De nuevo, el incidente de Vox en Vic, donde sus dirigentes fueron apedreados por separatistas radicales, revela la tolerancia del secesionismo con la violencia política. Si el pasado fin de semana la contertulia de TV3 Pilar Carracelas calificó de «buena gente» a los agresores de Vic y la periodista Pilar Rahola afirmó sentirse orgullosa de ellos —si bien más tarde borró el tuit y rectificó—, ayer fue la exdiputada de la CUP, Mireia Boya, quien llamó en TV3 a confrontar al partido ultra «a pedradas».
El llamamiento a la violencia por parte de Boya tuvo lugar durante su participación en el programa Tot es Mou del canal autonómico. «Vox no tenía que estar allí. Creo que a los mítines que hacen en la calle la gente ha de ir y confrontarlos. Y si es necesario, a pedradas. Porque esta gente no respeta los derechos humanos. Vox es un partido que no es populista, es un partido fascista. Y al fascismo se le ha de borrar no sólo de las instituciones, sino también también de las calles», aseveró la contertulia antisistema.
Boya recurre a la «paradoja de la tolerancia»
Pese a lo cuestionable de sus palabras, ni la presentadora, Helena García Melero, ni el director de la cadena, Vicent Sanchis, que se sumó al debate momentos después, la llamaron a capítulo. Solo la exconcejal de Ciudadanos en Barcelona, Carina Mejías, también presente en la mesa, se mostró alarmada por el carácter incendiario de su discurso: «Es muy fuerte lo que dices, porque es una incitación al odio y roza el delito». Ante el reproche de Mejías, Boya contraatacó esgrimiendo la «paradoja de la tolerancia», según la cual «hay que ser intolerantes con los que no lo son».