterior?—. En Vilaweb encontramos un Quién es quién en ese gobierno.
Hay una responsable de «Coordinación de las Delegaciones de los Países Catalanes», que es quien tendrá menos trabajo; una responsable de Apoyo a los Consejos Locales, es decir de apoyo a los grupos de personas que apoyan al Consell per la República, y una responsable de Despliegue Reglamentario. Ustedes hagan la ley, que yo haré el reglamento, decía el Conde de Romanones. Pues he aquí alguien que empieza con el reglamento hecho y deberá presumiblemente contárselo a los demás para que lo apliquen.
Neus Torbisco-Casals, directora de «Acción Internacional», ostenta el único cargo con una misión de envergadura: las relaciones exteriores para dar a conocer el pleito catalán —con cuidado de no contactar con rusos durante una temporada—.
Hay un vicepresidente y responsable «del día a día», Toni Comín; un tesorero, Guillem Fuster, que es más o menos de la CUP; un responsable de Acción Cultural —básicamente de las publicaciones que están por venir—, Lluís Puig Gordi, que fue consejero de Cultura de la Generalitat durante el verano de 2017; Antoni Castellà, que proviene de UDC, se encargará de las «Relaciones Institucionales», es de suponer que con las instituciones y con los partidos que han dejado de interesarse por el Consell per la República, y de «Relaciones con la Asamblea de Representantes», o sea con los 121 miembros de la cámara legislativa, es un decir, de dicho Consell per la República.
También hay un ministro sin cartera, haciendo de «consejero político»: Lluís Llach, «una figura esencial, absolutamente enriquecedora». Siendo diputado durante la legislatura que culminó con la declaración de independencia, afirmó que si la cosa no salía bien, se volvería al Senegal, donde tiene casa y hacienda —y aquí os quedáis, sólo le faltó decir—. Pues aún está por aquí, afinando las consignas.
Demasiados años de resiliencia
En la crónica del Punt-Avui antes mencionada se puede leer: «El presidente en el exilio quiso destacar la transversalidad y la pluralidad de acentos del movimiento independentista», a pesar de que no haya ningún miembro de ERC ni de la CUP, y la «paridad» del nuevo gobierno, y avanzó que este ejecutivo irá engordando [sic] con nuevas incorporaciones, que ayudarán a garantizar aún más esta paridad.»
La Vanguardia descubre que «se trata de un equipo dirigente descompensado en términos de familias independentistas, ya que los perfiles próximos a JxCat están sobrerrepresentados —tanto el presidente, Puigdemont, como el vicepresidente, Comín, son eurodiputados de JxCat—, mientras que los nombres de ERC brillan por su ausencia. Este desequilibrio deriva de las discrepancias que mantienen los dos socios del Govern con respecto a la estrategia independentista.»
El Nacional cita la frase de Toni Comín, que antes fue tertuliano y se le nota: «Llevamos demasiados años resistiendo, como movimiento independentista llevamos demasiados años de resiliencia y a la defensiva, tenemos que volver a la ofensiva.»
«Llevamos demasiados años resistiendo, como movimiento independentista llevamos demasiados años de resiliencia y a la defensiva, tenemos que volver a la ofensiva.»
Toni Comín
Vilaweb destaca que Toni Comín afirmó «que en esta legislatura ha de pasarse de la resistencia a la confrontación» y que el Consell per la República «hará propuestas concretas a los partidos y entidades sobre el documento «Preparem-nos» con el objetivo de hacer efectivo el mandato del 1-O».
Desbordamiento en octubre
El documento Preparem-nos, versión preliminar, es de diciembre de 2020 y como dijimos en su momento —Preparémonos para el golpe de Puigdemont—, no contiene «nada que no hayamos visto antes y que ciertamente desgasta mucho, no tanto al Estado como al país que pretenden liberar».
El nuevo gobierno del Consell per la República culminó su primer día de trabajo con una Declaración política en la que sostiene sin enmienda el «documento estratégico ‘Preparem-nos’, donde se especifica la idea del desbordamiento democrático» —un eufemismo que encubre lo que antes se llamaba golpe de Estado—.
El Consell per la República, a pesar de «las dificultades para alcanzar el acuerdo con partidos y entidades», quiere «volver a los consensos» de otros tiempos con el fin de «culminar el proceso de independencia». Entiende que hay que obedecer «el voto a favor de constituir Cataluña como estado independiente en forma de república», así como «la declaración de independencia del 27-O»: «Las fuerzas que votaron la Declaración de independencia siguen políticamente vinculadas a aquella decisión. El respeto al Parlamento de Cataluña exige que quien se quiera desvincular lo haga por medio de un acto parlamentario equivalente.» Una petición que probablemente será respondida mediante el silencio administrativo negativo.
Pilar Rahola, en el programa Faqs de TV3, definió el Consell per la República como una «estructura de sociedad civil y política, no para contraprogramar un gobierno autonómico, sino para dar el salto a un proceso independentista» —¿un nuevo proceso?—, «de culminación del primero de octubre» —no, el mismo—. Y avisa que algunos de sus miembros, incluido su presidente, «vendrán a Cataluña más pronto que tarde». ¿Cuándo? «En otoño si todo va bien» —si la autoridad lo permite y el tiempo no lo impide, como diría un torero—. O sea, remata, «podemos estar hablando de que el primero de octubre vete a saber qué pasa». ¡Cuánto suspense!