Por quinto sábado consecutivo, y a pesar de que el de ayer caía en Navidad, centenares de barceloneses se han echado a las calles de la capital catalana para mostrar su rechazo a las restricciones dictadas por los gobiernos central y autonómico por la pandemia de COVID-19 y contra la vacunación indiscriminada. Protestan también contra la implantación injustificada del pasaportarte COVID y lo que llaman «la dictadura sanitaria».
Bajo lemas como el de «pasaporte sanitario, estado totalitario«, cientos de ciudadanos prefirieron dejar la sobremesa navideña y salir a la calle a mostrar su rechazo a unas medidas que cada vez resulta más difícil justificar. Buena prueba de ello fueron las reacciones airadas al anuncio de que las mascarillas vuelven a ser obligatorias en exteriores. Una decisión del Gobierno del socialista Pedro Sánchez y que ha logrado poner de acuerdo a personajes públicos tan alejados como la tertuliana Elisa Beni y el activista político Alvise Pérez. La próxima cita será el jueves 30, a partir de las 20.00 horas, en Plaza Cataluña.
En otras ciudades
En numerosas ciudades a lo largo y ancho del orbe son cada vez más los ciudadanos dispuestos a salir a la calle para plantar cara a lo que consideran una «dictadura mundial». En el caso de España, a las movilizaciones ya registradas en Barcelona deben sumarse otras que han sido realmente contundentes, como la celebrada en San Sebastián el pasado día 19 y durante la cual los manifestantes llegaron a rodear la sede del PNV, lo que levantó algunas alarmas en la ciudad vasca coreando lemas como el de «nuestro cuerpo, nuestra decisión».
Revolución mundial por la libertad
Estas movilizaciones, que llevan meses produciéndose convocadas por numerosos grupos, no han sido hasta ahora objeto de atención por parte de los medios de comunicación tradicionales, que mantienen el discurso oficial en torno al COVID-19, es decir, vacunación forzosa y pasaporte COVID que restrinja las libertades de los no vacunados. Sin embargo, algo está cambiando y estos mismos medios comienzan a prestar cierta atención a los manifestantes, aunque solo sea para criticarlos llamándoles «negacionistas» o «antivacunas». Poco que ver con la realidad, pues, en general, se trata de grupos que no niegan la existencia del virus, que exigen una mayor transparencia en torno a las vacunas y que reclaman el regreso a la normalidad anterior a marzo de 2020. Sus argumentos invitan, desde luego, a la reflexión.