Probablemente, lo más específico del desafío separatista catalán es que lo viene llevando a cabo un gobierno regional. Los sucesivos gobiernos de la Generalitat de Catalunya serán independentistas, pero han sido elegidos legítimamente en las urnas y en el parlamento. En su origen, no contrarían el Estado de derecho y la democracia; los contrarían en sus prácticas.
Limitando y corrigiendo la tendencia universal de los individuos, políticos y gobiernos a tomar poder, más poder y todo el poder, están el ordenamiento jurídico (en el caso que nos ocupa y preocupa, la Constitución Española, el Estatuto de Autonomía de Cataluña y las leyes), la división de poderes, la acción de la justicia, los check and balances, las libertades políticas individuales y colectivas y los derechos civiles. Para la acción política y administrativa ordinaria, estas formas de coherencia y de control son suficientes. Para casos extraordinarios, las constituciones prevén la coerción estatal o compulsión federal.
El segundo aspecto específico del desafío separatista catalán es que su gobierno rebelde se sustenta en una mayoría parlamentaria en escaños que resulta de una minoría en votos. La distorsión entre votos y escaños se debe a la no proporcionalidad de la ley electoral. Efectivamente, ésta sobre representa a las zonas interiores, rurales, separatistas y catalanohablantes. Siendo la ley electoral difícilmente modificable, la única vía para la rotación en el gobierno de la Generalitat de Catalunya consiste en una sobre expansión del voto constitucionalista. Luego, los constitucionalistas deben conseguir muchísimos más votos (una mayoría muy larga en votos) para conseguir una mayoría de escaños (que les dé el gobierno).
La única vía para la rotación en el gobierno de la Generalitat de Catalunya consiste en una sobre expansión del voto constitucionalista.
De esta suerte, el Parlamento de Cataluña se elige conforme a la Constitución Española, al Estatuto de Autonomía de Cataluña y a las leyes y normativa electoral.1 El 14 de febrero de 2021 la participación fue del 53,5 % del censo electoral, la más baja de la democracia en unos comicios en Cataluña. La abstención del 46,5 % del censo se debe a tres circunstancias:
1. La celebración de las elecciones durante la pandemia de Covid-19.
2. La desesperanza de los votantes constitucionalistas, abandonados y sometidos durante décadas a un régimen político regional que contradice sus identidades.
3. El desencanto de los votantes separatistas, que redujeron su participación en un tercio con respecto a los anteriores comicios autonómicos del 21 de diciembre de 2017.
Sobre un censo de 5.623.962 catalanes con derecho a voto, el 14 de febrero de 2021 votaron a partidos constitucionalistas 1.360.696 personas y 1.332.137 a partidos separatistas. La diferencia entre ambas orientaciones fue de 28.559 votos. En las elecciones precedentes, el 21 de diciembre de 2017 los votos constitucionalistas fueron 2.228.421 y los separatistas.079.340, de modo que la diferencia fue de 149.081votos.
La mayor diferencia, pues, es la participación: del 53,5 % en 2021 frente al 79,1 % en 2017. Esta caída sin precedentes de la participación (-25,6 % del censo) llevó a los constitucionalistas a perder 867.725 votos, y los separatistas a perder 747.203 votos.
El 14 de febrero de 2021, el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) fue el grupo político más votado. Obtuvo 652.858 votos, esto es el 23,0 % del total, el 12,2 % del censo, y 33 escaños. Según se aprecia en la Figura 1 al PSC le siguió Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), JuntsXCat, VOX, CUP, En Comú Podem, C’s y PP. Ccomo fuerzas extraparlamentarias se hallan el PDecat y otros.
En el caso de Cataluña, al mayor interés por las elecciones autonómicas ha contribuido también la rebelión de la Generalitat contra el Estado español.
A medida que se consolidó la descentralización de la administración española y que las Comunidades Autónomas recibieron competencias, las elecciones autonómicas fueron ganando protagonismo político y social. En el caso de Cataluña, al mayor interés por las elecciones autonómicas ha contribuido también la rebelión de la Generalitat contra el Estado español y el auge del independentismo como movimiento de masas.
En la dinámica de voto en algunas elecciones en Cataluña, vemos cómo al principio las elecciones al Parlamento de Cataluña eran como las preferidas por los nacionalistas, que había un sesgo nacionalista en ellas. Inversamente, en las elecciones generales al Congreso de los Diputados los autonomistas-soberanistas-separatistas parecía como que invirtieran menos. Luego, estas dos tendencias confluyeron. Relativamente, el voto nacionalista se achicó las autonómicas y se agrandó en las generales. Y el voto soberanista, relativamente, se agrandó en las autonómicas y se achicó en las generales. La tendencia del voto constitucionalista a crecer en las elecciones autonómicas llegó a su culmen en 2021.
El votante constitucionalista fue percibiendo que las elecciones autonómicas eran importantes para su vida. Las autonómicas dejaron de ser las elecciones sólo de los catalanohablantes-separatistas, de modo que el votante constitucionalista las fue haciendo suyas e incrementó su participación en los comicios regionales. Por su parte, el votante separatista fue percibiendo que las elecciones generales españolas son importantes para su visibilidad política.
