Si algo deberíamos haber aprendido los catalanes no independentistas después de cuarenta años de abandono es que la solución a nuestros problemas no va a venir de Madrid. Ni con unos ni con otros. Estas elecciones han significado un paso adelante en el reposicionamiento del PSC. No me cabe ninguna duda que Salvador Illa, como ya ha demostrado sobradamente, no tiene la subordinación ideológica que siempre ha tenido el PSC con relación al nacionalismo. Un gran primer paso. Pero no es suficiente para desalojar al independentismo del poder. Es necesario recomponer el espacio de centro-derecha creando una fuerza política de ámbito exclusivamente catalán que reúna a todos aquellos que ,provenientes o no del catalanismo, comparten un modelo de sociedad basado en el respeto de la ley, la libertad individual y la economía social de mercado.
Ciudadanos es ya un partido irrecuperable. Demasiados golpes en muy poco tiempo. Primero Rivera con la transformación del partido en una fuerza política de ámbito estatal abandonando los objetivos fundacionales. Después obsesionado con convertirse en el líder de centro derecha español. Pero también Inés Arrimadas, desertando, como su predecesor de Cataluña, lo que entiendo a nivel personal, pero es imperdonable desde la perspectiva de un líder político que se convierte en la primera fuerza política de Cataluña. Y cuando sucede a Albert Rivera, en lugar de abrir el partido y democratizarlo y recuperar a los que se fueron por la deriva de Rivera, se encierra en su torre de marfil y mantiene una cúpula en Cataluña cuya nefasta gestión se ha traducido en los resultados de esta noche.
Inés Arrimadas mantiene una cúpula en Cataluña cuya nefasta gestión se ha traducido en los resultados de esta noche.
El PP por su parte no levanta cabeza y es una marca sin futuro en Cataluña. Como buen partido de ámbito estatal siempre ha priorizado sus intereses en el gobierno de España a lo que los catalanes no secesionistas necesitábamos. Destituciones vergonzantes como las de Alejo Vidal-Quadras o Josep Piqué hablan por sí solas. Los bandazos de Casado producen vergüenza ajena.
Ahora que ambas formaciones son sólo ruinas, es la hora de edificar un nuevo edificio. Y confluir con el catalanismo no independentista en la construcción de una nueva fuerza política que aspire a desalojar al independentismo y el radicalismo populista del gobierno de Cataluña.
Confluir con el catalanismo no independentista en la construcción de una nueva fuerza que aspire a desalojar al independentismo y al radicalismo.
Sólo con una gran partido de centro-derecha, con liderazgos fuertes y arraigados en la sociedad catalana, sin hipotecas estatales, y un centro izquierda liderado por un no nacionalista como Salvador Illa es posible construir una alternativa viable al independentismo. De lo contrario, la confrontación civil acabará destruyendo Cataluña. El independentismo no tiene retorno. Hay que prepararse para hacerle frente. Y reorganizar y fortalecer el centro-derecha es imprescindible para lograr la victoria.
«El independentismo no tiene retorno» y añado que es lo que mejor viste en muy amplios sectores de cara a los demás.