El llamativo retroceso sociológico del separatismo en Cataluña, patente en la menguada manifestación independentista del pasado 11 de septiembre en Barcelona, en buena medida es debido al hartazgo del sufrido pueblo catalán apabullado por un sistemático y compulsivo bombardeo secesionista que la Generalitat y los medios de comunicación subvencionados han orquestado desde hace tiempo, con especial virulencia a partir de 2012.
Los partidos de la Generalitat y los lobbies separatistas se muestran despavoridos ante la desafección de los otrora simpatizantes del proceso rupturista. No están dispuestos a que los catalanes de a pie repudien ahora la melodía independentista interpretada por un hipnotizador flautista del Maresme, réplica del de Hamelin. Los prohombres del Govern y sus adláteres no pueden consentir que los ciudadanos, guiados por la sensatez y el pragmatismo, fijen su atención en los problemas reales (inseguridad, paro, listas de espera, sanidad, hambre…) y no en los ilusorios delirios separatistas de la Generalitat.
Han repetido machaconamente, hasta la saciedad, que esta es la legislatura de la mayoría independentista, la del 52% de los catalanes que exigen la separación de España
Por ese motivo, desde el inicio de la presente legislatura, las fuerzas del lazo amarillo y los medios de comunicación subvencionados han adoptado la táctica que el prestigioso militar y estadista chino Sun Tzu escribió en el siglo V a.C. en su tratado El arte de la guerra: «La mejor defensa es un buen ataque».
Así pues, han desplegado una estrategia basada en dos artimañas concretas. Por un lado, han repetido machaconamente, hasta la saciedad, que esta es la legislatura de la mayoría independentista, la del 52% de los catalanes que exigen la separación de España. Por otro lado, han proyectado, con singular ahínco desde hace dos meses, la consigna de que la lengua catalana está en peligro de extinción.
La premisa del 52% es una burda verdad a medias, ya que ocultan que el 46,5% de los catalanes se abstuvieron de votar (otra muestra más del hastío del pueblo), motivo por el cual los votos independentistas en realidad son los del 27,04% de todos los catalanes, no los del 52%.
Esgrimen los separatistas creadores de este ardid que el uso del catalán ha perdido 500.000 hablantes en 16 años y que es de uso habitual para solo el 36% de los catalanes
Nos entretendremos en la segunda treta, fundamentada en el victimismo, ya que es una multiforme mentira: la necesidad de iniciar una segunda oleada de normalización del catalán (mejor dicho, imposición) ante el retroceso de su uso, llegando a considerarla en la actualidad una lengua minorizada -perseguida o prohibida- en Cataluña e, incluso, en peligro de desaparición. Esgrimen los separatistas creadores de este ardid que el uso del catalán ha perdido 500.000 hablantes en 16 años y que es de uso habitual para solo el 36% de los catalanes. Así pues, exigen que en las universidades las clases solo sean en catalán, impulsando la delación, la denuncia anónima de los profesores que osen hablar en castellano cuando un alumno se lo requiera, a través de una web de la hiper subvencionada Plataforma per la Llengua (recibe 500.000 euros anuales en subvenciones de la Generalitat). Braman, también, por que los niños hablen en catalán en el patio de los colegios (recordemos la totalitaria vigilancia que llevó a cabo la susodicha Plataforma en septiembre), por que el catalán se use prioritariamente en la administración de justicia, en el mundo del audiovisual, en las plataformas digitales, en la juguetería… y, como última novedad, en las bibliotecas.
Pues bien, si los datos sobre el retroceso del uso del catalán son ciertos, una explicación lógica la encontramos en que se ha convertido nuestro querido idioma catalán en una lengua antipática por culpa de la asfixiante imposición lingüística llevada a cabo, de forma totalitaria durante 40 años por la Generalitat con intencionalidad ideológica y política. No obstante, de lo que no cabe duda es de que el catalán actualmente no es una lengua minorizada en Cataluña, sino que el idioma perseguido y proscrito es el castellano: ninguna escuela pública catalana contempla en su plan lingüístico el castellano como lengua vehicular; se impide rotular los comercios en castellano, bajo pena de multa (entre 2010 y 2020 la Generalitat ha recaudado 1.154.985 euros en este concepto); la documentación expedida por la Generalitat y el Parlament se publica exclusivamente en catalán; la televisión pública TV3 y la radio pública de la Corporació de Mitjans de Comunicació emiten solo en catalán.
Utilizar estos datos sobre las bibliotecas para demostrar que el catalán está siendo minimizado es un insulto a la inteligencia, es hacer demagogia con un argumento falaz
En la última semana se ha incorporado al argumentario de esta artimaña sociolingüística y política la preocupación de la casta separatista sobre la intolerable desproporción de los libros en catalán que forman parte del catálogo de las bibliotecas de la Red de lectura pública de Cataluña. En el catálogo Atenea existen en la actualidad un 64% de libros en castellano, un 25% en catalán y un 11% en otros idiomas. Sin embargo, utilizar estos datos sobre las bibliotecas para demostrar que el catalán está siendo minorizado es un insulto a la inteligencia, es hacer demagogia con un argumento falaz.
Lo que existe en realidad es un gran desequilibrio en el porcentaje de libros editados en castellano que se encuentran en las bibliotecas públicas catalanas. Para demostrar esta tesis solo es necesario saber interpretar correctamente los datos numéricos y por eso hay que tener en cuenta las siguientes evidencias: los actualmente 540 millones de hispanohablantes llegarán a ser 800 millones en 2050; la demanda general de libros en castellano en todo el mundo es muy superior que la de publicaciones en catalán, motivo por el cual la generación de libros en castellano es inmensamente mayor; la adquisición de libros en catalán por parte de las bibliotecas públicas es prioritaria (la Generalitat destinó el año pasado 3,23 millones de euros para a compra de novedades bibliográficas en catalán), pero ya ha absorbido el sistema bibliotecario catalán la totalidad de la generación de libros en catalán que existe.
El español es la segunda lengua de estudio en los colegios chinos en la actualidad. Son conscientes de que su porvenir depende de las relaciones comerciales con el mundo hispanohablante
En conclusión, atendiendo a la generación de materiales bibliográficos en catalán y castellano, la proporción de libros en catalán es más que favorable y elevada respecto a los libros en castellano.
Para finalizar, ya que nos hemos referido a la civilización china, convendría recordar que el español es la segunda lengua de estudio en los colegios chinos en la actualidad. Son muy conscientes de que su porvenir depende de las relaciones comerciales que pueden establecer en todo el mundo hispanohablante, especialmente con América. Por eso cuidan su lengua sin minorizar el castellano, sino todo lo contrario.