El mismo día que aparece una entrevista de Pere Aragonès, el domingo 29 de noviembre, el Punt-Avui publica un artículo de Agustí Colomines Companys —Per no fer tard— con algunas observaciones sobre los temas que centrarán la próxima campaña electoral dentro del campo independentista. Su punto de partida es «no dilapidar el legado del 1-O, que es, como mínimo, uno de los mejores ejemplos de participación y resistencia democrática a la intolerancia de los poderes españoles».
Pide a los partidos independentistas asumir que fue un «error no convocar las elecciones mucho antes de la inhabilitación» del presidente Torra, puesto que «la interinidad en plena pandemia da una sensación de desbarajuste que sólo perjudica a Cataluña y al independentismo». Cabría añadir que el desbarajuste no es una sensación sino un hecho que afecta directamente a la salud y a la economía de los ciudadanos catalanes.
Y avisa contra la tentación de aplazar las elecciones: «Deben celebrarse el 14-F a toda costa, con todas las garantías sanitarias que sean necesarias. Si las elecciones del Barça tienen fecha y modus operandi, ¿por qué las autonómicas no?» Aunque cualquiera puede ver que no es lo mismo organizar la votación de 140.000 socios de un club que la de un censo de cinco millones y medio.
Habituados como nos tienen al triunfalismo sin matices y a la inminencia de la república, es destacable el reconocimiento de que estos son malos tiempos: «La fragmentación del independentismo pone en evidencia que no se tiene ninguna estrategia efectiva.» ¿Qué hacer entonces? Colomines Companys cree que lo más razonable sería «recapitular y dar la preeminencia a una de las dos fuerzas independentistas mayoritarias.»
Está pidiendo abiertamente que los partidarios de ERC voten a JxCat. No se puede decir más claro: «Todo el mundo sabe qué representa Junqueras (aplazar) y qué representa Puigdemont (confrontar) y elegir es fácil.» El que quiera confrontación, pues, ha de votar JxCat, «el resto es tirar el voto, debilitar el independentismo y abrir la puerta del Parlamento a Vox». Lo último es para añadir un problema de conciencia, aunque cuesta entender cómo un trasvase de votos entre opciones independentistas puede beneficiar a Vox.
Para acabar, pide renovación, si no purgas: «Hay que arrinconar a los farsantes de la primera línea política —incluso dentro de Junts— y apostar por caras nuevas.»