Tras dos años de desacuerdo, Gobierno, sindicatos y Patronal han dejado atrás sus diferencias para aprobar la nueva reforma laboral. Sin embargo, el pacto no ha sido un camino de rosas para el Ejecutivo, especialmente por las reticencias de la CEOE. Ésta ha vacilado hasta el último momento a la hora de dar su visto bueno, haciéndolo entre tensiones internas y con el voto negativo de Foment del Treball. Frente a ellos, los sindicatos CCOO y UGT han suscrito el texto con entusiasmo afirmando que es el primera reforma respetuosa con los derechos laborales.
La reforma, solicitada insistentemente por Bruselas como condición para que España reciba los Fondos Next Generation, será aprobaba el próximo martes en el Consejo de Ministros. Según ha defendido la ministra de Trabajo Yolanda Díaz, la reforma persigue tres grandes objetivos: reducir la contratación temporal, reequilibrar la negociación colectiva y renovar los ERTE. Para el primer objetivo, se establece que los contratos ordinarios sean los actuales indefinidos, mientras que los de obra y servicio desparecerán para transformarse en dos: los estructurales (con un límite de 12 meses) y los formativos (solo para trabajadores menores de 30 años).
Descontento de parte de los empresarios
En cuanto a la negociación colectiva, se revierte la prevalencia del convenio empresarial a favor del sectorial. Por último, por lo que respecta a los ERTE, se potencian para sustituir a los despidos cuando las empresas atraviesen dificultades. El descontento de parte de los empresarios procede de que, en su opinión, no mejorará la competitividad de las empresas ni su capacidad de generar empleo.