Las encuestas son siempre puestas en duda por quienes no salen favorecidos. En esta ocasión, las incógnitas son puestas de relieve por los propios encuestadores. La alta abstención se da por descontada pero las encuestas todavía vaticinan más de un 60% de participación, lo que en términos históricos de las elecciones autonómicas catalanas sería un registro bastante normal si quitamos los últimos comicios. Pero el latir de la calle es que difícilmente se alcanzará esta cifra. Sobre todo porque el número de indecisos continúa siendo especialmente alto y el descontento, en ambos bloques, esta muy extendido entre los electores.
Las encuestas se equivocan pero las tendencias son más fiables que los números absolutos. Y la tendencia es que se consolida el triunfo de los socialistas, sobre todo en número de votos. Y el runrún de la calle es que la buena evolución de los socialistas se va a acelerar. Los socialistas han conseguido lo que Ciudadanos en 2017: ser la opción de voto útil no independentista. Por ello los mentideros políticos apuestan por el reforzamiento del voto socialista y una creciente debilidad del voto a Ciudadanos.
La tendencia es que se consolida el triunfo de los socialistas, sobre todo en número de votos
Esta clara hegemonía del PSC en el bloque constitucionalista no se repite en el bloque independentista, donde la batalla entre ERC y JxCat es a cara de perro. Y lo que se intuye es que ERC esta en plena caída mientras que los de Puigdemont resisten, aunque no mejoran sus resultados del 21D. Básicamente por los votos del PDeCAT, que retiene en torno a un 3%, coincidencias de la vida, quizás insuficiente para lograr escaños pero bastante para evitar que JxCat sea el partido más votado.
La otra incógnita relevante es hasta donde va a llegar VOX. Algunos opinan que puede llegar a superar al PP, a pesar de su buen candidato, e incluso a Ciudadanos. Su discurso va por libre pero llega a muchos electores cansados de los dos bloques y que prefieren canalizar el voto de protesta hacía el partido de Abascal y de Ignacio Garriga, su candidato en Cataluña, que en el primer debate televisivo dio una imagen personal mejor de lo que se esperaba y que hizo su discurso sin réplica alguna por el evidente error de cálculo de los demás partidos de querer aplicar un cordón sanitario a sus palabras.
El discurso de VOX va por libre pero llega a muchos electores cansados de los dos bloques
Y es que regalar a VOX el problema de los menas, de los okupas o de la islamización de algunas zonas de Cataluña es mucho regalar. Pero la derecha más extrema en Cataluña es mayoritariamente independentista aunque a ellos les guste autocalificarse de progresistas e, incluso, en un alarde de cinismo, de antifascistas. Los nacionalistas catalanes descargan su xenofobia hacia los catalanes no nacionalistas, hablen en catalán o no, y sean de izquierdas o derechas, y eso tiene muchos clientes en Cataluña. Por eso VOX tiene un techo bajo aunque en Barcelona puede rondar el 10% de los votos.
En cualquier caso se notan los nervios, especialmente en ERC que tiene graves dificultades para conjugar su discurso posibilista con su vertiente radical que ha vuelto a primer plano para tratar de frenar a JxCAT. Con este panorama lo único que no cuesta vaticinar es que tendremos una noche electoral de infarto.