Pandemia, recuperación e inflación y medio ambiente II

Miembros del Ejército de Tierra desinfectando una residencia durante la primera ola de la pandemia.

En el segundo artículo de esta miniserie voy a examinar algunos aspectos de la pandemia. Un tema al que, como profesional de las ciencias sociales, he dedicado considerable atención y sobre el que he publicado unas cuantas decenas de artículos para dar cuenta de la tragedia humanitaria y la catástrofe social y económica vivida desde que el Covid-19 irrumpió en la escena a comienzos de 2020.

En el caso de España, pronto pudimos constatar que los principales responsables gubernamentales, Illa, ministro de Sanidad, y Simón, director del Centro de Alarmas y Emergencias Sanitarias, habían estado minimizando los riesgos de padecer una epidemia en lugar de prevenir a la población y poner en marcha medidas preventivas para amortiguarlas. Las nueve semanas comprendidas entre el 9 de marzo y el 10 de mayo de 2020 resultaron fatídicas, pudiéndose cifrar el exceso de mortalidad registrado en esas nueve semanas en casi 50.000 personas.

«Illa, ministro de Sanidad, y Simón, director del Centro de Alarmas y Emergencias Sanitarias, habían estado minimizando los riesgos de padecer una epidemia en lugar de prevenir a la población».

Pero la imprudencia y sus consecuencias, la tragedia humanitaria y la Recesión Pandémica, tienen dimensión planetaria. Si como indicaba en mi artículo “¿En manos de quiénes estamos?”, publicado el 20 de mayo de 2020, la pandemia había desbordado las políticas de salud pública de la mayoría de los gobiernos occidentales a mediados de mayo de 2020, cuando tan sólo había 5,2 millones de casos reconocidos, 333.612 fallecidos y 2,1 millones de casos activos, qué podemos decir el 24 de diciembre de 2021 cuando los casos totales contabilizados superan 277 millones, hay 5,4 millones de fallecidos y 24 millones de casos activos.

Algunos gobernantes han considerado notable su gestión de la pandemia, como si la muerte prematura de varios millones personas hubiera sido un suceso inevitable e independiente, por tanto, del nivel de acierto de las políticas por ellos adoptadas. Y, como veremos, no es así.

«Algunos gobernantes han considerado notable su gestión de la pandemia, como si la muerte prematura de varios millones personas hubiera sido un suceso inevitable».

Como veremos a continuación una alta proporción de los casos y muertos desde el inicio de la pandemia se han contabilizado en democracias con economías desarrolladas en las que sus ciudadanos gozan de elevados niveles de vida y cuentan con sistemas sanitarios avanzados. Aunque esta elevada participación puede estar inflada por el hecho de que las cifras contabilizadas en los países en vías de desarrollo infravaloran, casi con toda seguridad, la extensión de la pandemia, no deja de resultar paradójico que las políticas de salud pública aplicadas en los países desarrollados hayan sido tan ineficaces para contener la expansión de la enfermedad y acortar el tiempo requerido para recuperar los niveles de actividad económica previos a la irrupción del virus.

Empecemos por las cifras

No se puede valorar la gestión realizada de la pandemia por los gobiernos de los países más desarrollados sin comparar la evolución de las cifras de casos y fallecidos en estos países con las del resto del mundo. Al realizar esta comparación, conviene reconocer desde el principio, el hecho de que los países más desarrollados con gobiernos democráticos, las autoridades han contabilizado con mayor exactitud los casos totales y las muertes ocurridas que en muchos otros países que presentan aparentemente mejores resultados, bien por el escaso interés de las autoridades en recabarlas, bien por la falta de medios estadísticos.

En mi artículo “China, ¿ángel o demonio?”, publicado en este diario el 20 de octubre de 2020, ya examiné la posible infravaloración de las cifras de casos y muertes en China, pero estamos sin duda ante un problema mucho más general que afecta a infinidad de países en África, Oriente Medio, Asia e incluso en Europa.

