Tras la aclamada La hija de la española (Lumen) y la compilación de artículos Crónicas barbitúricas (Circulo de Tiza), la venezolana pero radicada en España Karina Sainz Borgo (Caracas, 1981) regresa con su esperada segunda novela, El Tercer País, de nuevo con Lumen. En ella, y con el mismo estilo cortante y magnético de su debut, construye una suerte de western fantasmagórico en el que dos mujeres esculpidas por la tragedia forjan una amistad hecha de compasión, lealtad y coraje. En palabras de su autora, «son Antígonas en un territorio tiznado de polvo y miedo».
Su primera novela fue traducida a 26 idiomas y comparada con Borges y Coetzee por The New York Times. ¿Cómo afrontó la escritura de su segunda obra tras semejante acogida?
El Tercer País tuvo un aparición rotunda y una gestación vertiginosa e intensa. No me planteé esta novela como una revalida de La hija de la española, porque El Tercer País ya se había manifestado mucho antes. El Tercer País me hizo compañía en la promoción de la primera, le dio sentido a mis búsquedas y dudas. Está escrita con urgencia. Hay una cierta ironía en todo el proceso: cuando comencé a escribirla, la misma sociedad que sería sorprendida por una pandemia, entonces ignoraba la enfermedad y la muerte, por no decir que las escondían, mientras yo no hacía más que levantar piedras para buscarla.
La Rochefoucauld dijo que el sol ni la muerte pueden ser mirados fijamente. Sin embargo, usted, como dice, no deja de hacerlo en su obra. ¿De dónde nace ese interés por la muerte?
Todo lo que escribo está marcado y presidido por la muerte como tema. Nací en un lugar en el que hasta las floren depredan, pero en el que el poco valor de la vida condicionó mi percepción acerca de su finitud. La muerte como tema político y humano vertebra mi búsqueda literaria y personal. Tras crecer en un trópico exagerado y exuberante en el que los ciudadanos nos convertimos en presas, me mudé a vivir a un país y en una sociedad, la europea me refiero, donde la relación con la enfermedad y la muerte era distinta y eso me hizo consciente de mi propia percepción de ella.
La palabra exilio es muy seria y profunda, así que prefiero decir que yo misma me sentí expulsada del lugar en el que nací. Llevo años reconstruyendo ese desalojo
Tanto el exilio como la inmigración también son asuntos clave en ambas obras. ¿Qué hay en ello de autobiográfico?
El punto de partida de una escritura propia con nuestras vivencias y nuestra memoria. La migración está presente en mi vida incluso antes de nacer. Soy nieta e hija de exiliados políticos, españoles republicanos; yo misma me marché muy joven de mi país, lo cual condiciona mi mirada y mi sensibilidad. La palabra exilio es muy seria y profunda, así que prefiero decir que yo misma me sentí expulsada del lugar en el que nací. Llevo años reconstruyendo ese desalojo.
Tal y como señalan en Zenda —y en El Tercer País aún más que en La hija de la española— se sirve de estructuras cortas, ya sean párrafos, frases o capítulos. ¿Es deudor ese laconismo de su faceta como periodista?
El periodismo y la literatura suponen para mí los elementos de un mismo magma. La brevedad y concisión proviene del quehacer del reportero, pero también de una marcada impronta por la tradición poética a la que pertenezco. Un buen verso y un bien titular comparten poder de fuego, exactitud y belleza.
El periodismo y la literatura suponen para mí los elementos de un mismo magma. Un buen verso y un buen titular comparten poder de fuego, exactitud y belleza
Por otra parte, la crítica ha coincidido en señalar lo cuidado de su prosa, aspecto no tan común en la ficción contemporánea. ¿Concibe una literatura en la que el estilo sea secundario?
El estilo es la gasolina de una novela, pero la maquinaria de un artefacto literario necesita, para que ese estilo funcione, una cadena de acciones y una arquitectura que conviva con el estilo. No sólo con prosa se empuja una novela.
La novela aborda la lealtad que se fragua entre dos mujeres ante una situación límite. ¿Por qué la amistad femenina se aborda tan pocas veces en la ficción?
No estoy muy segura de que sea así, y en ese caso tampoco sería mi papel emitir un juicio al respecto. La relación de Angustias Romero y Visitación Salazar está cimentada en la Antígona de Sófocles. Así como Antígona desobedece la ley para enterrar a su hermano, Angustias y Visitación procuran lo mismo: desobedecen las leyes de la frontera para dar sepultura y dignidad a quienes han sido apeados de ella. Creo que esta es una novela sobre la piedad y la compasión, dos sentimientos que brillan por su ausencia en una sociedad que se echa en brazos del primer populismo que les extienda el cheque en blanco del agravio.
Mi novela trata sobre la piedad y la compasión, dos sentimientos que brillan por su ausencia en una sociedad que se echa en brazos del primer populismo que les extienda el cheque en blanco del agravio
La narradora es Angustias Romero pero Visitación Salazar, un personaje excesivo y carismático, devora en gran parte la atención del lector. ¿Se inspiró en alguien concreto para su creación?
Puedo decir que conozco a Visitación y a Angustias y que pasé algún tiempo con ellas. Conocí a muchas. Su dolor y su coraje me enseñaron a interpretar la gran tragedia que tenía frente a mí. Todo lo que escribo surge del roce con la realidad y esta historia no es la excepción.
La extraordinaria dureza de la que hace gala tanto esta novela como la anterior roza, en ocasiones, lo distópico. Al menos en la ficción, parece sentirse cómoda en los extremos…
Es muy europea la atribución de lo distópico sobre cosas que ocurren todos los días, no digo ya en América Latina, sino en cualquier frontera. Sin ir muy lejos: ahí está el Mediterráneo como gran testigo de quienes huyen y naufragan.
Es muy europea la atribución de lo distópico sobre cosas que ocurren todos los días, no digo ya en América Latina, sino en cualquier frontera. Sin ir muy lejos: ahí está el Mediterráneo como gran testigo de quienes huyen y naufragan
Su literatura se nutre de la tradición latinoamericana pero también de la centroeuropea. ¿Cuáles son los títulos o autores sin los que cuáles Karina Sainz Borgo no sería hoy escritora?
Sin duda alguna soy un híbrido. La literatura que me interesa tiene los pies hundidos en la tierra en la que nací, pero mis intuiciones y preguntas me llevaron a autores fundamentales como J.M Coetzee, Thomas Bernhard, Doris Lessing, Natalia Ginzburg, Susan Sontag… El siglo de Oro español me enseñó la osadía verbal de los clásicos. Todo eso se decantó en mi interior con el paso del tiempo e hizo poso.