Análisis/ Suspenso a Sánchez y a su equipo económico en 2020

El presidente Pedro Sánchez (Europa Press).

Ayer, Viernes Santo, no salió la procesión del Santo Entierro de mi ciudad en la que participo como figurante bíblico desde 1984, como tampoco lo hiciera ya el año pasado, no por culpa del mal tiempo como suele suceder de tanto en tanto, sino por la epidemia de Covid-19. Si la gestión de la epidemia ha puesto de manifiesto la incapacidad del gobierno español y otros gobiernos occidentales para hacer frente a una crisis sanitaria severa -aunque el gobierno de España ha ido siempre destacado del pelotón, tanto por el elevado número de fallecidos como por su escasa inclinación a informar verazmente a la población-, la gestión económica de Sánchez y su equipo económico al completo ha dejado también mucho que desear.

En mi artículo de la semana pasada comentaba las perspectivas bastante poco halagüeñas que dibujaban las proyecciones del Banco de España (BdE) publicadas el 23 de marzo. La columna de hoy va a completar este análisis mirando al desempeño de nuestra economía y finanzas públicas en 2020. Como siempre en estos casos, resulta instructivo comparar lo ocurrido con un país de referencia, Estados Unidos porque si bien la administración Trump tampoco realizó una gestión sanitaria merecedora del aprobado, sí al menos fue consciente de la urgencia de vacunar a la población lo antes posible y de desplegar, como comentaba en detalle en mi artículo de la semana pasada, una política fiscal muy potente a lo largo de 2020 cuyos efectos han posibilitado que el PIB de Estados Unidos termine el año con una caída de tan sólo 3,5%.

Evolución del PIB en 2020

La evolución de la economía española durante la mayor parte del primer trimestre de 2020 no registró ningún impacto desfavorable más allá de la incertidumbre que supuso la formación de un gobierno de coalición entre PSOE-PSC y Unidas Podemos. La situación cambió el 14 de marzo cuando el gobierno Sánchez decretó el confinamiento de la población y la suspensión de todas las actividades económicas no esenciales.

«La evolución de la economía española durante la mayor parte del primer trimestre de 2020 no registró ningún impacto desfavorable más allá de la incertidumbre que supuso la formación de un gobierno de coalición entre PSOE-PSC y Unidas Podemos«

Como los Gráficos 1 y 2 ponen de manifiesto, el PIB de la economía española registró una brusca caída que el INE cifra en 5,37% respecto al trimestre anterior y 4,28% respecto al primer trimestre de 2019. Si comparamos estas cifras con Estados Unidos podemos comprobar que la caída en el primer trimestre fue bastante inferior, 1,26%, y la tasa interanual resultó muy pequeña, pero todavía positiva, 0,32%.

Durante el segundo trimestre en que España mantuvo el estado de alarma, la caída del PIB tanto en términos intertrimestral (17,79%) como interanual (21,6%) alcanzó unos valores que duplican las caídas del PIB en Estados Unidos, 7,99%, y 9,03%, respectivamente. La brecha que se abrió en estos dos trimestres sólo podría haberse cerrado si el duro en España confinamiento hubiera servido para controlar la epidemia y rebotar con fuerza en el segundo semestre del año, tal y como ocurrió en China.

Sin embargo, las cifras del tercer y cuarto trimestres indican que ese rebote no logró compensar las caídas anteriores. En el tercer trimestre, el aumento intertrimestral del PIB de España rebotó +17,05% frente a +7,48% en Estados Unidos, pero el fuerte repunte no pudo compensar las caídas anteriores y la tasa interanual de España registraba una caída de 8,55% que triplicaba la caída interanual de Estados Unidos, 2,85%.

El desastre se consumó en el cuarto trimestre de 2020 cuando el aumento de contagios y las restricciones introducidas por las Comunidades Autónomas frenaron en seco el rebote de la actividad económica en España, con un crecimiento intertrimestral 0,01%, mientras Estados Unidos crecía 1,06%, y la brecha entre las tasas de caídas interanuales se ampliaba: 8,39% para España frente a 2,92% para Estados Unidos.

El resultado final es que el PIB de Estados Unidos cayó 3,5% en 2019 mientras que en España el PIB ha caído 10,8% y resulta preocupante que esta diferencia sea muy superior a la que se registró en 2009, al inicio de la Gran Recesión, cuando la economía estadounidense cayó 2,5% y la española 3,6%. Además, la buena marcha del proceso de vacunación en Estados Unidos abre unas perspectivas de recuperación en 2021 será allí mucho más intensas que en España y la alicaída y dubitativa UE.

