Solo como un jarro de agua fría puede considerarse el nombramiento de Josep Maria Estela como nuevo mayor de los Mossos. Sobre todo para quienes esperaban que el Govern de ERC y Junts apoyado por Guanyem-CUP atara de pies y manos al cuerpo policial autonómico ante las habituales algaradas de los movimientos ultraseparatistas. Estela ha dejado claro, entre otras cosas, que fortalecerá e incrementará las relaciones de los Mossos con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y, por si esto no fuera suficiente, en su primera intervención ya al frente de la policía catalana, ha señalado que su intención es mantener «el clima de confianza mutua y de lealtad institucional» con jueces y fiscales.
Un comisario dialogante
El mayor Estela, que hasta ahora era el máximo responsable de Mossos en el Camp de Tarragona, ha sido presentado por el conseller de Interior, Joan Ignasi Elena, como alguien con «talante dialogante» y partidario del «trabajo en equipo«. En este sentido, el mayor ha dejado claro que, a partir de ahora, «se desterrará la primera persona del singular para pasar a la primera persona del plural». Elena, por su parte, ha marcado como nuevos retos para los Mossos durante los próximos años el terrorismo internacional, el cultivo y tráfico de marihuana, los delitos de odio, la violencia machista y la ciberdelincuencia.
Estela tendrá que pilotar la modernización de los Mossos con la fecha de 2030 como horizonte. Hasta entonces, el nuevo mayor será el responsable de incrementar el papel de la policía autonómica en la sociedad catalana. También de «feminizar» el cuerpo, con el nombramiento de hasta un 30% de mujeres como cargos de la policía autonómica. Y, además, entre sus objetivos se encuentra el de aprovechar el talento de quienes llevan años trabajando en esta institución y cuentan tanto con experiencia como con formación. Todo con el fin de lograr que los Mossos sean un reflejo de la sociedad catalana.