El conseller y vicepresidente de la Generalitat Jordi Puigneró está en el ojo del huracán estos días. Y no porque haya vuelto a enviar otro nanosatélite separatista al espacio o porque haya protagonizado alguna trifulca en redes sociales como hacía en el pasado. El motivo de su indeseado protagonismo no es otro que el haberse saltado las normas de seguridad contra el COVID-19 durante una comida organizada por la tertuliana Pilar Rahola el pasado domingo con otros políticos y periodistas separatistas en la conocida como Cataluña Norte, es decir, en territorio francés.
Rahola publicó una fotografía del encuentro, en el que también participaron, entre otros, el fugado Carles Puigdemont y el otrora radical de izquierdas Albano Dante Fachín. Todos posaron sonrientes sin mascarillas y sin guardar la distancia de seguridad. Además, el grupo estaba integrado por unas 20 personas. Todo ello mientras el Govern del que forma parte Puigneró ha obligado a los catalanes a mantener las distancias de seguridad y a no mantener reuniones de más de 10 personas no convivientes.
No dimite, de momento
Puigneró se ha defendido asegurando que cumplieron todas las normas de seguridad. Pero no las catalanas, sino las francesas. Y, visto lo visto, no se le pasa por la cabeza presentar su dimisión a pesar de que otros mandatarios han abandonado sus cargos al ser pillados incumpliendo las normas. Es el caso del excomisario europeo de Comercio, el irlandés Phil Hogan, que tuvo que dejar el cargo tras admitir que había asistido a una cena en un club de golf sin cumplir ni una sola de las restricciones. Lo mismo hizo Neil Ferguson, epidemiólogo del Imperial College of London, tras obligar a su «amante casada» a atravesar Londres en, al menos dos ocasiones, para mantener encuentros con él. Más cercano es el ejemplo del exdirector de Emergencias del Servicio Vasco de Salud, Jon Sánchez, que tuvo que dejar el puesto tras saltarse el confinamiento para ir a su segunda residencia, en Cantabria.
Jordi Puigneró no parece que vaya a seguir el ejemplo de estos y de otros dimitidos. Y, como diría cualquier cargo de ERC, se ha atornillado a la silla de la vicepresidencia de la Generalitat con la comprensible intención de mantenerse en ella, cueste lo que cueste. Ha admitido que la fotografía publicada por Rahola «puede generar confusión» pero insiste en que se cumplieron las normas, a pesar de las evidencias que indican que no fue así. Cuenta, de momento, con el respaldo implícito del presidente Pere Aragonés, quien se ha limitado a manifestar al respecto que «es importante que todo el mundo cumpla las medidas de prevención» porque «la pandemia no se ha acabado».
El conseller de Salud, Josep Maria Argimon, también ha instado a los cargos públicos a dar ejemplo porque «todos, y evidentemente más un cargo político, han de dar ejemplo».
Quien sí ha criticado abiertamente a Puigneró ha sido el doctor Oriol Mitjà, exasesor de Quim Torra en los inicios de la pandemia. En su cuenta de Twitter, Mitjà ha recriminado al vicepresidente del Govern su actitud y ha alertado de que «así no acabaremos con la quinta ola» de la pandemia. El médico de Can Ruti ha admitido que es posible que los asistentes a la comida de Rahola cumplieran las normas fijadas en Francia contra el COVID-19 pero ha añadido que «es un deber de quien ejerce la función pública mantener una conducta ejemplar».
El cabreo de Mitjà
Los socialistas catalanes también han criticado al conseller Puigneró. Así lo ha hecho la diputada autonómica Assumpta Escarp, que ha subrayado que «para pedir responsabilidad y sensibilidad a los ciudadanos», los políticos deben estar dispuestos a ser «ejemplares en sus actuaciones».
Desde En Comú-Podem han exigido la comparecencia de Puigneró ante la Comisión deAsuntos Institucionales para valorar «las restricciones fijadas por el Govern de la Generalitat a causa del COVID, como son las reuniones y comidas limitados a un máximo de 10 personas de diferentes burbujas de convivencia».