Entrevistado el viernes 11 de junio en Rac1, el ministro Iceta ha manifestado que los indultos son inminentes, en todo caso antes del 1 de agosto. Y, sin duda consciente de la ironía, ha usado la expresión “ho tenim a tocar”, que fue utilizada hasta la saciedad por los agitadores independentistas en los momentos cumbre del proceso. Querían significar que faltaba poco, muy poco, para la independencia. Casi cuatro años después de la declaración, lo único que está cerca es la excarcelación de los líderes que la promovieron.
«Los indultos son inminentes, en todo caso antes del 1 de agosto»
Miquel Iceta
Iceta dejó claro una vez más que la amnistía no está en la agenda, y que los que residen en el extranjero no van a obtener ninguna inmunidad: «Si vuelven, tendrán que afrontar sus responsabilidades ante la justicia.» Sobre la mesa de diálogo, ha advertido que allí se puede hablar de cualquier cosa, pero no acordar cualquier cosa.
«La amnistía no está en la agenda, y que los que residen en el extranjero no van a obtener ninguna inmunidad: Si vuelven, tendrán que afrontar sus responsabilidades ante la justicia»
Ante esto, el gobierno de coalición entre PSOE y Podemos no presenta precisamente una imagen de unidad. La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, defendió el regreso a España de Puigdemont y demás encausados residentes en el extranjero sin que sean detenidos. No tiene sentido. Debe ser su manera de hacerse notar ante el gran público, ahora que ha sido elegida para presidir Podemos.
«Políticamente nos desarman»
Elisenda Paluzie, portavoz de la ANC, en este tweet, resume la postura del independentismo resistencial ante los indultos: «Políticamente nos desarman e internacionalmente son nefastos.»
«Políticamente nos desarman e internacionalmente son nefastos»
Elisenda Paluzie
Es una manera de decir, con una sinceridad asombrosa, que los políticos presos son más útiles en la cárcel que libres. El discurso sobre «la España de la represión» que durante estos años han estado difundiendo dentro y fuera quedaría desmontado en un momento. Recordemos que Carles Puigdemont llegó a publicar un artículo en el New York Times comparando la situación española con los regímenes de Turquía y la China.
Más aún, los indultos pueden tener «el efecto perverso de retrasar las causas en Estrasburgo»: «Si ya están libres, la causa no es tan urgente». Casi da la impresión que, mientras la derecha española recoge firmas pidiendo al gobierno que no conceda indultos, los de la ANC se van poner a recoger firmas pidiendo a los presos que no los acepten.
«Casi da la impresión que, mientras la derecha española recoge firmas pidiendo al gobierno que no conceda indultos, los de la ANC se van poner a recoger firmas pidiendo a los presos que no los acepten»
Pacto entre impotentes
Vicent Partal ya dictaminó, el pasado día 30, que los indultos son un pacto entre impotentes:
«Por razones diferentes, los unos y los otros, la Moncloa y los Lledoners [la cárcel donde reside Oriol Junqueras], deben desmontar, frenar al menos, el movimiento popular nacido en torno al Primero de Octubre, y ya han constatado después de más de tres años que no les ha sido ni les va a ser fácil. Con los indultos, unos esperan aplacar el volcán y extinguirlo si es posible, que es su prioridad. Y los otros, aunque no todos, esperan hacer realidad finalmente aquella fantasía que tenían en mente cuando se entregaron voluntariamente al país del que ellos mismos se habían proclamado independientes: que haya piedad, o que funcione un pacto cualquiera, y les dejen volver a casa, como si no hubieran hecho nada.»
Y en el último editorial, el de fecha 13 de junio —I vosaltres, us voleu integrar en la reforma 2.0?—, denuncia una vez más, algo contradictoriamente, «una maniobra política de gran alcance pero seguramente también de corto vuelo y posibilidades escasas».
«una maniobra política de gran alcance pero seguramente también de corto vuelo y posibilidades escasas»
Vicent Partal
Con la concesión de los indultos ahora, se trataría de contrarrestar la aprovación, el próximo lunes 21, por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa de un informe del Comité de Asuntos Legales y Derechos Humanos que pide que «se considere el indulto o la excarcelación» de los implicados en el referéndum de 2017.
«El informe no es vinculante ni de obligado cumplimiento, pero cuando sea aprobado España se encontrará en una posición extremadamente difícil en Europa. Y no hay que ser muy listo para entender que si cuando lo recibe puede hacer publicidad de que ya se ha concedido el indulto o que el indulto es inminente será la manera menos dolorosa de enfrentarse a él.»
Finalmente, denuncia que «un proceso de reforma, una nueva transición, como esta que parece que impulsan principalmente el PSOE y ERC, pero a la que Junts y la CUP no hacen ascos, suele ser, en todo el mundo, un compromiso entre unas elites que han aprendido que la confrontación les sale demasiado cara a todos. Que tiene un coste que ya no están dispuestos a asumir.»
¿Y si fuera la mayoría de la población la que no quiere asumir el coste de la guerra de desgaste entablada por una elite secesionista contra un Estado que hasta ahora ha soportado bastante bien el desafío? Porque es el país que se pretende liberar el que ha sufrido mayormente el desgaste: empresas que trasladan su sede, inversiones internacionales que se pierden, calles cortadas que complican la vida a sus vecinos… todo ese folklore del proceso que ha crispado los ánimos sin haber obtenido nada tangible, sólo una frustración generalizada.
Tal vez, sólo tal vez, algún sector de la elite independentista ha llegado a esta conclusión. No es el caso de Vicent Partal ni de Elisenda Paluzie, que anuncian «un nuevo ciclo de movilizaciones que ya ha comenzado y que podría tener el epicentro en el período entre el Once de Septiembre y el Primero de Octubre».
Para impedir que se consolide ese pacto de las elites, «sólo hay una vía (…) que es levantar la exigencia en la calle». «Un Once de Septiembre gris y apagado o un Primero de Octubre amortiguado serían un cheque en blanco para ellos. Y la actitud contraria, y por esto hay que trabajar a partir de ahora mismo, sería construir un muro alto y ponérselo bien difícil. Id pensando.»
¿Otro desafío callejero, pero esta vez con el gobierno —o puede que sólo medio gobierno— independentista de la Generalitat en contra?