El nombramiento de la jueza catalana Lourdes Arastey como representante de España en el Tribunal de Justicia de la UE ha levantado las alarmas en el separatismo. Y es que este tribunal es el que debe resolver la cuestión prejudicial presentada por el juez Pablo Llarena sobre las órdenes europeas de detención de Carles Puigdemont, Clara Ponsatí y Toni Comín. A la nueva jueza europea, los separatistas no han podido encontrarle ni un solo indicio de apoyo al procés, por lo que, al menos en redes sociales, han mostrado su temor a que su desembarco en el TJUE pueda ser un mal augurio para los intereses de los tres eurodiputados fugados de la Justicia española.
Arastey, nacida en Tarragona en 1959, se licenció en Derecho por la Universidad de Barcelona. Su primer destino como jueza de primera instancia e instrucción fue Sant Feliu de Llobregat. Durante 19 años, desde 1990, formó parte de la Sala Social del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña y, posteriormente, pasó al Tribunal Supremo. Ha sido, además, jueza del Tribunal Administrativo de la OTAN.
La representante de España en el TJUE, por otro lado, es conocida por su defensa a ultranza de la igualdad de género y la independencia judicial. Forma parte de la Asociación Judicial Francisco de Vitoria, considerada moderada. En una entrevista publicada por la revista de esta asociación, Arastey denunciaba cuestiones como que «el Poder Judicial no dispone de la más mínima competencia económica y presupuestaria». Algo que afecta a la carrera judicial, infradotada de medios y en la que la ahora miembro del TSJU querría integrar «unidades de mediación» que conviertan la Justicia en un elemento menos rígido.
Firmar providencias en femenino
En la misma entrevista, Arastey también se refería a su lucha por la igualdad de género y ponía ejemplos sobre cómo las diferencias se dan también en los órganos judiciales: «Dan por hecho que soy una secretaria personal de algún magistrado mientras que a cualquier hombre con traje y corbata se le trata de usted. He estado más de ocho años tachando en las providencias de las que soy ponente el ‘Excmo. Sr. D.’ para ponerlo en femenino«.
La jueza, finalmente, dejaba claro que la politización del Consejo General del Poder Judicial no significa que no exista la independencia judicial en España. «El Poder Judicial», concluía, «somos los jueces, no el Consejo». Una afirmación que el separatismo debería tener en cuenta a la hora de valorar si la llegada de Arastey al TJUE será positiva o no para los intereses de sus líderes.