El Cuadro 1 resume la situación de la pandemia el 17 de diciembre de 2021. En las columnas 1 y 12 (coloreadas en marrón) se muestran la región o país y su población, respectivamente. Las columnas 2, 4, 6 y 8 en el Cuadro 1 (coloreadas en morado) presentan las cifras absolutas de casos totales, muertos, recuperados, activos; la columna (9) (coloreada en amarillo) los enfermos críticos; en las columnas 3, 5 y 7 (coloreadas en lila) las cifras de casos diarios, muertos diarios y recuperados diarios el 17 de diciembre de 2021; la columna (9) (coloreada en amarillo) la cifra de enfermos en condición crítica el 17 de diciembre de 2021. Los casos y muertos por millón de habitantes aparecen en las columnas 10 y 11 (coloreadas en azul claro), respectivamente.

Las filas en el Cuadro 1 muestran las cifras de las variables indicadas en las columnas para las distintas regiones o estados. La fila (1) corresponde al conjunto de los 27 países miembros de la UE (UE-27), la fila (2) al Reino Unido (R.U.), la (3) a los Estados Unidos de América (USA) y la (4) a Canadá. En la fila (5)=(1)+(2)+(3)+(4) se presenta la información para este subconjunto de treinta países desarrollados. En la fila (7), denominada ‘Total mundo’, se incluye esa misma información para todos los países del mundo donde se han registrado casos. Por último, la fila (6) ‘Resto del Mundo’ proporciona las cifras de todos los países del mundo, salvo los 30 incluidos en (5).

La pandemia en la UE-27, los Estados Unidos y el Reino Unido

USA presenta cifras absolutas de casos totales y muertos similares a las de la UE-27, pero al ser su población notablemente inferior existen diferencias importantes en las cifras por millón de habitantes que, lógicamente, son muy superiores en los Estados Unidos. No hay duda de que si bien las restricciones impuestas y la recesión económica han sido más suaves en USA, el resultado global de las políticas aplicadas en este país ha resultado en un mayor número de infectados y fallecidos.

El R.U., por su parte, pese a haber contabilizado un mayor número de casos por millón de habitantes que Estados Unidos, presenta un número de fallecidos significativamente inferior, lo que pone en evidencia el sistema sanitario estadounidense. Por otra parte, Canadá presenta resultados por millón de habitantes muchísimo más favorables que la UE-27, y, por ende, mucho mejores que el R.U. y USA.

«El R.U., por su parte, pese a haber contabilizado un mayor número de casos por millón de habitantes que Estados Unidos, presenta un número de fallecidos significativamente inferior, lo que pone en evidencia el sistema sanitario estadounidense».

Las elevadas cifras absolutas y por millón de habitantes que presentan el R.U. y los Estados Unidos. en comparación con la UE-27 y sobre todo con Canadá, permiten afirmar con bastante confianza que las políticas aplicadas en los dos países anglosajones han resultado poco efectivas para controlar la expansión de la epidemia, y que el coste que ambos países han pagado en vidas humanas truncadas prematuramente por millón de habitantes ha sido altísimo en ambos casos: 2.477 en USA y 2.145 en R.U. La UE-27 con 1.974 les sigue a cierta distancia y Canadá con 786 saca los colores a todas ellos. Para hacernos una idea, si la UE-27 hubiera tenido la misma tasa de mortalidad por millón de habitante que Estados Unidos, 2.477, el número de fallecidos en la UE-27 habría sido 1.103.702 en lugar de los 879.878.

«Si la UE-27 hubiera tenido la misma tasa de mortalidad por millón de habitante que Estados Unidos, 2.477, el número de fallecidos en la UE-27 habría sido 1.103.702 en lugar de los 879.878».

Para hacernos una idea de la magnitud de la tragedia humanitaria ocasionada por el virus Covid-19 en Estados Unidos, basta con apuntar dos datos. Primero: en los 653 días transcurridos entre el 1 de marzo de 2020 hasta el 17 de diciembre de 2021, la cifra media de fallecidos asciende a la imponente cifra de 1.266,2, obtenida al dividir el total de fallecidos (826.840) `por el número de días (653). Segundo: la cifra total de muertos en Estados Unidos por Covid-19 hasta el 17 de diciembre de 2021, 826.840, supera holgadamente la cifra total de estadounidenses caídos (664.701) en todas las guerras libradas desde el inicio de la guerra de independencia en 1775, sin incluir en el computo las elevadas bajas registradas en la cruenta Guerra de Secesión librada por los gobiernos de Estados Unidos de América y los Estados Confederados de América entre 1861 y 1865.

