El ultimátum de ERC a JxCat no ha durado ni media semana: ya se abre a pactar la formación del nuevo Govern más allá del 1 de mayo, titula la Vanguardia. A partir de aquí todo serán concesiones.
Ambos partidos son «prisioneros de sus propias estrategias» —ERC, metiendo prisa y amenazando con explorar alternativas; JxCat, diciendo que tranquilos, que aún queda un mes— y «víctimas de sus propias contradicciones». Aun sin acuerdo, «un gobierno de ERC en minoría sólo sería posible con el voto favorable de JxCat, una vez descartada por parte republicana la opción de buscar apoyos fuera del independentismo, en En Comú Podem o en el PSC», y habiéndose comprometido JxCat en no forzar la repetición de elecciones.
«Ambos partidos son prisioneros de sus propias estrategias (…) y víctimas de sus propias contradicciones«
Este martes 27 tiene lugar la cumbre de Lledoners —la expresión no es irónica, pues la utiliza Nació Digital, un medio afín— entre el candidato Pere Aragonès y Jordi Sànchez, allí preso, con la probable asistencia de Oriol Junqueras.
Que el gobierno de la administración autonómica catalana se discuta dentro de una cárcel demuestra, por si alguien lo dudaba, que España no es como Turquía en lo que respecta a los derechos humanos —un tópico habitual en la redes sociales independentistas— ni practica «el más desnudo y crudo fascismo pensado para acabar con los pueblos que aspiran a su libertad», como afirma otro delirante editorial de Joan Puig en la República.
¿Más altos cargos?
Volviendo a Nació Digital, esta cumbre será «el primer intercambio directo, de hecho, sobre el diseño del ejecutivo. Ambas formaciones prevén que la definición de la arquitectura gubernamental —consejerías, comisionados (una figura con la que quiere jugar Aragonès) y secretarías generales— sea el núcleo de las conversaciones de las próximas jornadas de trabajo, después de que se haya avanzado de forma significativa en el programa del Gobierno y la creación de espacios de coordinación».
¿Comisionados? Sí, más altos cargos. Así lo dispone la Llei de la presidència de la Generalitat i del Govern: «El Gobierno puede nombrar comisionados, a los que debe asignar un ámbito de actuación específico y adscribirlos al departamento correspondiente, que puede ser el de la Presidencia si el ámbito de actuación asignado afecta a las competencias de más de un departamento (…) Asisten a las reuniones del Gobierno cuando son convocados específicamente para informar sobre el cumplimiento de las funciones que tienen encomendadas.»
Ampliar el organigrama y multiplicar los cargos es una táctica infalible para llegar a acuerdos de coalición. Ya anunció Aragonès durante la campaña electoral que crearía dos nuevas consejerías, la de Acción por el Clima y la de Igualdad y Feminismos, a la manera de los socialistas en el gobierno central. Los asuntos esotéricos dan mucho de sí a la hora de despilfarrar presupuesto y contratar amiguetes. Otra nueva consejería que se ha anunciado, Universidades e Investigación, en principio tiene más sentido, luego ya se verá.
«Ampliar el organigrama y multiplicar los cargos es una táctica infalible para llegar a acuerdos de coalición. Ya anunció Aragonès durante la campaña electoral que crearía dos nuevas consejerías, la de Acción por el Clima y la de Igualdad y Feminismos«
Un ejecutivo sin compartimentos estancos
No debería ser tan difícil renovar una coalición que ya estaba gobernando: JxCat, de 34 escaños que tenía, ha bajado a 32, y ERC, de 32, sube a 33. La diferencia justifica que la presidencia sea para Aragonès, y poco más habría que hablar. Pero como la idea es mantener el total de trece consejerías, ahora hay que moverlo todo.
JxCat pretende un reparto como el actual pero intercambiándose las consejerías, con la intención de desentenderse de Interior y quedarse entre otras con Economía, para Elsa Artadi; Salud, para Josep Maria Argimon; Justicia, para Miquel Sàmper, y Acción Exterior. De esta manera el partido menor de la coalición llegaría a tener un protagonismo más lucido que el partido mayor. El truco se nota demasiado.
«JxCat pretende un reparto como el actual pero intercambiándose las consejerías, con la intención de desentenderse de Interior y quedarse entre otras con Economía, para Elsa Artadi; Salud, para Josep Maria Argimon; Justicia, para Miquel Sàmper, y Acción Exterior»
El diario Ara pormenoriza el rompecabezas de la estructura de gobierno: «Desde Junts se parte de la siguiente premisa: todo lo que tenía ERC ha de pasar ahora a manos de Junts y, a partir de ahí, iniciar el cambio de cromos. Una tesis que no aceptan los republicanos, porque eso implica ceder la gestión de casi el 80% del presupuesto que tenían ahora —los republicanos ocupan las consejerías de Educación, Salud y Asuntos Sociales, que son las que tienen más recursos— al partido de Carles Puigdemont.»
«Cobra fuerza la posibilidad de que no sea un ejecutivo de compartimentos estancos, de manera que haya departamentos con responsabilidades compartidas«
Para acabarla de liar, dice el Ara que «cobra fuerza la posibilidad de que no sea un ejecutivo de compartimentos estancos, de manera que haya departamentos con responsabilidades compartidas». Algo que les iría de maravilla a los dos partidos para no asumir nada y poder dar la culpa al otro de todo lo que vaya mal, que será mucho.
¿Qué dirección colegiada?
En Vilaweb, Odei A.-Etxearte analiza las posibilidades que hay más allá del ultimátum, dado que «la prioridad de ambos partidos sigue siendo compartir un ejecutivo al 50%» y «la alternativa de explorar un gobierno de ERC en minoría con el apoyo externo de JxCat no está sobre la mesa».
La implicación de los mandamases da la impresión de que estamos cerca de, al menos, desencallar la negociación: «Hace días que JxCat esperaba que ERC desgranara su propuesta por escrito, y finalmente la expondrá personalmente Aragonès. Como ERC quería que fuera en una reunión presencial y JxCat consideraba que tenía que estar Sànchez, negociarán en prisión»; él es, «como secretario general, quien marca el paso dentro JxCat».
Por ahora, dice Etxearte, «el papel del Consell per la República y la dirección colegiada del movimiento continúan atascados». Pero, ¿existe todavía una dirección colegiada del movimiento independentista?, ¿un «estado mayor», como cuentan las crónicas, que decide y aplica «hojas de ruta»?, ¿un gobierno en la sombra que gestiona la «desobediencia» y la «confrontación»?
El candidato a presidente ya ha declarado varias veces que quiere gobernar sin sustituciones ni tutelas. También los ciudadanos deberían negarse a aceptar tutelas de quién sabe dónde y estar alerta para que no se produzcan interferencias que pongan en jaque a nuestras instituciones.