«Si en algo me siento heredero de Josep Tarradellas«, decía el socialista Salvador Illa hace unos meses en una entrevista en El País, «es en querer unir a Cataluña y en no buscar conflictos absurdos con España». Y así lo ha demostrado el líder del PSC en su primer debate de política general como jefe de la oposición en el Parlament. Lo ha hecho con un discurso plagado de referencias al expresidente Tarradellas pero también con una actitud que recuerda mucho a la que defendía aquel: catalanismo sí, pero buscando siempre la concordia con el resto de España.
Illa se refirió en numerosas ocasiones a Tarradellas. Sobre todo a al hora de ofrecer al presidente Pere Aragonés el apoyo de los socialistas catalanes, en un intento de demostrarle que hay vida mas allá de su siempre agonizante acuerdo con Junts o los cupaires. Lo hizo también para defender la necesidad de abrir de una vez por todas un diálogo entre catalanes con el fin de acabar con la larga década de desencuentros que ha significado el procés.
El jefe de la oposición ha procurado no ser hiriente en sus críticas al Govern separatista, en un intento de demostrar que su gobierno alternativo trabaja realmente para que Cataluña pueda salir adelante tras las crisis separatista y del COVID-19. Sin embargo, y como hubiera hecho Tarradellas, ha exigido a Aragonés «autocrítica», «un horizonte inclusivo», «políticas creíbles que afronten los problemas de la sociedad» y «una actitud de autoexigencia» que permita acabar con el victimismo habitual en las formaciones independentistas. «La culpa aquí siempre es de los otros», ha recriminado Illa al presidente republicano, «aquí todo lo hacemos bien y los otros son los malos».