El Chantaje emocional del presidente del Parlament Roger Torrent acusando a los socialistas de atentar contra la salud pública, si recurren la suspensión de las elecciones previstas para el 14 de febrero, es una muestra más de que todo vale para sostener una decisión arbitraria y caciquil y aferrarse a un poder autonómico, al que el independentismo desprecia en público pero que quiere mantener al coste que sea necesario.
No son sólo razones jurídicas expresadas por numerosos constitucionalistas y la ley, por mucho que en Cataluña estemos acostumbrándonos a que sea despreciada olímpicamente por el independentismo, es la base de la democracia, sino que, incluso Oriol Mitjà, medico de cabecera de JxCAT, ha señalado que desde un punto de vista médico era más seguro aplazarlas para el mes de marzo, antes de la Semana Santa, que suspenderlas hasta finales de mayo.
De la redacción del Decreto 1/2021 se deduce claramente que no se trata de un mero aplazamiento, si no de una suspensión del proceso electoral que se reanudará con un nuevo decreto de convocatoria, abriendo incluso la puerta a que no se convoquen para dicha fecha, lo que contraviene claramente la LOREG y el propio Estatuto de Autonomía.
Incluso Oriol Mitjà ha señalado que desde un punto de vista médico era más seguro aplazarlas para el mes de marzo […] que suspenderlas hasta finales de mayo
Se podían haber buscado formas de evitar aglomeraciones, fomentando el voto por correo, habilitando dos días para votar, o más colegios electorales pero en cualquier caso hacer cola en un colegio electoral y depositar una papeleta no es para nada más peligroso que ir en metro o en tren , servir en un bar o en Correos o hacer cola para entrar a un restaurante o a un establecimiento comercial. De hecho, los últimos estudios de transmisión de la enfermedad fijan en un 70% los contagios en el ámbito familiar o reuniones sociales en los que se baja la guardia y no se respetan las medidas de protección, algo que no tiene porque ocurrir en unas elecciones. EE.UU o Portugal acaban de celebrar, o van a hacerlo, elecciones presidenciales en situaciones sanitarias parecidas a las catalanas.
Un mero aplazamiento técnico podía justificarse, pero la cacicada del Govern, avalada por los partidos que no veían claras las elecciones, es un grave despropósito que deteriora aún más la ya muy tocada democracia en Cataluña que ya ha sufrido episodios como las leyes de desconexión, la declaración unilateral de independencia, referéndums ilegales, el desprecio de la Constitución, el Estatut, y las sentencias de los Tribunales Además de haber tenido un presidente precursor de Trump con el famoso “apreteu, apreteu”.
Con una población muy sensibilizada por la pandemia el arma de ‘la salud’ ante todo es muy potente y ya vemos que esta siendo utilizada sin rubor. Puedo entender las dudas de impugnar la suspensión, pero el precio de estar sin gobierno, -Foment ha declarado la suspensión arbitraria e injustificada, que ha resaltado la necesidad urgente de un gobierno fuerte y solvente-, y sobre todo, el efecto deslegitimador del resultado electoral que finalmente se produzca son costes que sólo pueden ignorar los que creen que Cataluña es su finca particular.