No han vuelto, porque nunca se han ido. Los activistas callejeros que han apoyado el proceso independentista mediante el corte de vías de circulación y la interrupción del transporte público siguen aspirando a lo que llaman el «control del territorio».
Desde octubre de 2019 se produce diariamente el corte de la Meridiana, a la altura de Fabra i Puig, sólo interrumpido durante dos meses en el momento álgido de la pandemia. Los vecinos de la zona afectada están comprensiblemente hartos. Al anochecer del martes 27, los que protestaban en contra de los cortes fueron saludados por algunos manifestantes independentistas con una presentación de posaderas, sin bajada de pantalones afortunadamente.
Los activistas callejeros que han apoyado el proceso independentista mediante el corte de vías de circulación y la interrupción del transporte público siguen aspirando a lo que llaman el «control del territorio».
Por ahora la cifra de implicados es escasa, pero los ingredientes para un incidente están servidos. El derecho a la protesta debería replantearse. La policía tiene mejores cosas que hacer que ayudar a una minoría vociferante a imponerse a la mayoría respetuosa de la ley. Y pueden venir tiempos peores.
Acciones inminentes
El diario Ara anuncia que ex dirigentes de Tsunami preparan acciones inminentes para reactivar la calle. Tsunami democràtic fue el nombre utilizado durante el último trimestre de 2019 para encuadrar las acciones, pretendidamente espontáneas, de protesta contra la sentencia a los dirigentes del proceso independentista.
Protagonizaron episodios inolvidables, como el colapso del aeropuerto —un centenar de vuelos cancelados—, la llamada batalla de Urquinaona —el sitio a la sede de la Policía Nacional— y el corte de la AP7 un día y medio —con miles de vehículos afectados y pérdidas millonarias en el transporte de mercancías—, episodios cuyo recuerdo sigue alimentando las ansias insurrecionales.
Detrás de esas acciones, o encima de ellas, estaban en mayor o menor medida los dirigentes políticos que gobernaban y gobiernan la administración autonómica y buena parte de la local. Si no, ya se sabría; ocasiones para condenarlas han tenido, y libertad para hacerlo no les ha faltado. Han hecho más bien lo contrario.
Detrás de esas acciones, o encima de ellas, estaban en mayor o menor medida los dirigentes políticos que gobernaban y gobiernan la administración autonómica y buena parte de la local.
Como muestra un tweet de Carles Puigdemont diciendo que «a veces las molestias de un corte de carretera ahorran molestias mayores». Tal vez los afectados no lo ven de la misma manera, aunque seguramente aceptarían una indemnización si el Consell per la República quisiera pagársela.
Tu CDR te espera
El Ara habla de «ex coordinadores de Tsunami Democràtic», que han creado un grupo llamado «Acció per la Independència». Esto no debe ser más que una nueva edición de que en tiempos se llamó «Comitès de Defensa» primero del Referèndum, seguidamente de la República, puesto que el pasado día de San Jorge, en este tweet, se dirigían al respetable público con un «Tu CDR te espera», que hace pensar en el lema «¡Muchacho, la marina te llama!», muy popular en los años 60.
Se trata, dice el diario, del «sector de Tsunami más combativo», contrarios a «la mesa de diálogo entre gobiernos» y que «critican que gente próxima a partidos y entidades desactivaran entonces las protestas». En todos los movimientos, incluso cuando han visto cumplidos sus objetivos, lo que no es el caso, hay gente descontenta de los resultados, que quiere ir más allá.
En todos los movimientos, incluso cuando han visto cumplidos sus objetivos, lo que no es el caso, hay gente descontenta de los resultados, que quiere ir más allá.
La cuestión importante es si se trata de un grupo de gente que va por libre, o si detrás de ellos hay, una vez más, altos responsables políticos, de uno o de todos los partidos. ¿Volveremos a tener un gobierno que quiere que le aprieten desde la calle?
En su manifiesto fundacional, fechado este mes, abundan los tópicos habituales sobre «el liderazgo de la ciudadanía en el camino hacia la independencia de Cataluña», «la confrontación pacífica y democrática» como única vía, y «la desobediencia, ejercida desde la autoorganización y el compromiso».
La cuestión importante es si se trata de un grupo de gente que va por libre, o si detrás de ellos hay, una vez más, altos responsables políticos, de uno o de todos los partidos.
Más significativo es que digan que Acció per la Independència «asume el liderazgo de la ciudadanía para lograr la independencia de Cataluña» y consiguientemente «planifica e implementa una estrategia propia». Es la vieja idea del partido bolchevique, compuesto por revolucionarios profesionales que asumen la dirección de un sector de la población y se imponen a toda la sociedad. La opinión de los demás no les importa lo más mínimo.
«Es la vieja idea del partido bolchevique, compuesto por revolucionarios profesionales que asumen la dirección de un sector de la población y se imponen a toda la sociedad. La opinión de los demás no les importa lo más mínimo»
Tienen la determinación de «extender la estrategia de desobediencia» —es de suponer pues que se avecinan más cortes de circulación— y hacen «un llamamiento a reconocer una autoridad nacional fuera del marco legal español que trabaje políticamente para lograr la independencia de Cataluña». Han perdido una buena ocasión de decir que se trata de Puigdemont, puesto que ésa es precisamente la misión que se ha asignado a sí mismo para ir tirando. O bien de decir que no se trata de él y que se buscarán otro.
Tienen la determinación de «extender la estrategia de desobediencia» —es de suponer pues que se avecinan más cortes de circulación— y hacen «un llamamiento a reconocer una autoridad nacional fuera del marco legal español que trabaje políticamente para lograr la independencia de Cataluña»
De momento han colgado pancartas por todo el país y anuncian una primera acción para las próximas semanas. No han reivindicado las amenazas de muerte en forma de monigotes con los nombres de los partidos ERC, JxCat y CUP —no sería muy congruente con su «llamamiento a los agentes políticos, entidades y organizaciones a sumarse»—, pero tampoco las han desautorizado.
El separatismo ha perdido el 30% (casi 1 de cada 3) de los votos que obtuvo en 2017: de 2.079.000 a 1.456.000, més de 623.000 catalans han dit adéu al prusés, la secesión ya no les ilusiona, no ven necesario movilizarse.En 2019 hubo cuatro elecciones en Cataluña y , en todas, el separatismo perdió más de 300 mil votos.Por cierto, no había COVID como escusa.
Otto Von Bismarck : «España es el pais más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido».