En ocasiones, el nacionalismo incurre en excesos tan notorios que incluso fuerzas dentro de él, como la CUP, o en su órbita, como los comunes, se ven obligados a desmarcarse. Es lo ocurrido con el blanqueamiento del expresidente de la Generalitat y corrupto confeso, Jordi Pujol, llevado a cabo por la conselleria de Exteriores de la Generalitat, que lo convidó a un acto junto a otros expresidents como Mas, Montilla o Puigdemont. A éste último, que intervinó telemáticamente por encontrarse fugado de la Justicia en Bélgica, el patriarca nacionalista quiso dar las gracias, destacando su contribución a la «causa catalana».
Los primeros en reprobar el acto fueron Ciudadanos, cuyo líder Carlos Carrizosa, recordó que Pujol fue el que puso los cimientos de la Cataluña actual, una región «dividida, empobrecida y dominada por el nacionalismo». Por su parte, que la CUP sea socio del Govern no impidió que su diputado Xavier Pellicer sostuviese que el acto hacía un «flaco favor a la política catalana» dado que Pujol era una persona que «como mínimo, tiene sombras de corrupción». Por último, desde los comunes, David Cid tildó de «vergüenza» el debate, añadiendo: No es razonable, no tiene ningún tipo de sentido que un defraudador confeso participe en un acto de defensa del movimiento europeo».