Las elecciones catalanas del 14 de febrero que, a día de hoy, todo indica que no se aplazarán, presentan numerosas incógnitas que hacen que su resultado sea más incierto que nunca.
La abstención puede ser elevada. A los efectos de la COVID sobre la participación, por el miedo al contagio y por una reacción anti política por parte de los ciudadanos más críticos que no son pocos, se une la división y confrontación en el espacio independentista que implicará la desmovilización y la atomización del voto. En el campo constitucionalista la desmovilización se produce por una sensación de que el ‘procés’ está de capa caída, y por la debilidad de Ciudadanos.
Ambas circunstancias pueden llevar a muchos electores a quedarse en casa. Aunque PP, Vox , y, sobre todo, el PSC, mejoran sus resultados no absorben la caída que las encuestas le dan a Ciudadanos. El estado mayor socialista apuesta por una campaña en clave de gestión, con Illa como principal referencia, con la intención expresa de atraer el máximo número de votos que el 21D se inclinaron por Arrimadas. Sin embargo, la exclusión del castellano como lengua vehicular en la enseñanza va a frenar una parte de ese trasvase. El éxito o fracaso de la estrategia socialista será determinante de quién acabe gobernando Cataluña.
Al impacto, siempre difícil de medir, de la abstención se une la creciente fragmentación parlamentaria. A las actuales fuerzas con representación parlamentaria, Ciudadanos, JxCat, ERC, PSC, Comunes, PP y CUP se va a unir Vox y, probablemente, PDeCAT.
PSC y ERC
La atomización del arco parlamentario puede complicar la formación de gobierno. Si nos atenemos a las encuestas se vislumbran dos mayorías posibles. La repetición de un gobierno entre ERC y Puigdemont con apoyo o abstención de la CUP o un Tripartito de izquierdas con PSC, ERC y Comunes.
Esta segunda opción ha sido negada reiteradamente tanto por los republicanos como por los socialistas. No obstante, en mi opinión, se trata de una negativa táctica que pretende evitar la fuga de votos a Puigdemont por parte de ERC y atraer a los votantes de Ciudadanos por parte del PSC. Además, la remontada de JxCat hace difícil que sumen, salvo que el PSC supere los treinta diputados y se convierta en la primera fuerza parlamentaria.
En todo caso, de hacerse realidad esta ‘incompatibilidad’ tras las elecciones, contradicha por los pactos a nivel estatal, la única opción sería la repetición de la actual coalición independentista que primero debe conseguir la mayoría, probable pero no segura, y debe alcanzar un acuerdo que no será fácil, aunque el poder une mucho, debido a la virulencia de las divergencias entre ERC y JxCat, a su rivalidad para ser hegemónicos entre los independentistas y a las exigencias que pueda imponer la CUP si sus votos, como parece, son decisivos.
Propuesta de Illa
La propuesta de Salvador Illa de un gobierno entre PSC y Comunes debe descartarse porque no alcanza en ningún caso la mayoría absoluta y no puede esperar apoyos ni entre las fuerzas constitucionalistas de centro-derecha ni entre el independentismo.
Con este panorama, y en función de la composición final del Parlament, no puede descartarse tener que repetir las elecciones. En todo caso es seguro que la formación de gobierno no será una tarea sencilla.