Es conocido que durante años el Govern no ha preguntado en sus encuestas oficiales por el modelo lingüístico catalán, tratando tal vez de evitar una respuesta desaprobatoria por parte de la sociedad catalana, que en diversas encuestas independendientes ha rechazado el monolingüismo vehicular en la Educación. Así, un sondeo de GAD3 en 2015 reveló que solo el 14,4% de los catalanes quiere todas las asignaturas en catalán, apostando el 81,8% por un modelo bilingüe o trilingüe. Sin embargo, tras la polémica suscitada en torno al fallo del Supremo que obliga a un 25% de castellano escolar, la Generalitat se ha embarcado en una defensa cerrada de la exclusión del castellano. Esta actitud es quizá la que la ha empujado a preguntar en el último CEO —el «CIS catalán»— por la inmersión lingüística, que en apariencia refleja el respaldo de la ciudadanía a la Escola Catalana.
No obstante, la información que ha proporcionado en su resumen de prensa la Generalitat es errónea. Y es que en el dosier se asegura «el 76% de los encuestados está muy o más bien de acuerdo en la defensa del modelo de inmersión lingüística, por un 24% que está en desacuerdo». Pero quien consulte la matriz de los datos comprobará que en realidad es el 68,4% el que está muy o más bien de acuerdo con la inmersión, y no el 76%. Esta última cifra es el resultado de sumarle el 9,8% de encuestados que no ha querido definirse. Como han señalado diversos analistas, nos hallamos ante una manipulación que tergiversa los resultados auténticos.
Por otra parte, como ha resaltado el periodista de ABC Daniel Tercero en su cuenta de Twitter, el «punto nuclear de la encuesta es la pregunta: «¿Hasta qué punto está de acuerdo o en desacuerdo con las siguientes medidas para promover el catalán? a) Defender el modelo actual de inmersión lingüística en la escuela»…». Según Tercero, esto es un problema porque existe la sospecha de que gran parte de la población desconoce lo que significa el término «inmersión», convertido en un tabú por la tensión nacionalista. «De ahí», concluye, «que lo que se deba preguntar no es sobre la inmersión (concepto) sino sobre las preferencias de los catalanes y, en todo caso, si quieren un modelo bilingüe o monolingüe».