‘Els segadors’: el himno ridiculizado

Al final de la investidura de Pere Aragonès como presidente de la Generalitat se escuchó el himno nacional de Cataluña, «Els segadors», como de costumbre en actos oficiales. La novedad ha sido que la cantante invitada a interpretarlo en directo, Magalí Sare, utilizó su particular versión tanto de la letra como de la música.

En cuanto a la letra, substituyó «segadors» per «segadores» y «defensors de la terra» por «defensores de la terra»; en cambio, en la frase «que tremoli l’enemic», este «enemic» no se convirtió en «l’enemiga». Pura violencia de género. Un número cómico digno del programa de humor Polònia.

«Un número cómico digno del programa de humor Polònia».

Según la COPE, fue «un giro en el guión que parece no haber convencido a Aragonès, quien no sabía cómo reaccionar ante lo que estaba sucediendo frente a él.» Si es cierto que no tenía noticia del fiasco musical, ha perdido una buena oportunidad de rectificar. Más vale reaccionar en el último momento que nunca. Pensemos qué hubiera hecho Jordi Pujol en un caso así.

Fue «un giro en el guión que parece no haber convencido a Aragonès, quien no sabía cómo reaccionar ante lo que estaba sucediendo frente a él.»

COPE

Dicen algunos medios, como el Periódico, que fue una «versión feminista», como si la retorsión del lenguaje y la alteración de los himnos oficiales hubieran sido nunca un objetivo de las feministas ni mejoraran en algo la condición de la mujer. «Magali Sare ha asegurado que la idea del cambio en el himno catalán ha sido 100% suya.» Ya se sabe que lo importante es que hablen de uno, aunque sea mal.

«Magali Sare ha asegurado que la idea del cambio en el himno catalán ha sido 100% suya.» Ya se sabe que lo importante es que hablen de uno, aunque sea mal.

Himno oficial, sólo hay uno

Cuesta creer que no hubiese informado de la innovación a los que la contrataron. Probablemente habría encontrado alguien, aunque sólo fuera un ujier, que le diría que el himno nacional catalán no es otro que el que establece la Ley 1/1993:

«El himno nacional de Cataluña es la canción popular “Els segadors” elaborada a partir de una melodía tradicional y de un romance anónimo del siglo XVII, según la transcripción musical de Francesc Alió, de 1892, y el texto de Emili Guanyavents, de 1899, en la versión que figura en el anexo.»

Otras versiones ha habido, y cualquiera es libre de componer la suya, pero la que ha de interpretarse en los actos oficiales es la que está establecida por esta ley. Saltársela no es una opción.

El cachondeo en las redes ha sido inconmensurable. El Español recoge algunos ejemplos de catalanes muy cabreados.

«El cachondeo en las redes ha sido inconmensurable».

En general, como Quim Monzó —«Qué cosa más ridícula. Empezamos bien.»—, todo el mundo lo ve como un mal presagio y un aviso de los despropósitos y disparates que nos deparará el nuevo gobierno.

«Qué cosa más ridícula. Empezamos bien».

Quim Monzó

Vicent Partal —La polèmica per l’himne com a retrat d’una societat intel·lectualment desarmada— recurre esta vez al sentido común:

«Me pareció inapropiado que en la toma de posesión del presidente de la Generalitat, probablemente el acto más solemne que el Muy Honorable Pere Aragonès hará en toda su vida, se diera al himno nacional un tratamiento que simplemente no se correspondía con el momento. En un acto solemne los himnos se ejecutan correctamente, no como tú quieres, porque cumplen una función de convocatoria que reclama la participación, coral, de los asistentes. Participación imposible en este caso.»

«En un acto solemne los himnos se ejecutan correctamente, no como tú quieres, porque cumplen una función de convocatoria que reclama la participación, coral, de los asistentes. Participación imposible en este caso».

Vicent Partal

También constata algo que hace años que observan los que viven al margen de la pugna interminable entre ERC y JxCat: «En las redes sociales los de Esquerra están a favor y los de Junts en contra —en general y como norma— (…) Si la presidenta hubiera sido Laura Borràs, la claque de Junts habría aplaudido y la de Esquerra habría protestado.» Sin que sirva de precedente, hay que darle la razón: «Tanto fanatismo acabará ahogándonos.» Por desgracia, el fanatismo no es exclusivo de ERC y JxCat.

Después de recordar una nueva armonización encargada a Antoni Ros Marbà en tiempos del presidente Pascual Maragall, y diversos arreglos introducidos en algunas interpretaciones del himno americano —«pero el himno, la letra y la voz cantada, no se toca»—, rechaza «este guirigay de fanáticos e indocumentados de hoy».

Intentando trascender la anécdota, afirma: «Todo lo que nos ofrecen son gestos, gestos y más gestos, pero sin nada de coherencia, sin norte, pura y simplemente un espectáculo para entretener a las masas. O para sustituir los proyectos que no se quieren ejecutar.» O que son inejecutables, cabe añadir.

Bien podría ser que quieran entretenernos con estas pequeñeces, porque así no nos preocupamos de las grandes cuestiones, aunque también es posible que la ridiculización del himno no sea más que una muestra más de la procelosa ignorancia y de la gran incompetencia de estos dirigentes.