Durante décadas las estadísticas sobre el conocimiento de la lengua catalana que ha presentado la Generalitat estaban notablemente infladas. Aún en 2020 desde el Punt-Avui nos decían que seguía mejorando el conocimiento del catalán entre la población adulta según la encuesta de usos lingüísticos en Cataluña, que se hace cada cinco años: «El 94,4% de la población entiende el catalán, el 81,2% lo sabe hablar, el 85,5% lo sabe leer y el 65,3% lo sabe escribir.» Ante estos datos, si Netflix no se molesta en ofrecer doblajes en catalán, peor para Netflix, pues otro aprovechará la oportunidad.
«El 94,4% de la población entiende el catalán, el 81,2% lo sabe hablar, el 85,5% lo sabe leer y el 65,3% lo sabe escribir»
‘Conocimiento del catalán entre la población adulta, encuesta usos lingüísticos en Cataluña, 2020’/ El Punt Avui
Pero resulta que, como avanzaba ElDiario.es, ERC condiciona su apoyo a los presupuestos generales del Estado a la presencia del catalán en la televisión de pago:
«Ni los desencuentros iniciales de la mesa de diálogo ni el choque por la ampliación del aeropuerto de El Prat habían hecho que ERC flaquease en su intención de negociar los Presupuestos Generales del Estado con el Gobierno (…) Pero la ley audiovisual es otra cosa. (…) La Generalitat viene reclamando que la norma establezca un porcentaje mínimo del 7,5% para el catalán, gallego y euskera en las plataformas como Netflix, HBO, Amazon Prime o Disney+, entre otras medidas.»
«La Generalitat viene reclamando que la norma establezca un porcentaje mínimo del 7,5% para el catalán, gallego y euskera en las plataformas como Netflix, HBO, Amazon Prime o Disney+, entre otras medidas»
ElDiario.es
Como dice Bernat Dedéu en el Nacional —Rufián nos blindará el catalán—: «Resulta fácil comprobar que la lengua catalana se convertirá en el principal bote salvavidas de las élites políticas autonomistas. Para ir tirando y fingir que trabaja, la clase dirigente se ha parapetado en esto de salvar el catalán…»
«Resulta fácil comprobar que la lengua catalana se convertirá en el principal bote salvavidas de las élites políticas autonomistas. Para ir tirando y fingir que trabaja, la clase dirigente se ha parapetado en esto de salvar el catalán»
Bernat Dedéu
Los mismos que nos hacían sentir orgullosos de una lengua de 10 millones de hablantes ahora nos cuentan que está en una situación tan precaria que sólo la ley puede salvarla.
Sigue Dedéu: «Que el supuesto “blindaje” del catalán venga del simple reconocimiento cooficial que ya expresa la Constitución de los enemigos y que se pretenda salvar la pervivencia de la lengua fomentando coproducciones… en Radio Televisión Española (es decir, impulsando productos que están en español en la mayoría absolutísima de los casos, castellanizando todavía más el marco mental de TV3… y ¡por si fuera poco, pagando nosotros!), esto tengo que reconocerles a los genios de Esquerra que es una fucking obra maestra.»
La presencia del catalán en productos de ficción no es irrelevante, pero es en la vida real donde las lenguas sobreviven. Mediante leyes y cuotas no se salva ninguna, sólo la dinámica social y la transmisión familiar pueden hacerlo. El catalán, en gran parte del país, está adquiriendo una función meramente simbólica y paisajística. Los no catalanohablantes responden a la normativa con el clásico «se acata pero no se cumple» —se acata básicamente para aprobar los exámenes obligatorios de catalán y para colgar rótulos exteriores en catalán—, mientras los mantenedores de la «política lingüística» se parapetan tras sus porcentajes imaginarios.
