En un primer momento después de las elecciones del 14 de febrero, y habiendo conseguido una mayoría independentista de 74 diputados, parecía que había prisa por formar gobierno. Así lo aconsejaban la persistencia de la pandemia, la crisis económica que comporta, las ganas de dejar atrás la provisionalidad y la incertidumbre; pero las cosas de Palacio, del Palau Sant Jordi, van despacio.
«Después de las elecciones del 14 de febrero, y habiendo conseguido una mayoría independentista de 74 diputados, parecía que había prisa por formar gobierno (…) pero las cosas de Palacio, del Palau Sant Jordi, van despacio»
Los nuevos diputados debieron leer lo que escribió Joan Vall Clara en el Punt-Avui el 16 de febrero: «Investir el 132º presidente el primer día posible por ley y ponerse a gestionar una compleja legislatura de cuatro años, presupuestos del 2021 incluidos» —Cap garsa per perdiu— , y decidieron hacer exactamente todo lo contrario. Agotar los plazos y firmar acuerdos en el último minuto.
Debieron haber dado la consigna de que no trascendiera nada de lo que presuntamente están negociando, ya que analistas habitualmente partidarios de la transparencia se sienten cómodos con el limbo político de estos días. «Estoy agradablemente sorprendido —decía Vicent Partal el 26 de febrero en El silenci negociador— por el silencio, por la discreción, en que se desarrolla la negociación para formar el nuevo gobierno de la Generalitat de Cataluña.»
«¡Cuántas prisas por gobernar, gestionar y administrar se están dando en Catalunya los partidos independentistas, como si tuviesen que conocerse antes!«, Joaquín Luna
Pasado más de un mes del desenlace electoral, Joaquín Luna ironiza sobre esta morosidad: «¡Cuántas prisas por gobernar, gestionar y administrar se están dando en Catalunya los partidos independentistas, como si tuviesen que conocerse antes!» —Gobernar hoy es torear sin toro—, y también constata que «hemos votado cada dos años y no cada cuatro, como aconsejan la ley, el sentido común y la gestión». Recordemos las autonómicas catalanas, que han sido en 2010, 2012,
2015, 2017 y 2021, y sólo han servido para paralizar el país complicar la vida a los ciudadanos.
Y en cuanto a los pretendidos avances hacia la independencia, durante estos años hemos tenido una consulta de discutible legalidad el 2014, un referéndum de incuestionable ilegalidad el 2017, y ya la CUP está hablando de hacer otro antes de 2025. Queda demostrado que votar no soluciona los problemas, si al elector se le ofrecen mayormente programas delirantes.
El primer pleno para decidir la investidura del nuevo presidente ha de tener lugar como máximo el viernes 26 de marzo. Mientras tanto, deberíamos gozar de estos días de parálisis, porque después todo será peor: volveremos a la inestabilidad permanente, a la inacción de gobierno y a las declaraciones altisonantes. Son los mismos, y no han aprendido nada.
Malos augurios
El pasado domingo, una entrevista a la diputada Eulàlia Reguant en Nació Digital desvela las inquietudes y a la vez las ambiciones de la CUP: ERC y JxCat nos están situando fuera de las negociaciones. Quieren estar en el gobierno pero imponer su agenda a los partidos mayoritarios. Están en su derecho, con sus 9 escaños, de pedir lo que les parezca, pero sería muy poco realista que los otros, con 33 y 32, les concedan nada importante: alguna dirección general donde los daños causados no sean irreversibles.
«La CUP quiere estar en el gobierno pero imponer su agenda a los partidos mayoritarios«, Eulàlia Reguant
Dice Reguant: «Entendemos que hay un pacto de legislatura entre ERC y JxCat para repartirse consejerías (…) Nos preocupa que ERC se pueda plantear ya ahora, a esta alturas, un acuerdo de gobierno con un partido con el que no ha hablado de políticas sociales, rescate social o de cómo hacer frente al malestar que se plasma cada día en la calle. Vemos que se tiende a reproducir lo que fue la pasada legislatura. Y eso es un mal augurio. Y esperamos que, en los próximos días, todo pueda cambiar.»
