Mientras España y Occidente al completo sufren la mayor sangría humana en décadas y sus economías siguen en recesión, China muestra signos de una recuperación envidiable tanto en el aspecto sanitario como en el económico, sin levantar la guardia, como debe hacerse, cuando uno está librando una guerra. Casi desde el primer momento, el gobierno chino se tomó la irrupción del Covid–19 con la gravedad que merecía y adoptó las medidas necesarias para impedir que la epidemia se extendiera por un país con 1432,5 millones de habitantes. De habérselo tomado a la ligera, como han hecho la mayoría de los países en Europa y Estados Unidos, millones de chinos habrían perdido sus vidas, su economía estaría hoy en una recesión y el gobierno en la necesidad de dedicar una parte importante del gasto público a cubrir el aumento en los gastos sanitario y social.
¿Tan difícil era ver la gravedad de la situación y adoptar las medidas que la Organización Mundial de la Salud recomendaba en el informe conjunto que realizó con el gobierno chino y publicó urbi et orbe el pasado 28 de febrero? No, no lo era, y por eso mismo la responsabilidad de los gobiernos europeos y americanos es altísima: nuestros gobernantes son los principales responsables tanto de la catástrofe humanitaria que estamos padeciendo como de la prolongación de una recesión severísima que ha puesto contra las cuerdas a tantas familias y empresas Basta con dar una vuelta por nuestras ciudades y pueblos para darse cuenta de la desolación en que estamos sumidos. Como el ejemplo de China prueba, el Covid-19 se podía controlar en unos pocos meses y retornar la vida y la actividad económica a una nueva normalidad, vigilada si ustedes quieren, pero normalidad al fin y al cabo.
Pero para ello hacía falta tomarse la epidemia en serio desde el primer día y adoptar las medidas necesarias para contenerla y doblegarla con rapidez, algo que no hicieron los autocomplacientes y prepotentes gobiernos en Europa y América. El resultado de su imprevisión e incapacidad para darse cuenta de que era indispensable controlar la epidemia para recuperar la actividad ha prolongado la catástrofe humanitaria y la recesión económica y todavía no sabemos cuántos trimestres más se prolongará y cuándo recuperaremos el nivel de vida que teníamos a comienzos de 2020. Sólo algunas empresas farmacéuticas van a salir reforzadas de la mayor crisis social y económica vivida desde la Gran Depresión hace casi un siglo.
Una ojeada a las cifras
Veamos lo que ha ocurrido en seis países punteros entre las economías más avanzadas: Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España. Su población total asciende a 654,8 millones de habitantes de los que 332,8 millones viven en Estados Unidos. Pues bien, aunque la población de estos seis países es tan solo 8,35% de la población mundial (7.840,8 millones), la cifra oficial de fallecidos por Covid-19 en estos seis países alcanzó 780.966 el 21 de marzo, lo que supone nada menos que 37,1% del total de fallecidos en todo el mundo (2.109.991). Las cifras hablan por sí solas: la gestión de la epidemia en estos seis países punteros ha sido calamitosa y ha provocado una catástrofe humanitaria sin precedentes en muchas décadas.
La indignación sobre unos decibelios cuando se comparan estas cifras con las de China: 88.804 casos por Covid-19 y 4635 fallecidos, aproximadamente 0,25% del total de muertos en todo el mundo, cuando su población, 1.442,5 millones, supone 14,57% de la población mundial. En otros artículos en este diario ya he argumentado que, incluso si aceptamos que el gobierno chino ha podido infravalorar groseramente las cifras de casos y muertes y los multiplicamos por 10, como sugirieron algunos analistas, sus cifras continúan siendo magníficas en comparación con las de nuestros seis países avanzados. El virus al que se enfrentó el gobierno chino y los gobiernos de esos seis países es el mismo, y la única explicación de la abismal diferencia en casos y fallecidos hay que achacarla a que el gobierno de China se tomó en serio el asunto casi desde el primer día y adoptó las medidas necesarias para contener y controlar la epidemia.
