Si alguien conoce en Europa las consecuencias del fundamentalismo islámico esos son los integrantes de la revista satírica francesa Charlie Hebdo. En enero de 2015, buena parte de su redacción, con el director, Stéphane Charbonnier Charb, al frente, fue víctima de un atentado perpetrado por islamistas enfurecidos por las mofas que el semanario hacía habitualmente de los fundamentalistas. Dos radicales, al grito de Al·lah-àkbar (Alá es el más grande), dispararon más de 50 tiros, asesinaron a 12 personas y dejaron heridas a otras 11.
Con estos antecedentes, Charlie Hebdo puede permitirse el lujo de enfrentar a Occidente a su propia hipocresía. Y lo ha hecho esta semana con una portada que demuestra cómo la misma Francia, con grandes dosis de falsedad, se horroriza, aparentemente, por el retorno de los talibanes mientras, a la vez, aplaude a un equipo, el PSG, cuyo propietario es el emir de Qatar, Tamim bin Hamad A-Thani. La cúpula talibán se ha desplazado a Afganistán desde Qatar, país en el que, a pesar de tratarse de una dictadura, se celebrará el próximo Mundial de fútbol. Y ha sido el dinero catarí el que, finalmente, ha permitido al PSG fichar al astro Leo Messi.
El Barça catarí
La portada de Charlie Hebdo es, desde luego, todo un mazazo contra las conciencias europeas. Pero se puede ir más allá. Qatar fue durante años el principal patrocinador del Barça, una entidad deportiva que a lo largo de la última década se ha identificado con el separatismo catalán. Nunca se vio en aquellos años a ningún líder independentista cuestionar al club por beneficiarse del dinero de la teocracia catarí. Hoy, sin embargo, son estos líderes los que reclaman su cuota de protagonismo en la lucha contra el talibán, aunque, hasta hace dos días, ninguno había mostrado la más mínima preocupación por el avance de los radicales en Afganistán.
Silencio absoluto mantienen, por otro lado, destacados futbolistas separatistas como Pep Guardiola o Xavi Hernández, que se beneficiaron del patrocinio catarí. Hernández, además, se ha convertido en el principal propagandista de la dictadura de Qatar con la excusa del Mundial, llegando a afirmar que el país es plenamente democrático a pesar de que se rige estrictamente por la sharía. Y es que, como se suele decir, todo el mundo tiene un precio y en Qatar les sobra el dinero.