En un país algo más serio que el nuestro como es Francia ya le han visto las orejas a la manada separatista de Carles Puigdemont y su tropa. La revista Revue Politique, dirigida principalmente a la clase política gala y en un artículo firmado por la ensayista Laurence Taillade, ha definido al ex presidente y compañía de forma clara y contundente. Los ha llamado mentirosos y manipuladores, además de peligrosos para una República orgullosa de sus valores como es Francia y un riesgo para cualquier país en el que asientan sus honorables posaderas a costa de los contribuyentes catalanes.
Taillade ha sido concreta y realista en su artículo. Pero se ha quedado corta. Le ha faltado, por ejemplo, referirse a los excéntricos que hoy se parten virtualmente la cara por el proyecto del que, acertadamente, el columnista Albert Soler ha bautizado como El Vivales. Excéntricos, por decirlo suavemente, como el mosso Albert Donaire, de quien cualquier persona con sensatez pensaría que, como mínimo, le falta algún que otro hervor en vista de las obsesiones de las que hace gala en sus redes sociales. O Joan Porras, más conocido como Joan Bonanit, cuyo mayor mérito ha sido hasta ahora desear, megáfono en mano y cada noche y mañana, un buen descanso y un buen día a los políticos presos en Lledoners. Taillade alucinaría si supiera del bonachón de Rai Prats, que dejó el trabajo fijo para hacer una caminata de 1.300 kilómetros hasta Waterloo en honor y gloria del molt honorable president. Menos gracia le haría el inclasificable Josep Costa, cuya falta de expresión facial, a veces, da qué pensar.
El mayor mérito del candidato Porras ha sido desear cada noche y mañana buen descanso y un buen día a los políticos encarcelados en Lledoners.
Al circo se ha unido ahora el empresario Joan Canadell. Propietario de Petrolis Independents, las gasolineras para separatistas, logró el año pasado hacerse con la presidencia de la Cambra de Comerç de Barcelona y, después, de la entidad que agrupa a todas las de Cataluña. La Fiscalía ha puesto el ojo en las elecciones que ganó el candidato de la ANC y que fueron recurridas por nada menos que 19 asociados. Pero Canadell, que, al parecer, es un lince, ya se ha asegurado escaño como número 2 de la también inclasificable e investigada (antes imputada) Laura Borràs. Desconozco qué meritos tenía para colocarse al frente de la Cambra, de la que yo creo que la gran mayoría pensamos que es una entidad seria. Sin embargo, puedo asegurar con total seguridad que, si es conocido entre los constitucionalistas de Cataluña, es más por sus trolleos dentro y fuera de las redes sociales que por sus acciones como empresario. Aún hay quien no puede evitar carcajearse cuando lo recuerda recorriendo pueblos en coche con una máscara de Puigdemont como copiloto.
Con estos mimbres, tengo cada día más claro que la independencia no pasa de ser una utopía carísima y una máquina de colocar a quienes, de otra manera, lo tendrían muy complicado para alcanzar por sus propios medios una vida medianamente acomodada. La cosa no pasaría de esperpéntica si no fuera porque, como ciudadanos, estamos en manos de este tipo de personajes y de otros como Oriol Soler, un señor que no acabó el BUP pero que montó su pequeño imperio, dice que cultural, al amparo de las administraciones de ese procés que él mismo organizó con David Madí y alguno más. Como se suele decir, que Dios nos pille confesados.