Ayer, la presidenta del Parlament, la neoconvergente Laura Borràs, volvió a hacer gala de su radicalismo al anunciar el cese del secretario general de la cámara catalana, Xavier Muro. El secretario, que dejará de serlo a partir del 1 de julio, es una figura denostada por el secesionismo por haberse opuesto a las leyes de desconexión en las sesiones del 6 y 7 de septiembre de 2017 y haber alertado de los reiterados avisos del Tribunal Constitucional.
Con esta medida, que coincidió con el cumplimiento de los 100 primeros días de Borràs al frente de la cámara catalana, Borràs afianza su perfil extremista. Recuérdese que el anterior presidente de la Cámara, el republicano Roger Torrent, no se avino a cesar a Muro pese a las recurrente peticiones en este sentido del expresident Quim Torra, que pidió su cabeza por negarse a publicar en el boletín del Parlament una controvertida resolución contra la monarquía. Los sustitutos de Muro y del republicano Joan Ridao —que pidió el relevo tras acceder al cargo Borràs— serán Esther Andreu y Miquel Palomares.
Los indultos «llegan tarde»
Por lo demás, el discurso de Borràs destacó por su tono beligerante. No en vano, la dirigente nacionalista proclamó que el Parlament presidido por ella es el «más independentista de la historia» y aseguró ser más separatista que nunca a raíz de la crisis del coronavirus, que habría demostrado que con un Estado Cataluña hubiera salido mejor parada. Del mismo modo, cargó contra los indultos al considerar que «llegan tarde» y que no sirven de nada sin «voluntad política». Frente a ellos, reivindicó la que estimó la verdadera solución: amnistía y autodeterminación.