La lucha de clases ha perdido protagonismo como motor de la historia. Al menos en Occidente. Los cambios productivos pero, sobre todo, la apuesta por el colectivismo identitario de parte importante de la izquierda ha hecho que la tradicional división entre trabajadores y burgueses haya sido sustituida por el feminismo radical, la identidad de género, la raza o, en el caso de Cataluña, por el nacionalismo identitario. ¿ De verdad es más determinante el sexo que el origen social en las oportunidades de una persona?
Hoy el 1º de Mayo ha cedido protagonismo ante el 8 M, el Dia del Orgullo, o las concentraciones independentistas. Este cambio de protagonismo, lejos de hacernos avanzar hacia sociedades más tolerantes, más respetuosas con los derechos individuales, más justas, ha impuesto nuevos odios, nuevas inquisiciones, nuevas imposiciones, nuevas divisiones. Han sido los excesos de ese posmodernismo aliado con el neomarxismo importado esencialmente de EE.UU, quién iba a decir lo el siglo pasado, los que además han permitido el rearme de la extrema derecha y la fragilización de avances históricos obtenidos por consenso como el matrimonio homosexual, la igualdad de derechos de las mujeres o, en España, el Estado de las autonomías.
Este cambio de protagonismo, lejos de hacernos avanzar hacia sociedades más tolerantes, más respetuosas con los derechos individuales, más justas, ha impuesto nuevos odios, nuevas inquisiciones, nuevas imposiciones, nuevas divisiones
La socialdemocracia tuvo éxito porqué supo combinar las justas reivindicaciones de los trabajadores con la libertad individual, el respeto a los que piensan diferente y la economía de mercado, evitando el totalitarismo de uno u otro signo. Está por ver quién será capaz de hacer una síntesis no divisa de las nuevos colectivismos identitarios. Si nadie lo logra estamos abocados a nuevos riesgos totalitarios.