Como es sabido, el expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont no pierde oportunidad de cargar contra la democracia española. Sin ir más lejos, esta semana comparó en la Eurocámara a España con Turquía a cuenta de un reciente informe sobre vulneraciones de derechos en el país otomano. Ahora, ha aprovechado al crisis diplomática abierta entre nuestro país y Marruecos a raíz de la avalancha de inmigrantes en Ceuta para alinearse a favor de este último —una dictadura aquejada de graves problemas de corrupción—.
En su cuenta de Twitter y en idioma francés, el líder separatista fugado de la Justicia defendió ayer «el derecho de Marruecos a plantear la cuestión de soberanía para Ceuta», sosteniendo que tanto dicha localidad como Melilla «son dos ciudades africanas que forman parte de la Unión Europea solo por herencia de un pasado colonial». Del mismo modo, juzgó «necesario crear una mesa de diálogo para resolver el conflicto» y «abordar la agenda de desacuerdos».
Pide a Europa apartarse de la «inflamación nacionalista española»
«Ceuta y Melilla son dos ciudades africanas que forman parte de la Unión Europea solo por herencia de un pasado colonial que permitió a los europeos tener posesiones fuera de Europa», manifestó el expresident. A este respecto, pidió a la Unión Europea que «no se deje llevar» por la «inflamación nacionalista española». Y es que, para Puigdemont, «Marruecos tiene derecho a plantear la cuestión de la soberanía y sería necesario crear una mesa de diálogo para resolver el conflicto. Sería necesario un diálogo entre España y Marruecos para abordar la agenda de desacuerdos».
Las palabras del presidente del Consell per la República —una suerte de Govern en la sombra en Waterloo— no han tardado en ser replicadas por el constitucionalismo. La entidad S’Ha Acabat se ha dirigido hoy en redes a Puigdemont recordándole que «Ceuta y Melilla son ciudades africanas por su situación geográfica, pero también tan españolas como usted». Y ha remachado: «Deje de utilizar crisis diplomáticas y dramas humanos para hacer propaganda secesionista, ¡no tiene límite!».