El nacionalismo catalán hace aguas frente a las identidades colectivas transnacionales, la inmigración, la cultura woke y la pérdida de influencia de los medios de comunicación tradicionales. Se las prometían muy felices. Por un lado con el control de la escuela, arrinconando al castellano como lengua extranjera, manipulando la historia y los contenidos de otras materias como literatura o geografía. Por otra, con un control absoluto de los medios de comunicación catalanes en general y de la radio televisión pública en particular. También con una política migratoria de castigar la llegada de personas de otras partes de España, sustituirla por inmigrantes de otras latitudes y favorecer la salida de los disidentes, especialmente por cuestiones lingüísticas.
Inesperadamente, los jóvenes ya no se definen por su identidad nacional, son bilingües o trilingües sin complejos, escuchan música latina, no ven TV3, que ve como su canal de adoctrinamiento infantil se queda con audiencias insignificantes. Los jóvenes, y no tan jóvenes, se identifican cada vez más con su identidad de género que con su identidad nacional. Les preocupa más el planeta que cualquier debate local.
Un chiste machista y pedófilo sobre la Reina y la Infanta Leonor ha sido criticado, aunque sea con la boca pequeña, por mujeres independentistas
Los inmigrantes de otras culturas ven reforzadas sus identidades de origen y se resisten a integrarse apoyados por la cultura woke que tango gusta a la izquierda identitaria. Como hemos visto estos días un chiste machista y pedófilo sobre la Reina y la Infanta Leonor ha sido criticado, aunque sea con la boca pequeña, por mujeres independentistas. Antes que anti españolas son mujeres y puede más la solidaridad feminista que la nacional.
Han abrazado la corrección política sin apreciar que es el arma de las grandes multinacionales para homogeneizar el mundo y debilitar los estados nación
Según un informe del Idescat, el crecimiento poblacional de Cataluña en los próximos años, 180.000 personas hasta 2025, será gracias a la inmigración. Creía Pujol que el peligro para la catalanidad venía de los andaluces y los latinos por tener el español como lengua, pero nada más lejos de la realidad. Todo ello explica que, de repente, el principal problema de Cataluña sea doblar al catalán las series de Neflix y otras plataformas.
Han abrazado la corrección política sin apreciar que es el arma de las grandes multinacionales para homogeneizar el mundo y debilitar los estados nación y dejarlos inertes a su poder. Se trata de construir estados post nacionales, sin ninguna cultura dominante, como orgullosamente Justin Trudeau pregona de Canadá. Y, con este panorama, todas las culturas nacionales están en peligro y las menos fuertes más. Cataluña, por mucho que se quiera imponer una determinada concepción de la catalanidad, es un eslabón débil. Justicia poética. Aunque a mí, particularmente, no me va ni el asimilacionismo cultural de los nacionalistas, ni la segregación grupal de la izquierda identitaria. Prefiero las sociedades mestizas. Que va a decir un charnego.