Hace unos años, irrumpian dos partidos nuevos que apostaban por la regeneración de la política en España. Desde planteamientos ideológicos distintos, Ciudadanos y Podemos nos traian proyectos nuevos e ilusionantes ante el bipartidismo, la corrupción, el nacionalismo identitario o las desigualdades sociales. Una apuesta por devolver al centro de la política a las personas y no los intereses particulares de los políticos y los partidos.
La decepción ante el fracaso no puede ser mayor. Asistimos atónitos a la continua degradación de las instituciones y es evidente que la política sigue cautiva de las ambiciones personales y las luchas por el poder.
«Ciudadanos y Podemos han sucumbido a las ansias por los cargos públicos y a los hiperliderazgos absolutistas, que solo dejan espacio para los eslóganes vacios y la adulación a los líderes»
Ambos partidos han sucumbido a las ansias por los cargos públicos y a los hiperliderazgos absolutistas, que solo dejan espacio para los eslóganes vacios y la adulación a los líderes.
Ante el fracaso de la alternativa de la regeneración, PSOE y PP aspiran a crear un nuevo bipartidismo más radical, dividiendo a la sociedad desde las trincheras de una falsa moralidad.
Mientras tanto los partidos nacionalistas identitarios se afianzan en los gobiernos para poder para seguir tensando la sociedad y la convivencia, mientras que el (legítimo) voto de la protesta y el cabreo ante la degradación se concentra en la ultraderecha de Vox.
El enfrentamiento social es la herramienta de los partidos para mantenerse en el poder. Los ciudadanos no son el centro de las políticas si no que son el objetivo de la manipulación emocional.
«El enfrentamiento social es la herramienta de los partidos para mantenerse en el poder. Los ciudadanos no son el centro de las políticas si no que son el objetivo de la manipulación emocional»
Un panorama desolador para los que creemos que la política está para servir a los ciudadanos, impulsar el progreso de la sociedad y generar bienestar.
Pero no podemos desfallecer. Está en juego el futuro de nuestra sociedad. Un proyecto de regeneración política es más necesario que nunca. Un proyecto que nazca de la vocación del servicio público y que, desde el respeto a las libertades individuales, impulse una sociedad justa.
Ser conscientes del fracaso y de los errores es el primer paso para poder avanzar. Los españoles podemos y debemos aspirar a cambiar la forma de hacer política y de gobernarnos.