Uno de los problemas que tiene el separatismo para movilizar a sus bases es que la Diada queda demasiado cerca del plácido agosto. Un mes que la acomodada clase política separatista suele dividir entre la Cerdanya, la Costa Brava y Menorca. De ahí que algunos de sus líderes se vean obligados cada año por estas fechas a intentar calentar el ambiente mientras la presidenta de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), Elisenda Paluzie, busca la forma de vender rápidamente las camisetas para la nueva performance. Este año le ha tocado el turno a la presidenta del Parlament, Laura Borràs, y al exjefe de la Generalitat, el inhabilitado Quim Torra. Lo han hecho con la Universitat Catalana d’Estiu como escenario y con ERC, más que el Estado, como adversario contra el que apuntar.
La primera en intervenir ante el auditorio ha sido la presidenta del Parlament, que se ha remontado a 1714 para, como es habitual, intentar justificar el derecho de Cataluña a la autodeterminación. El primer golpe contra ERC lo ha dado al ridiculizar el uso del término «Generalitat republicana» con el que suelen referirse el presidente Aragonés y los consellers republicanos al Govern. Borràs ha hecho su particular repaso de lo sucedido en los últimos años en Cataluña y, en este sentido, ha criticado veladamente acciones de ERC desarrolladas desde el Parlament y que fueron perjudiciales para, por ejemplo, Carles Puigdemont o Quim Torra. Sobre este último ha recordado que la Cámara, presidida en la pasada legislatura por el republicano Roger Torrent, «no opuso resistencia» a su inhabilitación, dictada, ha afirmado, «por un órgano meramente administrativo como la Junta Electoral Central».
Borràs ha definido la actitud de ERC en el Parlament como «preventiva y timorata«. Sin embargo, se ha mostrado dispuesta a dejar atrás el pasado y ha pedido «reconstruir con realismo pero con ambición nacional» la estructura institucional catalana en torno a cuatro pilares: la Generalitat, que debe demostrar a los ciudadanos aquello que no puede hacer por culpa del Estado; el Parlament, en el que se tiene que poder hablar de todo, salvo en el caso de Vox, al que hay que mantener bajo el llamado cordón sanitario; los ayuntamientos, que han de prepararse para sustentar una ruptura con el Estado y, finalmente, el Consell per la República, que desde Junts intentan por todos los medios que tutele al republicano Aragonés.
Los tres días de Macià
Quim Torra, por su parte, no ha defraudado pidiendo un «homenaje» al racista Heribert Barrera, del que ha destacado que votó en contra de la Constitución porque esta no contemplaba el derecho a la autodeterminación de Cataluña. También ha destacado la figura de Francesc Macià, del que ha dicho que logró controlar «durante tres días» Cataluña en abril de 1931. Ha evitado recordar, eso sí, que su mentor en política, Carles Puigdemont, declaró la república catalana en 2017 durante ocho segundos.
Torra, inhabilitado desde septiembre de 2020, ha cuestionado la utilidad de la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat, que se reunirá por segunda vez el próximo de septiembre. El expresidente se ha preguntado qué puede plantear el Govern de Pere Aragonés en ese foro y ha subrayado la posición de «debilidad» del separatismo al darse dos años de plazo para negociar con el Estado. En su opinión, el actual Ejecutivo autonómico debería acudir a la reunión con el planteamiento de que, si no hay referéndum, declarará la independencia. De lo contrario, ha añadido, «la mesa de diálogo no debería producirse porque Cataluña no está en condiciones de sentarse».