Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) ha finalizado esta semana la instalación de desfibriladores en las 166 estaciones con las que cuenta entre las ocho líneas de la red de metro y el funicular de Montjuïc.
Los desfibriladores semiautomáticos se fueron instalando por fases en los intercambiadores de la red de metro. En julio del 2021, los 24 intercambiadores de la red con más tráfico de personas, y que hacen la función de intercambio en otros transportes ferroviarios, quedaron cardioprotegidos. En noviembre de 2021 ya eran 47 las estaciones cardioprotegidas y la L2 quedó cardioprotegida en su totalidad.
A finales de noviembre de 2021 ya eran 47 las estaciones cardioprotegidas y la L2 quedó cardioprotegida en su totalidad.
En paralelo, desde el inicio del proyecto, se está formando al personal para utilizarlos.
Cómo se utilizan los desfibriladores
Los aparatos son del tipo desfibrilador externo automático (DEA). Son capaces de diagnosticar y trata el paro cardiorrespiratorio causado por una fibrilación ventricular o una taquicardia ventricular sin pulso. Además, lo puede utilizar cualquier persona aunque no tenga conocimientos sanitarios.
Los desfibriladores se encuentran en el interior de una caja transparente señalizada, en la zona central de los andenes y al lado del interfono. Son aparatos sencillos, aptos para que los utilice cualquier persona sin conocimientos sanitarios.
Son aparatos sencillos, aptos para que los utilice cualquier persona sin conocimientos sanitarios
Si se sospecha que un viajero está sufriendo un paro cardíaco, lo primero que hay que hacer es pulsar el botón SOS del interfono situado al lado de la caja donde está el desfibrilador. De esta forma, desde el Centro de Control de Metro se avisa a la central de emergencias para que los servicios médicos se desplacen a la estación. Después hay que extraer el desfibrilador y seguir las instrucciones. El dispositivo analiza el estado del paciente y le aplica una descarga eléctrica para restablecer su ritmo cardíaco.
Actuación rápida, dentro de los 10 minutos posteriores al ataque cardíaco
Las enfermedades cardiovasculares causan el 30 % de la mortalidad total en el mundo y constituyen un problema de salud pública de primer orden, con incidencia en personas de cualquier edad y condición. Aparte de la prevención y la difusión de hábitos saludables, una forma eficaz de evitarlo es la diseminación de desfibriladores que puedan ser utilizados en los 10 minutos posteriores a la crisis cardíaca, que son decisivos.