El esperpéntico espectáculo que están ofreciendo ERC y Junts casi tres meses después de las elecciones del 14-F ha alcanzado este sábado un nuevo punto álgido. Mientras los catalanes esperan la formación de un Govern que coja por los cuernos el toro de la crisis sanitaria, económica y social del COVID-19, republicanos y posconvergentes andan a la greña por cuestiones como la pretensión de Carles Puigdemont de gobernar, sin haber ganado las elecciones, desde Waterloo y a través de una asociación privada.
Una pista clara de la postura de Junts la ofreció hace algunos días la presidenta del Parlament, Laura Borràs, que dejó caer que el Govern en funciones está trabajando y que, por lo tanto, no existe urgencia en la necesidad de conformar un nuevo Ejecutivo autonómico. Más allá de la subversión de los resultados electorales de febrero, la postura de Borràs refleja la clara intención de Junts de no favorecer que un republicano okupe, sí, con K, la Presidencia de la Generalitat.
«Un aviso para los que nos han menospreciado»
Este sábado la nefasta relación entre ambos partidos ha estallado por los aires. Aragonés ha dicho «basta» y ha anunciado que ERC gobernará en solitario. Desde Junts, no se sabe si con guasa o con verdadera intención conciliadora, le han respondido que aún están a tiempo de seguir negociando porque el plazo para tener un nuevo Govern acaba a finales de este mes. Pero, horas más tarde, el líder posconvergente, verdadero artífice de la imposibilidad de que ERC y Junts alcancen un acuerdo, es decir, Carles Puigdemont, ha sacado a pasear al ofendido que todo buen independentista lleva en su interior y ha advertido a Aragonés, el presunto pagafantas de esta historia desde la noche electoral: «No nos dejaremos faltar el respeto. Es un aviso para todos aquellos que nos han menospreciado como fuerza política o como propuesta estratégica. No nos dejaremos pisar, no callaremos», según ha recogido El Nacional.
En contra de lo que pudiera pensarse, no son los programas electorales los que imposibilitan el acuerdo entre los otrora socios de Govern. Tampoco la gestión de los fondos europeos para la reconstrucción o la mesa de diálogo con el Gobierno central. El verdadero escollo para el acuerdo es la pretensión de Puigdemont de usurpar a ERC la Presidencia de la Generalitat a través del Consell per la República. Aragonés le ha dejado claro este sábado su rotundo «no»: «La Generalitat es soberana y no puede quedar supeditada a ninguna entidad«.
Duras acusaciones a ERC
¿Qué ha hecho Puigdemont ante tal respuesta? Sacar a pasear al ofendidito. Ha acusado a ERC sin mencionarla de pretender «diluir lo que es Junts» y de atacar a su partido durante toda la campaña electoral haciendo «pinzas curiosas, con ataques muy precisos en su perversidad«. También ha afirmado que alguien «los unos y los otros» quieren a los posconvergentes «rendidos». Sin embargo, ha añadido, Junts seguirá adelante: «Aquí nos encontramos, en una posición de firmeza, con convicciones y con lealtad al país y a su gente«.
Lo cierto es que el anuncio de Aragonés no es tan tajante como parece. El candidato de ERC ha dicho que gobernará en solitario. Sin embargo, ha aceptado la propuesta de Junts de que algunos de los diputados posconvergentes le presten sus votos para ser investido presidente. Y, lo más importante, ha dejado abierta la puerta a un acuerdo que se negociaría en las próxima semanas «evitando la presión de una repetición electoral». Tal vez se trate únicamente de una forma de impedir que Laura Borràs obstaculice su tercer intento de investidura apelando a que no tiene el respaldo suficiente, tal y como ha hecho con el socialista Salvador Illa.
Sea como sea, y por muy convencido que estén sus electorados del proyecto separatista, resultará difícil conformar un Govern entre republicanos y posconvergentes hacia el que no sientan cierto recelo los ciudadanos. No en balde, las elecciones del 14-F fueron el resultado de la ruptura de la relación entre ambas formaciones en la Generalitat en el ya lejano enero de 2020 y, que se sepa, nada ha cambiado salvo que ahora las urnas han dado cierta ventaja a ERC.
El separatismo ha perdido el 30% (casi 1 de cada 3) de los votos que obtuvo en 2017: de 2.079.000 a 1.456.000, més de 623.000 catalans han dit adéu al prusés, la secesión ya no les ilusiona, no ven necesario movilizarse.En 2019 hubo cuatro elecciones en Cataluña y , en todas, el separatismo perdió más de 300 mil votos.Por cierto, no había COVID