El prestigioso diario The New York Times, más conocido por sus siglas, NYT, ha logrado sacar de sus casillas al ex presidente Carles Puigdemont, con una amplia investigación que podría demostrar sus vínculos con Rusia en contra de España. El reportaje ha sido publicado este viernes, justo un día después de que El Periódico desvelara que el juez que instruye el caso Voloh, Joaquín Aguirre, quiere seguir profundizando en la investigación de los posibles lazos entre los líderes del procés y el entorno de Vladímir Putin. Ha sido por esta noticia por la que Puigdemont ha emitido un comunicado amenazando con interponer querellas contra España «y otros estados». Pero sorprende que lo haya hecho justo después de conocerse el reportaje del NYT y no el jueves, cuando el medio catalán publicó su noticia.
Dos años de investigación
Los periodistas Michael Schwirtz y José Bautista firman el reportaje del NYT, que lleva por título Matrimonio de espías del Kremlin, una oscura misión en Moscú y disturbios en Cataluña. En un mensaje publicado en Twitter, Schwirtz ha explicado que han dedicado a la preparación de este trabajo nada menos que dos años de investigación: «Dos años persiguiendo pistas para esta historia, yendo y viniendo entre Barcelona y Madrid, consumiendo cientos de cafés y una no pequeña cantidad de Rioja».
Para este trabajo, ambos periodistas se han basado en «el informe de 10 páginas de los servicios de inteligencia europeos, cuya sustancia fue confirmada por dos funcionarios españoles; en los expedientes de dos investigaciones confidenciales separadas de magistrados de Barcelona y Madrid, que incluyen la transcripción de los textos, pero que no han arrojado ninguna acusación relacionada con las reuniones de Moscú; y en entrevistas con políticos y activistas independentistas de Cataluña, así como con funcionarios de seguridad en España y en el extranjero«.
El Tsunami ¿ruso?
Estos informes confirmarían, por ejemplo, que el secretario de Puigdemont, Josep Lluís Alay, viajó a Moscú en 2019 con el fin de «conseguir la ayuda de Rusia para separar a Cataluña del resto de España». Alay se reunió con «funcionarios rusos actuales, antiguos oficiales de inteligencia y el bien conectado nieto de un jefe de espionaje de la KGB«.
«Otros documentos confidenciales», aseguran los periodistas, «indican que Rusia era una preocupación central entre el sr. Alay y el sr. Puigdemont». Desconocen si Alay era conocedor de que las personas con las que se estaba reuniendo en Moscú «participan en lo que se ha dado en llamar la guerra híbrida del Kremlin contra Occidente». Y, aunque admiten que «no está claro» si hubo o no intervención rusa en el procés sí vinculan los viajes de Alay a Moscú con la aparición, en octubre de 2019, tras la publicación de la sentencia contra los líderes del separatismo, de la organización anónima Tsunami Democrátic.
Schwirtz y Bautista señalan también que «una transcripción secreta de 700 páginas de mensajes de texto muestra el esfuerzo realizado por Alay y otros en el círculo de Puigdemont para cultivar lazos con los rusos con vínculos con el establecimiento de inteligencia del país«.
Los objetivos del Consell per la República
Otro «informe de inteligencia de junio de 2020» señala que Alay, junto al empresario ruso Alexander Dmitrenko, «buscó asistencia financiera y técnica de Rusia para la creación de sectores bancarios, de telecomunicaciones y de energía separados de España». Justo lo que había propuesto el Consell per la República de Puigdemont pocos meses antes, en su Pla de Govern. Ambos se reunieron también en varias ocasiones con el matrimonio de espías rusos formado por Andrei Bezrukov y Yelena Vavilova. «Fueron agentes encubiertos que vivían en EEUU con los nombres en clave de Donald Heathfield y Tracey Foley», recuerda NYT, «su historia de espionaje, detención y eventual regreso a Rusia en un intercambio de espías sirvió de base para la serie de TV The Americans«.
No solo Puigdemont y Alay estaban buscando vínculos con Rusia. También lo habría hecho el abogado del ex presidente, Gonzalo Boye, quien, según la investigación del NYT, «consultó con un líder de un violento sindicato criminal ruso» con el fin de lograr «un conducto secreto de dinero para financiar sus actividades». En este caso conviene recordar que Boye fue condenado en 1996 a 14 años de prisión por colaboración con la banda terrorista ETA en el secuestro del empresario Emiliano Revilla. También ha sido acusado de ayudar al narco Sito Miñanco a blanquear dinero procedente de la droga.
El lenguaraz Puigdemont
La investigación del NYT, finalmente, desvela también que Puigdemont, al que definen como «un ex periodista con melena a lo Beatles», puso en algún que otro aprieto tanto a Alay como a Boye. Y es que el ex presidente mostró en algún momento su apoyo a la causa biolorrusa, algo que podría molestar enormemente al Kremlin. Frente a esta actuación, Boye envió un mensaje a Alay indicándole que sería necesario decir a los rusos que las palabras de Puigdemont «eran solo para despistar«.