¿Imaginan a Luis Bárcenas presentando un libro en el que negara ser un corrupto y se permitiera el lujo de opinar sobre la deriva del PP y de España en los últimos años? Pues eso es lo que acaba de hacer el expresidente Jordi Pujol. De la mano de Vicenç Villatoro, Pujol, a cuya familia la Fiscalía Anticorrupción pide casi 120 años de cárcel, el controvertido presidente autonómico catalán niega ser un corrupto aunque pide perdón por lo sucedido. Y, sorprendentemente, además de reivindicar a la Convergència del 3%, propone alternativas para Cataluña que no pasan por la independencia.
Bajo el título Entre el dolor i l’esperança, el libro es un nuevo volumen de memorias de alguien que, a pesar de todos los escándalos que ha protagonizado en los últimos años, asegura, por su parte, «no ha habido corrupción«. No obstante, pide perdón a las «personas cercanas» porque debería haberles evitado «que se encuentren en la situación en que se encuentran».
Victimismo habitual
Echando mano del victimismo habitual en el catalanista medio, Pujol reconoce no haber sido «un buen padre» porque ha estado ocupado en cuestiones como Cataluña. «Podría pensar que eso me exime de responsabilidad», asegura en un extracto del libro recogido por Nació Digital, «pero no lo he hecho ni lo haré».
Pujol sorprende al no apoyar abiertamente la independencia unilateral que defienden los herederos de su partido integrados en Junts y bajo la batuta de Carles Puigdemont. En este sentido asegura que «hay que estar abiertos a fórmulas no independentistas» que aseguren «la identidad, la capacidad de construir una sociedad justa y de facilitar la convivencia». El expresidente, eso sí, subraya la capacidad que tiene Cataluña de «crear una disfunción seria a España».
Republicano y admirador del emérito
En el libro, se dice republicano de siempre aunque admite haber mantenido buenas relaciones con Juan Carlos I. Y, sorprendentemente, reivindica la figura del emérito porque «en su momento, jugó un papel muy importante».
Dolido, finalmente, por la desaparición de Convergència y su división entre Junts y el PDeCAT, Pujol considera «muy negativa» la desaparición de las siglas de CDC, que explica como «fruto de un espanto precipitado». «Como mínimo», añade, «hay catalanes de tres generaciones para las que CDC, y el nombre de CDC, ha representado algo muy importante y muy positivo».