China rebota con fuerza
Atajar la epidemia no solo era perentorio por razones humanitarias, para evitar muertes innecesarias, sino para recuperar pronto la economía. El Gráfico 1 muestra la tasa de crecimiento (interanual) del PIB en China desde el primer trimestre 2018 hasta el cuarto trimestre de 2020. La irrupción del Covid-19 ocasionó una fuerte caída del PIB en el primer trimestre de 2020, pero ese traspié se corrigió ya en el segundo trimestre con un modesto crecimiento de 3,2%, que se consolidó con crecimientos de 4,9% y 6,5% en el tercer y cuarto trimestres del año. Con estas cifras, podemos dar por seguro que China cerrará el año con un crecimiento en el entorno de 2%, una cifra relativamente modesta en comparación con años anteriores pero envidiable dadas las circunstancias.
Gráfico 1. Tasa de crecimiento interanual del PIB en China 2018-2020
Estados Unidos ha puesto punto final a la caótica administración Trump, pero tardará algo más de tiempo en salir del pozo en que lo han sumido las torpezas de un presidente que nunca entendió la amenaza que suponía el Covid-19 para los estadounidenses y para su economía. El Gráfico 2 muestra le evolución de la tasa interanual de crecimiento del PIB en los últimos trimestres desde 2018. Como puede constatarse, la caída en el segundo trimestre fue más severa que la de China en el primer trimestre y la economía continuó cayendo en el tercer trimestre, mientras que China crecía ya al 4,9%. No disponemos todavía de los datos del cuarto trimestre, pero es muy probable que la tasa interanual de crecimiento vuelva a ser negativa en Estados Unidos, muy alejada en todo caso del robusto crecimiento de la economía china en el cuarto trimestre, 6,5%.
Gráfico 2. Tasa de crecimiento interanual del PIB en Estados Unidos 2018-2020
Como muestra el Gráfico 3, las cifras de la Eurozona son incluso peores que las de Estados Unidos. La caída se inició ya el primer trimestre, -3,2%, y en el segundo trimestre ser registró un auténtico desplome de la actividad, -14,7%, cinco puntos por debajo que la histórica caída registrada en Estados Unidos (-9,0%). El tercer trimestre, la tasa interanual volvió a ser negativa, un punto y medio por debajo de la de Estados Unidos.
Gráfico 3. Tasa de crecimiento interanual del PIB en la Eurozona 2018-2020
Gráfico 4. Tasa de crecimiento interanual del PIB en España 2018-2020
El Gráfico 4.4 permite hacernos una idea de lo ocurrido en España. Las caídas del PIB han sido en todos los trimestres superiores a los brutales desplomes que acabamos de comentar para la Eurozona, con una caída del PIB en el segundo trimestre de 21,6%. A los 76.000 muertos más que en 2019, los españoles tenemos que añadir el desplome más espectacular de todas las economías avanzadas. Resulta difícil creer viendo estas cifras que el presidente Sánchez se sienta orgulloso de la gestión de la crisis realizada por su gobierno y al vicepresidente Iglesias le quede tiempo para comparar al prófugo Puigdemont con los españoles que, por convicción o temor a las represalias, se exiliaron al finalizar la terrible Guerra Civil española. No cabe esperar nada sensato de su prepotente ignorancia.
Ni un día más
Hasta comienzos del siglo XXI, la mayoría de los ciudadanos europeos creía que vivir en sociedades democráticas era un seguro frente a la adversidad y que sus gobiernos estaban capacitados para hacer frente a crisis agudas como las recesiones u otro tipo de emergencias. La traumática experiencia de la Gran Recesión, primero, y la irrupción del Covid-19 en 2020, han puesto de manifiesto lo ingenuos que eran. A diferencia del gobierno chino, los gobiernos de los principales países europeos y de las instituciones de la UE han sido incapaces de diseñar una estrategia seria para hacer frente a la epidemia e implementarla con determinación hasta doblegarla. El resultado lo tenemos a la vista: una catástrofe humanitaria sin precedentes en décadas y una recesión económica cuya intensidad y duración todavía es una incógnita, pero que a buen seguro dejará a nuestros hijos y nietos una deuda descomunal en herencia. Nuestros gobernantes, comenzando por el gobierno Sánchez en España, no merecen cobrar el sueldo que les pagamos ni un día más.
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