La pandemia en los 30 países desarrollados y el mundo

La fila (5) / (7) en el Cuadro 1 permite comparar las cifras correspondientes a los 30 países desarrollados que aparecen en la fila (5) con las del conjunto del mundo que figuran en la fila (7). Como el lector puede comprobar las cifras incluidas en las columnas 2, 4, 6 y 9, indican que los porcentajes de casos, muertos y recuperados totales y enfermos en condición crítica que representan los 30 países en el concierto mundial son entre 3 y 4 veces superiores al porcentaje de población que representan: 11,15%, En las columnas de 3, 5 y 7, correspondientes a casos, muertos y recuperados diarios, respectivamente, y en la columna 8 de casos activos, los porcentajes son bastante más elevados, si bien estas cifras diarias son menos fiables al presentar una gran volatilidad.

En las columnas 10 y 11 aparecen las ratios de casos y fallecidos por millón de habitantes entre los 30 países desarrollados seleccionados y el total de países del mundo. Como puede verse, las cifras de los primeros triplican holgadamente, 3,69 y 3,09, los valores para el conjunto del mundo. ¿Podemos concluir a partir de estas diferencias tan abultadas que la infección se ha extendido menos y el número de fallecidos es mucho menor en el resto del mundo? Aunque la infravaloración de casos y fallecidos se ha producido también en los 30 países desarrollados seleccionados en este artículo, el nivel de infravaloración ha sido casi con toda seguridad probablemente más intenso en los países en vías de desarrollo.

Ya he mencionado las dudas que suscitan las estadísticas oficiales ofrecidas por las autoridades chinas, pero incluso si multiplicáramos las modestas cifras de contagiados (100.076 el 17 de diciembre) y muertos (4,636 desde el 26 de enero de 2021) del gigante asiático, con una población de 1.435 millones, por un número elevado, los resultados de la comparación no sufrirían cambios apreciables. Cierto que existen, además, infinidad de países en vías de desarrollo, incluso muy populosos en América (Brasil, Méjico, etc.), Asia (India, Indonesia, Pakistán, Filipinas, etc.) y África (Etiopía, Egipto, Kenia, Nigeria, etc.) donde las cifras contabilizadas de casos y/o muertos son tan ridículamente bajas que resulta difícil concederles credibilidad.

A pesar de las dudas que suscitan las cifras de casos y muertos incluidos en el resto del mundo en el Cuadro 1, debiera resultar cuando menos preocupante para los ciudadanos de los 30 países desarrollados que los casos y muertos en sus países tripliquen su participación en la población mundial y que las cifras de casos y muertos por millón de habitantes sean 3 veces superiores a la media mundial.

En manos de quienes estamos

Con contadas excepciones, la gestión de la pandemia realizada por los gobiernos de los países desarrollados ha sido sencillamente desastrosa. Ni Trump, ni Johnson, ni Merkel, ni Macron, ni Sánchez, por citar a algunos líderes del grupo de los 30 países desarrollados, se salvan de la quema. A la prepotencia e inacción inicial durante los meses de enero y febrero de 2020, sucedió una etapa de confinamientos más o menos rigurosos para contener la explosión de contagios y muertes que produjeron fuertes caídas en la producción, sin lograr ya evitar el elevado número de víctimas que dejó tras sí la primera oleada.

«Ni Trump, ni Johnson, ni Merkel, ni Macron, ni Sánchez, por citar a algunos líderes del grupo de los 30 países desarrollados, se salvan de la quema».

En una reciente entrevista, Peter Hessler, escritor estadounidense, profesor en la Universidad de Sichuan durante la pandemia, reiteraba que China “es el único país grande que realmente ha logrado llevar el virus al punto de cero COVID. Y es también el único país que metió la pata al principio y luego le dio la vuelta completamente a la situación. Ambas cosas son realmente interesantes para mí”. Por ello, continúa Hessler, “tenía el compromiso hacia mi país natal, donde la gente leía esto, que tenía 100.000 muertos en ese momento. Están haciendo todo mal. Necesitan oír qué ocurre cuando lo haces bien”. Ahora, el coste en vidas humanas por no hacerlo bien en su país ha superado ya los 630.000 muertos y la pandemia no ha terminado aún.

