El independentismo más radical ha perdido totalmente el oremus este viernes tras la constatación de que un argentino que en 18 años ha sido incapaz de aprender catalán se marcha de Barcelona. El argentino, como pueden imaginar, es Leo Messi y suyos son los únicos triunfos reales que el separatismo ha podido celebrar en la última década. A Messi le perdonan hasta el desplante de negarse a abandonar el castellano porque el astro del fútbol, incomprensiblemente y a buen seguro de forma involuntaria, les ha permitido soñar con una Cataluña independiente en la que revivir cada año el histórico sextuplete de 2009.
Líderes de la cosa como la tertuliana Pilar Rahola, estrella de TV3, han llenado sus cuentas de Twitter de encendidos mensajes de despedida pero también de absurdas acusaciones a España sobre lo que no deja de ser la decisión del futbolista mejor pagado y del club que hoy no puede mantenerlo en plantilla. Rahola ha llegado al extremo de recordar que justo este viernes se cumplen 85 años del fusilamiento del presidente del Barça Josep Suñol. «Las coincidencias las carga el diablo», ha tuiteado la independentista.
Delirante ha sido también el tuit del exdiputado de ERC y editor del digital La República, Joan Puig, quien ha vinculado la marcha del argentino con el referéndum ilegal del 1-O. Con razón se enfada al ver que el Govern no le da tanta publicidad institucional como cree merecer.
Otro independentista pata negra, Rafael Pous, ha acusado al presidente de La Liga, Javier Tebas, de «fascista» y de querer «destruir a Laporta por independentista» y al Barça por el escándalo de la Súperliga.
Otro tuitero de prestigio entre los separatistas, David Romà, ha asegurado que la «decisión» de prescindir de Messi «la ha tomado un tío de Falange desde Madrid».
Sorprende, finalmente, que a pesar de que Joan Laporta se comprometió a mantener a Leo Messi en el club, aun cuando muchos pensaban que el argentino se había convertido en un lastre para el vestuario, lo sucedido no parece restar apoyos al controvertido presidente de Can Barça. Un Laporta que este viernes, además, no ha sacado a pasear al troll al que nos tiene acostumbrados y que no ha mostrado ni el más mínimo gesto de contrariedad al tener que expresarse en castellano a preguntas de los periodistas.