La AP-7, llamada autopista del Mediterráneo, va de Cádiz a la Jonquera, atravesando Cataluña: casi 350 km plagados de peajes. Hace un año, el Ara resumía su historia: AP-7: probablement, el millor negoci de la història de la Caixa. En cuanto a los peajes, el dossier acababa afirmando que «el problema es que la fijación de tarifas no tiene en cuenta la evolución de los salarios de la gente, y que esto es un caldo de cultivo para el descontento social». El independentismo intentó aprovechar ese descontento que está por encima de identidades e ideologías.
A principios de esta década, Catalunya lliure de peatges era un lema importante que despertaba muchas simpatías. La cuestión era el contraste entre Cataluña y España, una prueba más del expolio a que estamos sometidos: «En Cataluña el 67% de las autopistas son de peaje y el 33% gratuitas. En España el 20% de las autopistas son de peaje y el 80% gratuitas.» Hubo algún boicot y marchas de protesta. Aún se puede leer una Guía de la insumisión a los peajes redactada en 2012.
La campaña está ya más amortizada que las mismas autopistas. Según el Diari de Girona, recogiendo una información de Europa Press, el Gobierno estudia cobrar por el uso de la AP-7 cuando termine la concesión. Por el de ésta y el de todas las otras, claro. Manuel de la Rocha, director del departamento de asuntos económicos del gabinete de la Presidencia del Gobierno, ha afirmado que «lo más lógico es que los usuarios contribuyan a su mantenimiento». Aun concediendo que «puede haber remedios para evitar que la carga de este pago recaiga de manera desproporcionada sobre los colectivos más vulnerables», entiende que «el pago por el uso es más progresista y justo».
«El socialismo es lo que hacen los socialistas», dijo un destacado socialista italiano. Siguiendo la misma lógica, los impuestos que eran un expolio intolerable en tiempos de Rajoy, se vuelven progresistas en cuanto empiezan a cobrarlos los socialistas. Y aquí, de la Cataluña libre de peajes, no se va a hablar más.
1 de octubre sin fútbol
En un comentario sobre las elecciones a la presidencia del FC Barcelona, Màrius Carol deslizó esta pertinente observación:
«Es posible que el Barça sea una metáfora de Catalunya, hasta el punto de que a los candidatos se los califica de independentistas o no y se les pregunta por ello en las entrevistas. El secesionismo intenta apoderarse de las instituciones más relevantes para alcanzar sus objetivos. Que se disputara el partido de fútbol entre el FC Barcelona y la UD Las Palmas el 1-O del 2017 no se lo perdonaron nunca los organizadores del referéndum a Josep Maria Bartomeu, aunque la negativa a jugar hubiera supuesto tirar la Liga. Carles Puigdemont llamó al presidente del club para conseguirlo y también Jordi Sànchez, que estaba al frente de la ANC. Y dimitieron dos miembros de la junta en señal de protesta.»
En el libro de memorias de Puigdemont, M’explico, no consta esa llamada solicitando la suspensión del encuentro ni hay comentario alguno sobre fútbol el 1 de octubre, pero es bastante creíble. El partido se jugó, aunque sin público. Así lo explicaba el Español: «¿Por qué a puerta cerrada? Para mostrar la situación que vivía Cataluña, aseguraron. Y sin pensar, claro, en aquellos que habían comprado su entrada y que llegaron de todas las partes del mundo. La decisión la tomó el Barça de forma unilateral.» Una decisión salomónica para, por una parte, manifestar el malestar existente, pero, por otra, sin acatar la petición del presidente de la Generalitat, lo que habría conllevado una sanción y pérdida de puntos.
En cualquier caso, el afán por «apoderarse de las instituciones más relevantes» va a persistir, y no habrá club ajeno a la idea de ser más que un club. En el caso del Barça, no contribuirá a evitar la politización que la elección de su presidente sea tres semanas antes de las elecciones autonómicas. En la lista de los precandidatos destaca Joan Laporta, quien ya fue presidente durante siete años y tuvo después una breve carrera política como diputado independentista.
Por aquel entonces se solía decir que ser presidente del Barça es más importante que ser presidente de la Generalitat. A ver si la próxima vez que haya un pronunciamiento, es el del Barça quien llama al de la Generalitat para aconsejarle que suspenda lo que tiene entre manos si no quiere quedar fuera de la competición de por vida.