En su primera comparecencia como consellera del nuevo departamento de Igualdad y Feminismos, Tània Verge ha tenido que hacer frente a la locomotora de la ciudadana Anna Grau, que le ha dado la bienvenida dejándole claro que desconfía de «una feminista muy feliz». «Una feminista», ha añadido la diputada de Cs, «no tiene muchos motivos para estar contenta».
La republicana Verge ha presentado ante la Comisión de Igualdad y Feminismos las líneas maestras de esta conselleria de nueva creación, aunque sin excesiva «profundidad» por la propia novedad. No obstante, Verge ha dejado claro que «la transformación feminista» de Cataluña es «un mandato democrático«. Es una conselleria «clave», un «encargo» del presidente Pere Aragonés y un departamento que «ha venido a replantear» toda la estructura.
Activismo y lobby
A este discurso plagado de brindis al sol y tecnicismos ha respondido la diputada Anna Grau, quien, además de desconfiar de feministas que ríen mucho, ha recordado que la anterior Conselleria de Asuntos Sociales se sumó a la denuncia por presunto delito de odio contra la histórica feminista Lydia Falcón a cuenta de la controvertida Ley Trans, que, entre otras cosas, permite el cambio de sexo a menores de edad.
Grau, por otro lado, ha mostrado la desconfianza de su partido en la nueva conselleria por si, como viene siendo habitual, se convierte únicamente en una forma de crear nuevos chiringuitos que subvencionar. En este sentido, ha señalado que «cuantos más activistas se incorporan a la institución, uno se pregunta dónde acaba el activismo y dónde comienza el lobby«. Sobre esta cuestión, ha puesto como ejemplo el trato recibido por Ciudadanos en algunas celebraciones del Orgullo Gay y que demuestra que «si aceptas determinadas reivindicaciones, eres aceptado en las carrozas, y, si no, eres apedreado e, incluso, te orinan encima».
Feministas vs LGTBI
La diputada naranja, finalmente, ha cuestionado que las reivindicaciones feministas y las de los colectivos LGTBI puedan equipararse. Sobre todo en lo relativo a la Ley Trans: «Es muy difícil conciliar la demanda de un feminismo histórico con las reivindicaciones de las personas LGTBI. Son temas muy delicados y que hacen mucho daño. Un padre o una madre preocupados porque su hijo menor de edad tome decisiones sobre su cuerpo no son unos transfóbicos».