Sí, es un mal augurio que intenten repetir un pacto de gobierno como el anterior. Según el Ara del día 18 —La CUP presiona a JxCat y ERC—, «el punto de partida de JxCat es intercambiar el reparto de carteras actual: que las que tiene ERC se las queden ellos y al revés». No es ningún derroche de imaginación, pero permitiría solucionar rápido el tema. Pero «esto no encaja con los planes de los republicanos, que, de entrada, ya quieren crear dos consejerías nuevas, Feminismos y Acción Climática, además de conservar las competencias más sociales». ¿Y por qué no una de Alquimia y otra de Juegos de Rol?
«Todo es susceptible de empeorar en Cataluña. A este mal augurio sobre lo que puedan acordar los dos socios a la fuerza, se añade la inquietante presencia de la CUP«
Pero todo es susceptible de empeorar en Cataluña. A este mal augurio sobre lo que puedan acordar los dos socios a la fuerza, se añade la inquietante presencia de la CUP, cuyas exigencias son diáfanas a pesar de lo enrevesado de su lenguaje: subir impuestos —dicho con palabras de Reguant: «a pesar de las limitaciones competenciales que pueda tener la Generalitat, se pueden hacer más cosas para que la riqueza en este país se redistribuya»— y neutralizar la consejería de Interior —«más que una seguridad reactiva, lo que nos hace falta es abordar una seguridad preventiva y humanitaria»—.
Sin prisas para negociar
El diputado Pau Juvillà, propuesto por la CUP para presidir el Parlamento, en una entrevista en Vilaweb, advierte que la voluntad que la CUP esté en el gobierno es mucho menor que hace unos días.
A la pregunta directa sobre si «ERC y JxCat han echado a la CUP de las negociaciones para formar gobierno, tal como dice Eulalia Reguant», responde: «No ha sido una expulsión de facto, pero el ritmo de las negociaciones ha bajado mucho. La voluntad que nosotros percibimos de entendimiento no es la misma ahora que hace dos semanas. Esto nos da a entender que hay un pacto de gobierno más o menos construido (…) Es difícil de llegar a acuerdos para entrar en el gobierno, tal como van las negociaciones. No sabemos qué puede pasar la próxima semana.»
«El ritmo de las negociaciones ha bajado mucho. La voluntad que nosotros percibimos de entendimiento no es la misma ahora que hace dos semanas«, Eulalia Reguant
En cuanto a sus exigencias, cita el modelo policial —«no puede ser que por ir a una manifestación se tenga que perder un ojo»—, la cuestión nacional —«pasos concretos, verificables, temporalizados, para profundizar en la independencia» [sic]— y, sin entrar a dilucidar quién trabajará para pagarlo, «un rescate social, concretado, que aborde la renta básica universal».
«Sin acuerdo de los partidos independentistas no habría investidura de Aragonès hasta después de Semana Santa», José Antich
José Antich resume la situación —La CUP, el tercero en discordia— afirmando que «sin acuerdo de los partidos independentistas no habría investidura de Aragonès hasta después de Semana Santa», algo que no parece inquietar demasiado a los negociadores. El reparto del pastel es la prioridad máxima, por encima de las urgencias que tanto parecían preocuparles a todos antes de las elecciones.
«El reparto del pastel es la prioridad máxima, por encima de las urgencias que tanto parecían preocuparles a todos antes de las elecciones», José Antich
Sigue Antich: «El ritmo de la agenda de trabajo de ERC y JxCat también refuerza esta idea, que ninguno de los dos partidos se atreve a verbalizar en público pero que ya no descartan en privado». No descartan alargar las negociaciones, todo lo que haga falta, hasta el último día. Al fin y al cabo, la vez anterior, el gobierno resultante de las elecciones del 21 de diciembre del 2017 no tomó posesión hasta el 2 de junio del 2018.