No aceptar las imposiciones de Waterloo le ha costado, de momento, al republicano Pere Aragonés tener que esperar hasta, al menos, el martes para poder ser investido como el 132 presidente de la Generalitat. Los 32 diputados de JxCat se han abstenido este viernes en la votación que debía llevar a Aragonés a la Presidencia de la institución, forzando al candidato a concurrir a una segunda votación. Eso en el mejor de los casos porque podría suceder que la posconvergencia votara en contra del líder de ERC la próxima semana y obligara a abrir un periodo de negociaciones que puede durar hasta dos meses.
A la vista de las intervenciones del portavoz de JxCat, Albert Batet, nada indica que Aragonés tenga garantizado el apoyo de la formación presidida por Carles Puigdemont la semana que viene. Si a esto se añaden los ruegos y la actitud de la portavoz de ERC en la Cámara, Marta Vilalta, en el discurso final de la fallida sesión de investidura de este viernes, se puede deducir que es muy probable que no haya acuerdo tampoco el martes.
«Quien no quiere un acuerdo», ha dicho una compungida Vilalta, «busca excusas. Y quien lo quiere, como nosotros, busca soluciones y hace propuestas». En otro momento de su intervención, la portavoz republicana ha lamentado que no se hayan logrado este viernes «los votos necesarios». Y ha advertido: «Las esperanzas no se pueden alargar eternamente. No se puede abaratar el sueño de un país mejor por miradas partidistas. Aquello que parece imposible, solo tarda un poco más en llegar».