La confrontación interna en Cataluña y la del gobierno regional separatista con el gobierno de Madrid fueron el combustible del voto nacional-separatista.
Doble movimiento, pues, de crecimiento del voto constitucionalista en las autonómicas y de crecimiento del voto separatista en las generales. De este modo se produce una convergencia en las proporciones de los votos constitucionalistas y separatistas. Con un matiz enorme: el voto que desde 1980 era regionalista, más o menos constitucionalista y conservador de derechas, desde los años 2012-3-4 se convirtió en separatista-radical-revolucionario-contra el Estado español. Antes se respetó el Estado de derecho, la convivencia en Cataluña era la propia de una democracia avanzada y el gobierno de España gozó de estabilidad. Luego, la confrontación interna en Cataluña y la del gobierno regional separatista con el gobierno de Madrid fueron el combustible del voto nacional-separatista.
Los resultados de las elecciones autonómicas habidas desde 1980 se muestran con detalle en la Tabla 2. El censo creció de 4,4 a 5,6 millones de catalanes, y tendió a crecer la participación, o a reducirse la abstención. La máxima participación se dio en 2017, la mínima en 2021. El voto constitucionalista alcanzó su máximo en 2017 (2.228.421 catalanes) y el separatista en 2015 (1.976.453).
Hay partidos relativamente estables en su voto, como el PSC; partidos en ascensión sostenida, como ERC; partidos con una larga sangría, como CiU; partidos con importantes vaivenes, como PP, en declive, y como En Comú Podem-PSUC, persistente; partidos nuevos, como CUP y VOX; partidos con auge y caída, como C’s; y también hay un par de partidos efímeros.
Entre 1980 y 2021 se celebraron 13 elecciones autonómicas catalanas. En 6 ganaron en votos los partidos constitucionalistas y en 7 los separatistas. Pero en las 13 hubo mayoría de escaños separatistas -aunque a veces fuera con combinaciones sui generis- que formaron gobiernos nacionalistas, soberanistas, independentistas o separatistas. (Ver la Tabla 2 y la Figura 3.)
Los votos y diputados obtenidos por los partidos políticos en las elecciones catalanas se grafican en la Figura 3. En la base de la imagen se sitúan los resultados de los partidos constitucionalistas y encima los de los partidos separatistas. Aproximadamente, ambas dos imágenes aparecen y se mantienen en el tiempo partidas por la mitad entre estas dos orientaciones. Con mayor detalle, al comparar la imagen del Panel A relativo a los votos con el Panel B relativos a los diputados se observa que el área de los diputados constitucionalistas ocupa un espacio menor al espacio de los votos constitucionalistas. Inversamente, las imágenes de esta Figura 3 reflejan cómo los separatistas, generalmente con menos votos que los constitucionalistas, obtienen siempre más escaños que éstos.
Este gap entre votos y escaños va a tener graves efectos a medida que, de modo gradual se produjo un giro copernicano en la orientación política del partido dominante en Cataluña, Convergència i Unió, desde el autonomismo regionalista al separatismo radical y revolucionario. Madrit ens roba, ‘conflicto político’, ‘derecho a decidir el futuro político de esta tierra y de este pueblo’, ‘soberanismo’, independentismo y una sucesión de lemas y sofismas de este tenor profundizaron esta tendencia. A partir de ahí, entramos en la confrontación política, y la división social y el declive económico.
Desde 1980, el voto constitucionalista y el voto separatista en las elecciones autonómicas crecieron bastante a la par. (Ver la Figura 4.) Las excepciones a esta progresión simultánea serán los comicios de 1992, 2006, 2010 y 2021, años en los cuales se produce una caída de la participación, gravísima en 2021, y debida a los elementos señalados al principio (Covid-19, desesperanza de los constitucionalistas y desengaño de los separatistas).
Los actuales separatistas consiguieron mantener su cuota originaria de votos (y de poder) a pesar del giro que practicando, desde el regionalismo al secesionismo. Con todo, hay un sostenido traspaso de votos de CiU a ERC. Pero es un buen logro para los dirigentes independentistas y una sorpresa que este viraje separatista y revolucionario se haya producido con escasa pérdida de votos. Sin duda, hubo un trasvase de votos de CiU a ERC, ambos partidos ahora a cuál más separatista. Algunos nuevos adeptos independentistas preferirán el original separatista (ERC) al converso (CiU). Así, entre 2010 y 2017 el voto sumado de CiU y de ERC casi se mantiene, a pesar del derrotero separatista, pasando del 45,4 al 43,0 %. Si añadimos el 4,5 % del voto de la CUP tenemos el 47,5 % de la minoría separatista de gobierno de 2017, a comparar con el 48,7 % de la también minoría de gobierno autonomista-soberanista de 2010. (Ver la Tabla 2.)
La pugna entre ERC y CiU por el espacio electoral y la aparición de la extremista CUP ha radicalizado el regionalismo-soberanismo-independentismo-separatismo.
