El año 2021 nos plantea retos formidables que debemos afrontar con decisión, responsabilidad y sentido común. Nos jugamos, más que nunca, nuestro futuro.
Las elecciones en Cataluña el próximo 14F son una oportunidad única para que los ciudadanos cambiemos el guión de los últimos años y decidamos cuales deben ser las prioridades del nuevo gobierno de la Generalitat.
Hace pocos días se hacia pública una encuesta en la que los barceloneses valoraban sus preocupaciones más importantes. La lista de los problemas más graves incluía en los primeros puestos la seguridad, el tráfico, el coronavirus, el desempleo, la crisis económica y el acceso a la vivienda. Todo un baño de realidad. Estos y no otros, son los problemas que preocupan a los ciudadanos.
Sin duda, la lucha contra la pandemia y la recuperación de la crisis económica es la primera batalla que debe librar el próximo gobierno de la Generalitat. La salud y la economía son pilares agrietados de nuestra sociedad que debemos restaurar.
Cataluña se enfrenta a una perdida de competitividad en el terreno industrial muy preocupante. Si no queremos perder el tren de la economía global, es imprescindible invertir en conocimiento, innovación, logística y sostenibilidad
Pero la crisis económica, no es solo debida al coronavirus. Cataluña se enfrenta a una perdida de competitividad en el terreno industrial muy preocupante. Si no queremos perder el tren de la economía global, es imprescindible invertir en conocimiento, innovación, logística y sostenibilidad. No podemos seguir perdiendo nuestra capacidad productiva, ni olvidar los riesgos medioambientales a los que nos enfrentamos.
Además, la crisis económica y sanitaria ha multiplicado sus efectos negativos al coincidir con otros problemas estructurales como el difícil acceso a la vivienda o la compleja gestión de la pobreza y la inmigración. El progreso solo puede venir de la mano de una sociedad justa, que aún estamos lejos de alcanzar.
Por todo esto, es imprescindible abrir una nueva etapa que devuelva la serenidad al debate público y a la política. Podemos mejorar muchos aspectos de nuestras instituciones y de la forma de gobernarnos, pero debemos hacerlo desde el debate racional y el consenso social. La confrontación y las trincheras identitarias emocionales tan solo nos debilitan como sociedad.
Es el momento de dejar atrás la confrontación secesionista. No creo que haya nadie (independentista o no) que racionalmente pueda afirmar que el separatismo haya aportado algo positivo a nuestra sociedad.
Es el momento de dejar atrás la confrontación secesionista. No creo que haya nadie (independentista o no) que racionalmente pueda afirmar que el separatismo haya aportado algo positivo a nuestra sociedad. Pensar que Cataluña debe ser una nación independiente puede ser lícito, pero seguir tensando la convivencia y degradando las instituciones, no lo es. Es el momento de recuperar el autogobierno que hemos dilapidado en debates inútiles y poner a la Generalitat de Cataluña al servicio de los problemas reales de los ciudadanos y fortalecer nuestra sociedad. Las próximas elecciones en Cataluña son la oportunidad de dejar atrás la confrontación y la frustración para recuperar la ilusión. Un cambio necesario para afrontar nuestro futuro.