«La presencia del catalán en productos de ficción no es irrelevante, pero es en la vida real donde las lenguas sobreviven»
Un cierto realismo aflora en la reflexión de Dedéu: «Las lenguas son un mercado porque forman parte de una competencia, y sólo pueden llegar a incidir si se vuelven necesarias para trabajar, vivir y hacer negocio. Con sus continuas renuncias y su metafísica de ir tirando, los líderes procesistas son los responsables directos del declive del catalán. El inglés, el español o el chino son idiomas que hay que conocer, pues responden a dinámicas de poder y de intereses concretísimos.»
«Las lenguas son un mercado porque forman parte de una competencia, y sólo pueden llegar a incidir si se vuelven necesarias para trabajar, vivir y hacer negocio»
Bernat Dédeu
Netflix culpable
Siempre a punto para desacreditar las negociaciones impulsadas por el gobierno Aragonès, el partido de Waterloo, en boca de su bardo Valtonyic, resume la jugada: Luchábamos por la independencia y ahora luchamos para que pongan Netflix en catalán.
Francesc-Marc Álvaro en la Vanguardia —El federalismo de Netflix— insinúa la dimensión de cortina de humo que puede tener la cuestión: «Parece que el PSOE ha jugado bien sus cartas: con la atención de los republicanos puesta en la lengua, hemos dejado de hablar de lo que representan los presupuestos para la ciudadanía catalana.»
«Parece que el PSOE ha jugado bien sus cartas: con la atención de los republicanos puesta en la lengua, hemos dejado de hablar de lo que representan los presupuestos para la ciudadanía catalana»
Francesc-Marc Álvaro
Pero ¿no ha sido ERC quien ha tirado la primera carta para centrar el debate en la presencia del catalán en las plataformas televisivas? Es curioso que, después de tantos años en que la lengua había pasado a segundo término como elemento movilizador, ahora vengan con estas exigencias.
Eduard Voltas en 2012 pedía abiertamente pasar del bilingüismo como amenaza al bilingüismo como valor identificativo del proyecto de país: «El futuro estado catalán no se puede construir sobre la base de la alergia a la diversidad interna, sino de su plena asunción, porque de lo contrario será inviable. Lo que propongo es neutralizar este riesgo desde ahora mismo, dar un paso adelante y asumir el castellano como algo propio. No digo tolerarlo, no digo soportarlo como una suerte de fatalidad histórica que nos ha tocado sufrir, no digo simplemente respetarlo, sino convertirlo en un activo, tratarlo como un elemento definitorio de la Cataluña de hoy y de mañana. Incorporarlo al relato del país del futuro. Encajarlo en nuestro proyecto de estado.» Ya no sería imprescindible pues que el independentista hablase en catalán ni asumiese la cultura y la historia catalanas. Y figura principal de este independentismo en castellano ha sido y es el diputado Gabriel Rufián.
«El futuro estado catalán no se puede construir sobre la base de la alergia a la diversidad interna, sino de su plena asunción, porque de lo contrario será inviable»
Eduard Voltas
Otra manera de relativizar la cuestión lingüística fue lanzar la idea de que en Cataluña se hablan 300 lenguas, como si eso fuera algo significativo en un mundo globalizado. En Nueva York debe haber 3.000, pero la lengua oficial y de relación entre todos sus habitantes sigue siendo el inglés. Por suerte no se le ha ocurrido a nadie todavía hacer programas multilingüísticos en TV3, dando al español un espacio parejo al del urdu, ni exigir 300 doblajes a Netflix. Pero he aquí que el protagonismo de las negociaciones de los presupuestos, como si no hubiera nada más importante, vuelve a ser la lengua catalana.
Sigue Álvaro: «Hay que suponer que, a partir de ahora, iremos descubriendo cuáles son los compromisos concretos del gabinete Sánchez con un territorio donde la mitad de la población no quiere formar parte del Estado, algo que no ha cambiado (resultados electorales cantan) a pesar del fracaso del procés.»