La pugna entre ERC y CiU por el espacio electoral, y la aparición de la extremista CUP, ha radicalizado el regionalismo-soberanismo-independentismo-separatismo, y es uno de los motivos de la degradación de la política en esta región. Extendido a la CUP, el campo secesionista logró mantener la mayoría de los escaños, que es lo decisivo, aunque pierda la mayoría de los votos.
El regionalismo-nacionalista supo, pues, mantenerse en el poder y casi mantener a sus votantes, a pesar del cambio completo -bien, acaso deba decirse de la profundización absoluta- de su opción política. Esta fidelización de los votantes se debe a:
- Propaganda política muy potente basada en los supuestos agravios, el victimismo, el enemigo exterior (Espanya ens roba) y el enemigo interior (xarnegos, colons i botiflers). La agitación de los espíritus ha sido apabullante. En los medios de la Generalitat y los subvencionados sólo el procés existe, y éste es el combustible de sus audiencias. Cuantitativamente, se estima que desde 1980 la Generalitat ha aplicado a propaganda separatista entre 20 y 30 mil millones de euros.
- Control muy estrecho y efectivo del territorio propio. En la mayoría por ayuntamientos en las elecciones catalanas de 2021 se observa cómo Junts per Catalunya (continuadora de CiU) es líder en en las zonas más rurales, y cómo ERC lidera el resto de la Cataluña interior. En sus propios términos, los separatistas aseveran que el territori será sempre nostre.
De otro lado, la participación electoral de los catalanes ha cambiado mucho, como se observa en la Tabla 3. Antes, la participación en las elecciones generales era menor en Cataluña que en el conjunto de España. Por ejemplo, en las generales de 2011 fueron 65,2 % y 71,7 %, respectivamente. En las elecciones generales de noviembre 2019 fueron 72,2 % y 69,9 % respectivamente. También si antes la participación de votantes catalanes era mayor en las elecciones generales al Congreso y Senado de España, en los últimos años de desafío separatista y confrontación entre catalanes lo es al Parlamento de Cataluña. Así, en las primeras elecciones catalanas de 1980 la participación fue del 61,3 %; en 1992 se alcanza la mínima participación, un 54,9 %; desde las elecciones de 2006 con 56,8 %, la participación creció extraordinariamente hasta el 79,1 % de 2017. Por provincias, en 2017 la participación fue: 82,3 % del censo de Barcelona, 81,5 % de Girona, 80,6 % de Lleida y 80,4 % de Tarragona. En 2021 la participación ha sido: 53,8 % del censo de Barcelona, 54,8 % de Girona, 54,7 % de Lleida y 50,4 % de Tarragona.
Conclusiones
- A pesar del giro gradual pero radical de CiU desde el autonomismo al separatismo, este grupo político y sus denominaciones sucesivas conservaron la mitad de sus votantes. La otra la mitad pasó a votar a ERC.
- En las elecciones celebradas en Cataluña en las últimas dos décadas se da un incremento del voto constitucionalista en las elecciones autonómicas y un incremento del voto nacionalista en las elecciones generales. Por tanto, la composición del voto en elecciones distintas convergió.
- Los votantes constitucionalistas son mayoría las más de las veces, e incluso amplían ligeramente su mayoría. Pero el sistema electoral -que sobre representa a las zonas rurales, más cataloparlantes y más separatistas- da mayoría en escaños a los partidos independentistas.
- El voto urbano y costero es predominantemente constitucionalista y el voto rural e interior es regionalista (antes) y separatista (ahora). Los partidos separatistas, en especial CiU y sus siglas sucesoras, controlaron y controlan de modo muy estrecho el territorio.
- El votante constitucionalista es predominantemente castellanoparlante y el votante separatista es predominantemente catalanoparlante.
- La participación electoral es una cuestión capital para los resultados, especialmente para los constitucionalistas: sus partidos deberán ser sobre-votados para obtener mayoría en el Parlamento de Cataluña.
- La participación electoral en Cataluña supera a la española. La participación en las elecciones autonómicas ha crecido desde un mínimo de 54,9 % hasta el 79,1 % de diciembre 2017, que fue la elección tras el intento de golpe de Estado del otoño 2017 y bajo la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
- Sobre un censo de 5.623.962 catalanes con derecho a voto, el 14 de febrero de 2021 votaron a partidos constitucionalistas 1.360.696 personas y 1.332.137 a partidos separatistas. La diferencia entre ambas orientaciones fue de -28.559 votos. En las elecciones precedentes, el 21 de diciembre de 2017 los votos constitucionalistas fueron 2.228.421 y los votos separatistas fueron separatistas 2.079.340, de modo que la diferencia fue de +149.081votos.
- La mayor diferencia, pues, es la participación: del 53,5 % en 2021 frente al 79,1 % en 2017. Esta caída sin precedentes de la participación (-25,6 % del censo) llevó a los constitucionalistas a perder 867.725 votos, y los separatistas a perder 747.203 votos.