Los presidentes Pedro Sánchez y Pere Aragonés han escenificado este lunes en Barcelona el acercamiento entre el Gobierno y la Generalitat tras tomar ERC la dirección del Govern tras las elecciones del 14-F. En un acto de Foment del Treball al que ambos han asistido, Sánchez ha pedido «abandonar justificaciones y revanchas y apostar por las soluciones«. Aragonés, por su parte, ha confirmado su predisposición al diálogo con el Ejecutivo central, a pesar del rechazo de sus socios de Junts.
«Tenemos que ser generosos, responsables, y tenemos que esforzarnos unos y otros», ha dicho Pedro Sánchez, «me gustaría que dejáramos atrás la dialéctica estéril que ha impregnado también la política española en los últimos años de los unos y los otros y apostar por un nuevo nosotros».
El presidente tiene claro que los catalanes no pueden «seguir así» y que ha llegado el momento de «dar pasos» para avanzar «con decisión, con serenidad y un enorme sentido de la justicia». Todo ello con el fin de encontrar «la paz, la serenidad y la convivencia del conjunto de la ciudadanía por encima de la pequeñez de los intereses partidistas o de los cálculos electorales».
Una oportunidad y una obligación
Pere Aragonés, por su parte, ha defendido el diálogo entre el Gobierno y la Generalitat, tal y como viene haciendo ERC desde el fracaso de la intentona golpista de 2017. El presidente autonómico ha asegurado que este diálogo es «una oportunidad» pero, sobre todo, «una obligación«. No obstante, ha dejado claro que no será fácil porque ambas instituciones parten de posturas alejadas.
«Creo que será muy difícil«, ha asegurado el republicano, «pero eso una oportunidad y creo que, sobre todo, es una obligación abordarlo por el bien de los ciudadanos de Cataluña, por la prosperidad económica, por el progreso social tan necesario y por la defensa de los derechos individuales y colectivos».