Faltan 15 meses para que los barceloneses seamos llamados a las urnas para elegir a quien será el nuevo alcalde de Barcelona. Si somos algo pragmáticos sólo hay dos opciones: la primera es que siga gobernando Ada Colau y los suyos con los que quieren su mismo modelo de decrecimiento (ERC y CUP) o una segunda que Barcelona sea gobernada o cogobernada por todos aquellos que la que queremos que Barcelona vuelva a ser una ciudad que se sienta orgullosa de sí misma, con un modelo de ciudad de crecimiento, amable con las persona y con el medio ambiente, una ciudad que vuelva a ser reconocida por sus éxitos y no por sus fracasos.
En medio, el PSC, que tendrá que elegir si quiere seguir siendo muleta del “colauismo” o quiere volver a ser aquel que inició el despegue de esta gran ciudad a partir, sobre todo, de la segunda parte de los años ochenta.
Ada Colau lleva casi siete años de alcaldesa, siete años en los cuales la ciudad de Barcelona ha ido perdiendo un prestigio que costó mucho ganar, que fue ganado durante décadas desde aquel lejano 17 de octubre de 1986 cuando Juan Antonio Samaranch dijo aquella famosa frase que pasó a la historia de nuestra ciudad “À le ville de Barcelona”.
«Ada Colau lleva casi siete años de alcaldesa, siete años en los cuales la ciudad de Barcelona ha ido perdiendo un prestigio que costó mucho ganar»
En aquellos momentos no creo que nadie pudiera imaginarse que Barcelona se iba a convertir en esa ciudad que fue referente en el mundo entero. Pero lo que costó décadas en conseguir se ha ido dilapidando en pocos años. Estos últimos siete años hemos tenido una alcaldesa que con su ideología anti sistema y su fobia al crecimiento económico ha conseguido que Barcelona pase de ser una ciudad de gran prestigio a una ciudad en clara decadencia.
La carrera para las elecciones municipales del año que viene ya ha empezado. Últimamente están saliendo diferentes partidos políticos que están pidiendo, por un lado, la unión del constitucionalismo (un falso constitucionalismo, falso ya que todos los partidos que respetan la Constitución son constitucionalistas y porque además, sólo hablan de sumar a un espacio de derecha o centro derecha). Por otro lado están los partidos que están pidiendo la unión de la derecha catalanista moderada o de centro derecha pero que han dejado fuera de la misma a partidos como Units o el PNC. También han salido plataformas, unas que no saben sí quieren presentar una candidatura o no y otras que no quieren saber nada de los partidos políticos.
Todos estos partidos y plataformas tienen una cosa en común que es que comparten, en un alto porcentaje, la misma visión de Barcelona, así como las recetas para revertir la decadencia de Barcelona. Pero también comparten otra cosa, y en este caso no es una buena noticia: todos y cada uno de ellos autoexcluyen a los otros y pretenden ser los líderes de algo que, con tanta división, lo único que conseguirá es que Ada Colau y los suyos sigan sumando más que nadie. Seguimos con bloques…
«Todos estos partidos y plataformas tienen una cosa en común que es que comparten, en un alto porcentaje, la misma visión de Barcelona, así como las recetas para revertir la decadencia de Barcelona».
En esos momentos si todos estos partidos que actualmente están representados en el Ayuntamiento de Barcelona se hubieran puesto de acuerdo ni Ada Colau ni Ernest Maragall (no nos engañemos, tienen el mismo modelo de ciudad) estarían ni una gobernando ni el otro prácticamente cogobernando. Seguramente, el primero que tiene que dar un golpe en la mesa y dejar de ser muleta de Colau es el PSC.
«Seguramente, el primero que tiene que dar un golpe en la mesa y dejar de ser muleta de Colau es el PSC».
Ada Colau está muy contenta con esta división que ya viene de antes de que fuera alcaldesa. Ada Colau es alcaldesa hoy, así como lo fue anteriormente, con muy pocos apoyos y Ada Colau está muy contenta porque sabe que si cada uno de estos partidos o plataformas se presenta por su cuenta lo único que conseguirán es quedarse fuera del consistorio y que siga ella siendo alcaldesa.
Todos estos partidos y plataformas tienen que apostar por una única candidatura que sume a todos o a la gran mayoría de los mismos para no tener que sufrir cuatro años más de un gobierno populista.
Quiero que la mayoría o una amplia mayoría de estos partidos y plataformas converjan en una única plataforma para conseguir que Barcelona vuelva a brillar, y la única forma de conseguir ese objetivo es, creo, dejando de lado los egos personales de os que lideran cada uno de los mismos y algo de lo que nadie habla: la cuestión identitaria.
La política municipal es probablemente la que menos carga política tiene. La política municipal tiene que centrarse en los problemas de los ciudadanos de su población y debe dejar de lado, y más en estos momentos, la cuestión identitaria. En Barcelona tenemos graves problemas de seguridad, de limpieza, de movilidad, de vivienda…y no los vamos a solucionar manteniendo el debate identitario por encima de ellos en el lado mar de la Plaza Sant Jaume.
«La política municipal tiene que centrarse en los problemas de los ciudadanos de su población y debe dejar de lado, y más en estos momentos, la cuestión identitaria».
Estos problemas nos afectan a todos por igual, y el debate identitario no los va a solucionar. Los temas identitarios que se traten y se debatan en el Parlament, en el Congreso de los Diputados o en Senado, que es donde toca, y dejemos que en Barcelona se traten los problemas que nos afectan al día a día a los vecinos, a los que trabajan en la misma y a los que vienen a visitar la ciudad.
Los barceloneses nos merecemos que la persona que lleve la vara de alcalde sea una persona que afronte los problemas que tenemos, que trabaje para todos los barceloneses y no sólo para los que piensan como ella. Dentro de Barcelona hay muchas “barcelonas”, y hay que trabajar para todas ellas.
«Los barceloneses nos merecemos que la persona que lleve la vara de alcalde sea una persona que afronte los problemas que tenemos, que trabaje para todos los barceloneses y no sólo para los que piensan como ella».
Si queremos recuperar Barcelona, si queremos que Barcelona vuelva a brillar, si queremos que Barcelona vuelva a ser una ciudad amable y vuelva a ser la ciudad de la que todos nos sentíamos orgullosos, todos debemos dejar nuestros egos y todos podemos y debemos hacer más por Barcelona.