China “es el único país grande que realmente ha logrado llevar el virus al punto de cero COVID. Y es también el único país que metió la pata al principio y luego le dio la vuelta completamente a la situación.

Peter Hessler

Tras la primera oleada, las políticas de salud pública implementadas en cada país se limitaron a imponer restricciones intermitentes a la movilidad y al desarrollo de actividades económicas, más o menos intensas, implementadas más con la intención de evitar el colapso de los sistemas asistenciales y hospitalarios y frenar la sangría de las arcas públicas que de controlar la expansión de la epidemia.

La disponibilidad de mascarillas, test, medios de protección para el personal sanitario y material hospitalario permitieron contener la mortalidad pese a las explosiones de contagios vividas en el segundo semestre de 2020. Pero la recuperación de la actividad económica prevista inicialmente para el segundo semestre de 2020 se retrasó sine die.

Y llegaron las vacunas

En el primer semestre de 2021, se iniciaron con brío las campañas de vacunación masiva en los países desarrollados que eran los que podían financiar la compra de los fármacos y contaban con sistemas sanitarios capacitados para implementarlas.

El Gráfico 1 muestra los avances logrados en una muestra de países y regiones del mundo. Con el avance en el proceso de vacunación, se levantaron gradualmente las restricciones a la movilidad, las limitaciones de aforos, etc., y la vida social y la actividad económica comenzaron a normalizarse. Pero pese a los avances logrados en el proceso de vacunación en el primer semestre de 2021, la cifra de contagios semanales alcanzó dos nuevos picos agosto y diciembre de 2021, como puede comprobarse en el recuadro superior derecho del Gráfico 2, si bien los aumentos en la tasa de mortalidad, como puede verse en el recuadro inmediatamente inferior, han sido mucho más suaves que en oleadas anteriores.

La progresiva normalización de la vida social favorecida por la seguridad que aportaba precisamente el avance en el proceso de vacunación, la aparición de nuevas variantes del virus, como la Delta y Ómicron, y la ralentización del proceso de vacunación en la segunda mitad de 2021, observable en el ángulo inferior derecho del Gráfico 2, están detrás del aumento de casos en muchos países desarrollados en los últimos meses, cuyos gobiernos están adoptando ya medidas para evitar la previsible explosión de contagios a causa de las celebraciones prenavideñas.

Por otra parte, las campañas masivas de vacunación están siendo cuestionadas por negacionistas vocacionales y defensores a ultranza de la libertad individual frente a la responsabilidad social, incluidos algunos políticos que no han comprendido todavía que no habrá recuperación económica si no se controla la pandemia, y por algunos periodistas e intelectuales que ven en la ineficacia de las vacunas para detener los contagios una oportunidad para denunciar la invasión de la privacidad y avanzar teorías conspirativas.

Sopesar los beneficios y costes de las vacunas es un asunto que llevará tiempo dilucidar, pero con la evidencia disponible resulta difícil poner en duda que la combinación de precauciones a nivel individual, la disponibilidad de material e instalaciones sanitarias apropiadas, para tratar a los infectados, y la vacunación de una gran parte de la población han reducido considerablemente las tasas de mortalidad.

Las vacunas no evitan resultar contagiado ni impiden que los vacunados transmitan el virus, pero todo indica que han reducido la gravedad de la enfermedad y las tasas de mortalidad, y carece de fundamento alguno intentar presentar las campañas de vacunación como un contubernio ‘gubernofarmacéutico’ para aumentar los beneficios de las empresas que las han desarrollado.

Las verdaderas pérdidas por el Covid-19 son los 5,4 millones de fallecidos y los 277 millones de infectados reconocidos -las cifras reales son muy superiores- hasta hoy, y las ingentes pérdidas económicas causadas por las restricciones impuestas a la actividad económica para paliar los contagios y las muertes.

«Las verdaderas pérdidas por el Covid-19 son los 5,4 millones de fallecidos y los 277 millones de infectados reconocidos -las cifras reales son muy superiores- hasta hoy, y las ingentes pérdidas económicas causadas por las restricciones impuestas a la actividad económica para paliar los contagios y las muertes«.

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