El déficit público

Las cifras proporcionadas por el Ministerio de Hacienda el pasado 29 de marzo indican que el déficit de las Administraciones Públicas se situó en 123.072 millones y escaló hasta 10,97% del PIB. Si excluimos las Comunidades Autónomas, cuyo déficit, 2.306 millones, alcanzó 0,26% del PIB, y las Corporaciones Locales que, por el contrario, obtuvieron un superávit de 2.870 millones equivalente a 0,26% del PIB, el déficit del Estado incluyendo los Fondos de la Seguridad Social y las Ayudas financieras ascendió a 123.636 millones, cifra equivalente a 11,02% del PIB, con un ascenso de 8,43 puntos porcentuales sobre la correspondiente cifra, 2,59%, en 2019.

Fuente: Ministerio de Hacienda. https://www.hacienda.gob.es/gl-ES/Prensa/En%20Portada/2021/Paginas/20210329-CIERRE-EJECUCION-PRESUPUESTARIA-2020.aspx

La pregunta que debemos hacernos ahora es qué parte de los 8,43 puntos porcentuales en que ha aumentado la ratio déficit público/PIB en 2020 corresponden a los mayores gastos ocasionados por la Recesión Epidémica. Pues bien, según aclara el propio Ministerio de Hacienda sólo 44.907 millones corresponden “a gasto consolidado derivado de la COVID-19 relativo a medidas aprobadas específicamente para amortiguar los efectos socioeconómicos de la pandemia (refuerzo sanitario y educativo, ERTEs, ceses de actividad, incapacidad temporal, etc.)”.

Dando por buenas estas cifras, se puede concluir que solo el 4,0% del PIB (44.907/ 1.121698), esto es, menos de la mitad de los 8,43 puntos porcentuales en que aumentó el déficit en 2020 son consecuencia de los gastos adicionales realizados para afrontar la epidemia.

Comparemos la política fiscal del gobierno Sánchez con las del gobierno de Trump en Estados Unidos. Según la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO), el déficit público del Gobierno Federal ascendió a 3,1 billones de dólares equivalentes a 14,9% del PIB de Estados Unidos y se proyecta reducir la cifra a 2,3 billones en 2021. Por otra parte, los gastos realizados por el Gobierno Federal de Estados Unidos para atender la emergencia por Covid-19 ascienden hasta el momento a 2,1 billones, o aproximadamente 10,03% del PIB en 2020.

No hay ninguna duda de que la política fiscal estadounidense ha sido mucho más decidida y potente que la del gobierno Sánchez y que los gastos realizados para afrontar la epidemia explican la mayor parte del aumento del déficit público en Estados Unidos. En otras palabras, las ayudas a las familias y las empresas han constituido un soporte esencial para los principales protagonistas de la actividad económica, las familias y las empresas, y para mantener sus niveles de consumo e inversión. El resultado es que la caída del PIB en Estados Unidos, como hemos visto en la primera parte de este artículo, ha sido muy inferior al registrado en la economía española.

Algunas lecciones importantes

La comparación entre lo ocurrido en las economías española y estadounidense durante el primer año de la Recesión Epidémica nos permite extraer varias conclusiones importantes:

· El coste del confinamiento decretado por el gobierno Sánchez fue muy elevado y su impacto quedó claramente reflejado en las fuertes caídas que registró el PIB durante el primer semestre del año.

· Una política tan severa solamente está justificada cuando el gobierno aprovecha el período de confinamiento para adoptar medidas sanitarias que aseguren que la actividad económica puede recuperar la normalidad una vez finalizado aquel, tal y como ocurrió en China a partir de finales de mayo para que el perfil de la recesión tenga forma de V.

· Si al término del confinamiento no se ha logrado controlar la expansión de los contagios, como ocurrió en España, el elevado coste en términos de caída de la actividad económica causado por el confinamiento no queda compensado con el aumento posterior de la actividad, que sigue sujeta a restricciones más o menos severas de carácter intermitente para impedir el colapso del sistema hospitalario. El perfil de la recesión se asemeja más al de la letra L que al de la V.

· Por último, las medidas de apoyo a las familias y empresas golpeadas por el confinamiento y la pérdida de actividad tienen que ser mucho más potentes que las adoptadas por el gobierno Sánchez y su equipo económico, siguiendo, en este caso, el ejemplo de la actuación decidida del Gobierno Federal de Estados Unidos iniciada por Trump y continuada por el presidente Biden.

La conclusión general a que conduce el análisis anterior es que la combinación de medidas sanitarias y económicas implementadas por el gobierno de Sánchez a partir del 14 de marzo de 2020 han sido poco eficaces: ni han impedido que España registre un elevado exceso de mortalidad ni han favorecido la pronta recuperación de la actividad económica y el empleo. Las proyecciones comentadas en el artículo de la semana pasada sitúan entre mediados y finales de 2022 el momento en que la economía española recuperará el nivel de actividad de 2019. Ya veremos. Todo dependerá de la efectividad de las vacunas y la celeridad del proceso de vacunación. Por el elevado coste que ya han soportado y van a seguir soportando los españoles en el futuro, podemos concluir que la gestión económica de Sánchez y su equipo económico en 2020 merece también un suspenso.

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