Lo que alarga las negociaciones para formar gobierno en la Generalitat no son discrepancias en torno a la gestión de la pandemia, no es un conflicto entre diferentes recetas para afrontar la crisis económica, ni siquiera un acuerdo de mínimos de cara a tratar asuntos con el gobierno central; no, lo que dificulta la coalición es algo más etéreo y alejado de la realidad: qué hacer con el Consell per la República, organización política privada creada por Carles Puigdemont para mantener la ficción que desde el exilio se está haciendo algo por la independencia de Cataluña o, simplemente, algo.
«Existen ‘divergencias estratégicas clave’, especialmente porque ERC no ha visto nunca con buenos ojos que lo presida Puigdemont», Vilaweb
Según Vilaweb —ERC, JxCat i la CUP topen…—, existen «divergencias estratégicas clave», especialmente porque «ERC no ha visto nunca con buenos ojos que lo presida Puigdemont», quien al mismo tiempo es el líder y cabeza de lista de JxCat. Es decir, el inquilino de la llamada Casa de la República, en Waterloo, compite electoralmente con sus rivales políticos y al mismo tiempo, aunque sólo haya conseguido 32 de los 74 escaños independentistas en las últimas elecciones, quiere que se pongan todos a sus órdenes mediante el Consell per la República.
«JxCat ha defendido que el Consell per la República ha de encabezar el movimiento independentista como depositario del mandato del 1-O, asumir la preparación de estructuras para el estado catalán en un contexto seguro y también representarlo internacionalmente.» Y pretende que el Parlamento le reconozca su existencia y su misión de «articular la fuerza del tejido social, cívico y económico del país con unas estructuras políticas que, cuando sea necesario, hagan el trabajo que no pueden llevar a cabo las instituciones estatutarias». O sea, un traspaso simbólico de legitimidad con vista a substituir las instituciones existentes cuando llegue el momento, el momentum que decía Torra.
«JxCat ha defendido que el Consell per la República ha de encabezar el movimiento independentista como depositario del mandato del 1-O, asumir la preparación de estructuras para el estado catalán en un contexto seguro y también representarlo internacionalmente»
En cambio, «ERC no incluyó en su programa ninguna referencia al Consell y la CUP, en cambio, sí que apuntaba que podría servir para superar el clima de división de las fuerzas independentistas y (…) acordar líneas estratégicas más allá de los ciclos electorales y de la gestión institucional». Dicho de otra manera, ERC no está por la labor de subordinarse a Puigdemont, y el sí con reservas de la CUP está en función, como siempre, del protagonismo que puedan conseguir.
Los animadores del Consell per la República anuncian elecciones internas para antes del verno, pero, sigue diciendo Vilaweb, «será clave el papel que tenga ERC, porque, si no se implica, difícilmente será representativo de todo el independentismo». El 24 de enero pasado el Consell afirmaba tener 92.147 miembros, y dos meses después ha llegado a 92.572 —que equivalen al 16% de los votos conseguidos por JxCat—, con lo que da la impresión de haber tocado techo y de estar lejos de poder pedir al Parlamento que se haga el harakiri.
Contradicción estratégica
Los de ERC, según cuenta Nació Digital —ERC no llença la tovallola —, «son conscientes de que con las discrepancias estratégicas no resueltas con JxCat corren el riesgo de construir un ejecutivo que no responda a las expectativas que consideran como necesarias para hacer frente a la crisis derivada de la pandemia y la resolución del conflicto con el Estado».
Si bien antes de las elecciones se manifestaban partidarios de un frente amplio soberanista, pronto han tenido que renunciar a ello, y ya «de puertas adentro admiten que cada vez es más difícil que la CUP entre en el Gobierno y que los comunes entren en algún tipo de aritmética», y encima parece haber «tentaciones de JxCat de, incluso, alargar la fecha de la investidura».
«Parece haber «tentaciones de JxCat de, incluso, alargar la fecha de la investidura»
Quico Sallés, en el Món, confirma que el Consell per la República es uno de los factores que tensan la negociación. En ERC «no ven del todo prioritario definir el papel que debe tener el CxR si no se tiene claro cuáles son la estrategia y los objetivos inmediatos del Gobierno en Cataluña», mientras que JxCat «quiere que quede negro sobre blanco que el Consell que preside Carles Puigdemont intervenga en la estrategia independentista y pueda determinar políticas y acciones concretas más allá del marco internacional».
«JxCat «quiere que quede negro sobre blanco que el Consell que preside Carles Puigdemont intervenga en la estrategia independentista y pueda determinar políticas y acciones concretas más allá del marco internacional«
Recordemos una vez más que Quim Torra se despidió afirmando haber llegado a la conclusión de que uno de los obstáculos para lograr la independencia es la autonomía, sin que hasta ahora haya sido desautorizado por nadie en activo —sí lo han hecho, tarde y mal, tres veteranos de ERC: Torra se equivoca: cuanto más autogobierno, más independentismo; eso, en todo caso, dependerá de qué estrategia adopten los gestores del autogobierno—. No ha de sorprender pues que su partido tenga menos interés en la gobernabilidad de la Generalitat que en la construcción de una alternativa al otro lado de la ley.
El separatismo ha perdido el 30% (casi 1 de cada 3) de los votos que obtuvo en 2017: de 2.079.000 a 1.456.000, més de 623.000 catalans han dit adéu al prusés, la secesión ya no les ilusiona, no ven necesario movilizarse.En 2019 hubo cuatro elecciones en Cataluña y , en todas, el separatismo perdió más de 300 mil votos.Por cierto, no había COVID .N.B. CON ESTOS DATOS :GAME OVER.