«Hay que suponer que, a partir de ahora, iremos descubriendo cuáles son los compromisos concretos del gabinete Sánchez con un territorio donde la mitad de la población no quiere formar parte del Estado»
Francesc-Marc Álvaro
Habría que ver qué haría «la mitad de la población» ante la posibilidad de ver a algunos consejeros de los últimos gobiernos de la Generalitat, no hace falta mencionar nombres, como ministros de un Estado independiente; pero dejando aparte ese optimismo recurrente, tal vez blindar un porcentaje de presencia lingüística catalana en las grandes plataformas acabe siendo el compromiso estrella del trilero de la Moncloa. Al menos ERC se lo está poniendo en bandeja.
Siete millones invertidos en doblajes
En cuanto a Netflix, Vilaweb presenta algunos datos para resaltar la hipocresía lingüística española: El 55% del contenido de Netflix está en inglés, el 10% en hindi, el 6% en español, el 4% en japonés; en cuanto a films o series creados por el propio Netflix, el 65% son originariamente en inglés. En 2018 «el Parlamento europeo aprobó una regulación sobre las plataformas de streaming que contiene obligaciones lingüísticas y de producción. Concretamente, se exigía que en septiembre de 2020 al menos el 30% de las producciones que Netflix distribuye en Europa fueran hechas aquí y en lenguas europeas, objetivo que la plataforma prácticamente ha conseguido, aunque con un retraso mínimo».
En cuanto a Netflix, Vilaweb presenta algunos datos para resaltar ‘la hipocresía lingüística española’: El 55% del contenido de Netflix está en inglés, el 10% en hindi, el 6% en español, el 4% en japonés
Luego, «la traslación de la normativa comunitaria que ha hecho España propone que, del 30% de producciones europeas que Netflix debe ofrecer si quiere estar presente en España, la mitad sean españolas y se ofrezcan preferentemente. Y también crea un impuesto por el que el 5% de los beneficios de las plataformas digitales debe destinarse a la producción de filmes y series en España. Francia va aún más allá e intenta que sea el 20%» (…) Pero, curiosamente, España es todavía uno de los nueve estados europeos que no ha adaptado la decisión europea a su ordenamiento legal. El plazo terminó el 19 de septiembre de 2020 y por esta razón hay prisa por aprobar la nueva ley audiovisual. El pasado 23 de septiembre, la Comisión Europea advirtió a los estados que tenían dos meses para adaptarse o serían multados».
Como siempre, tarde y mal, y dando motivo a más conflictos. «Esta prisa ha hecho que los tres gobiernos de los Países Catalanes» quieran incluir «obligaciones en relación con el uso del catalán. El CAC [Consell de l’Audiovisual de Catalunya], por ejemplo, ha propuesto que la cuota del 15% mínimo de producción en filmes o series españolas se divida entre las cuatro lenguas, en función de la población». Y en este contexto es que «ERC ha anunciado que su voto en el presupuesto del gobierno dependerá de que haya una mención explícita al catalán».
Interesante otro dato que Vilaweb aporta. Según la Plataforma per la Llengua resulta que «Netflix tiene en su catálogo más de 326 títulos con una versión doblada o subtitulada en catalán, pero no los ofrece en esta lengua. Se calcula que estos filmes han costado más de siete millones de euros a la Generalitat de Catalunya». Por ello pide que se hagan «las gestiones necesarias para facilitar a estas plataformas de vídeo a demanda los doblajes y subtítulos pagados con dinero público y que, de este modo, se encuentren obligadas a incorporarlos a sus catálogos. Y hay que recordar, además, que éste no es un problema exclusivo de Netflix, sino que también lo presentan plataformas como HBO, Prime Video, Disney+ y Movistar+.»
«Netflix tiene en su catálogo más de 326 títulos con una versión doblada o subtitulada en catalán, pero no los ofrece en esta lengua. Se calcula que estos filmes han costado más de siete millones de euros a la Generalitat de Catalunya»
Vilaweb
Si esas versiones ya existen y las hemos pagado entre todos, ¿por qué no se encarga la misma Generalitat de crear su propia plataforma y ofrecerlas al público a precio competitivo? Es una idea.