Las últimas encuestas publicadas por medios catalanes han sido un jarro de agua fría para el separatismo. Mientras que la de El Periódico sitúa al PSC y a Salvador Illa como ganadores de las elecciones del próximo 14 de febrero, la de La Vanguardia, además de confirmar la subida de los socialistas, aleja el sueño de alcanzar el apoyo de más del 50% de los catalanes al proyecto soberanista. Cierto es que, al final, los únicos resultados importantes serán los que arrojen las urnas, pero las tendencias indican que los independentistas no tienen en estos momentos ni la victoria ni la declaración unilateral aseguradas.
Un vistazo a redes sociales como Twitter permite observar que cunde la inquietud entre el separatismo. Hasta ahora, la pugna estaba entre JxCat y ERC, pero la irrupción del aún ministro de Sanidad en el tablero electoral ha hecho que salten las alarmas. Illa, a pesar de la gestión de la pandemia del COVID-19, tiene tirón entre el electorado catalán. El que perfectamente podría ser definido como el hombre tranquilo, ha logrado que los separatistas de base pierdan, como se suele decir, el oremus.
Desde La Vanguardia, por otro lado, el disgusto para los independentistas ha sido constatar que el objetivo de la ruptura con España se aleja del ansiado apoyo del 50% de la población de Cataluña. El sondeo, realizado por GAD3, indica que solo el 42,6% de los encuestados votaría sí a la ruptura en una referéndum por la independencia. En septiembre, el porcentaje era del 45,2%. El 48,9% de los encuestados votaría no en la misma consulta (46,7% en septiembre), mientras que 8,5% ha preferido no contestar. Y a ello se suma que el 49% de los encuestados ve con buenos ojos la mesa de diálogo entre el Gobierno central y la Generalitat puesta en marcha en virtud de un pacto entre el PSOE y ERC.
Corren, pues, malos tiempos para un separatismo, sobre todo el de JxCat, que observa perplejo cómo, a pesar de su constante presencia en los medios y de tener en sus manos el Govern, no logra convertir el objetivo de la independencia en algo realmente aceptado por la gran mayoría de la sociedad catalana. A eso se debe sumar la posibilidad de que ERC y PSC acaben pactando un Govern que dé la puntilla a un procés que ha tenido solo resultados negativos, tanto para sus promotores como para los catalanes.